Capítulo 3

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Alrededor de una semana después de mi cumpleaños 18, Máximo me pidió que nos encontráramos en un bar cerca al centro de salud, en la zona central del distrito. Era la primera vez que podíamos salir juntos a esa clase de establecimientos y pensé que era también una forma de celebrar mi mayoría de edad. La cena familiar había terminado bastante mal, desde que me negué de forma infantil a comprometerme con mi prima. En casa, la situación seguía tensa, apenas quedaban unas semanas antes de su cumpleaños número doce y yo estaba resignado. Antes de poder concentrarme en encontrar una pareja de verdad, estaría emparentado con una niña mucho menor; ya daba por hecho que ninguna mujer me tomaría en serio.

La reunión con Lidia estaba destinada a ocurrir tres semanas en el futuro, mi padre quería que presentara la propuesta en persona, pero yo no quería conocerla. Le guardaba algún tipo de resentimiento, mi padre y mis tíos habían tomado la decisión sobre nuestro compromiso sin tomar en cuenta mi opinión, y aunque era consciente de que ella era solo una niña sin mayor influencia en lo que estaba pasando, temía que, si por algún motivo me terminaba casando de verdad con ella, jamás me sacaría esa primera impresión de la cabeza.

Todo lo que podía salir mal al comprometerme con ella, mantenía mi mente agobiada. En parte era disgusto porque no fuera mi decisión, pero estaban también la incomodidad que sentía por su edad y nuestra consanguineidad, además de la culpa de saber que, si yo no me comprometía con ella, su vida y bienestar estarían en riesgo. Esa era seguro la misma culpa que Máximo sentía hacia Magdala.

Para aquellos días, ella y yo manteníamos un contacto constante, no nos habíamos vuelto a ver desde el cumpleaños de Máximo cuatro meses atrás, al menos no en persona. Lo que había comenzado como un simple intercambio de saludos de texto matinales compuestos de preguntas y respuestas de breve cortesía, pronto se habían convertido en mensajes de voz sobre trivialidades y, recientemente en citas virtuales por algunos escenarios bastante despoblados, donde se puede conversar con buen grado de discreción. De no ser porque toda nuestra comunicación se llevaba de forma virtual, cualquiera podría inferir que estábamos en alguna clase de relación sentimental.

Relación que nadie en la familia aprobaría a la primera, ahora que debía mantenerme comprometido con Lidia por al menos 6 años más. Por ese tiempo debería mantener un bajo perfil con cualquier pareja que eligiese, y si de algo estaba seguro era que, cualquier relación con Magdala, llamaría la atención de mi familia e incluso la prensa. Aunque no habíamos hablado de nada en concreto hasta ese momento, yo comenzaba a darme cuenta de que ella permanecía más y más rondando mi mente, ya ni siquiera me preocupaba la diferencia en nuestras edades, que eventualmente sería despreciable. Mi conflicto era, a parte del inminente compromiso con mi prima, Máximo y su verdadera identidad. Magdala era una noble y como toda mujer nacida entre los nuestros, su caso debía manejarse con extrema cautela. Por lo que esperaba ese día, que el tema no rondara la conversación.

Máximo me esperó a la entrada del establecimiento y, me saludó con ánimo. El sitio era moderno, con niveles mixtos y separados entre nobles y comunes. Había escuchado de este por mis amigos de la academia, nunca lo había visitado por ser uno de los menores del grupo. Mi renuencia a usar mi título para entrar, solía causar sorpresa en los chicos de menor rango o comunes, que al igual que yo no podían asistir por su edad. No era como si no hubiese tomado alcohol en algún momento previo, pero ingresar a un establecimiento restringido haciendo uso de mi poder, sería considerado una forma de abuso de autoridad y, si algo me había quedado de los sermones de mi padre, era mi orgullo como noble y la superioridad moral de nuestra especie. Quizá por eso me costaba hacer amistades reales con cualquiera de ellos: nuestros valores eran diferentes, como el aire y la tierra.

A diferencia de lo que se espera de un bar común, los establecimientos para nobles se caracterizan por la discreción. Compuestos de espacios separados para cada grupo, los cuartos deben estar insonorizados para asegurar la privacidad en las conversaciones, así como luces tenues y música o entretenimiento solo a pedido del comensal. Cualquier sitio para que los nobles puedan encontrar cierto grado de relajación, debe como mínimo asegurar reposo a los sentidos, de modo que podamos dejar de percibir el mundo y sus pequeñas estimulaciones todo el tiempo.

MagdalaWhere stories live. Discover now