Su mirada café penetradora. La podría describir durante horas. Su cabello largo ondulado claroscuro con esas ondas finales de rubio cenizo.

La bailarina y el basquetbolista.

Una pareja demasiado rara.

Es una gran persona no me lo perdonaré si muere. Jamás.

—Oh Hola Allan —Cerro la puerta del baño -,vas donde Domenica.

Más que una pregunta era una confirmación.

—Sí —cabizbajo mire mis zapatos.

Su mirada se suavizó. Paso su mano por mis hombros haciendo que levante la mirada.

—Que bueno justo iba para allá, vayamos juntos. Podemos charlar, eres muy bueno esquivando en casa.

Su intento de broma me relajo.

—Umm, —trage en seco. Ese vacío que tengo aún no se va. Algo tímido y torpe dije: —¿ya no estás enojado?

—Tonto, —agarro mi cabeza despeinandome mi cabello grasoso —no puedo odiarte. Eres mi hermano menor.

《 Gracias Liam 》–sonrei

Avanzamos.

Me ayudó con ciertas bolsas, comentó que debería comer más saludable que mi cara está demasiado pálida, su parlamento duro cinco minutos, fueron eternos para mí desgracia.

Pero extrañaba estos momentos que causa felicidad. Felicidad de saber que cuentas con alguien a pesar de ser torpe.

—Liam.

—¿Si?

—Si algo me pasa, quiero pedirte un favor —me miro como jugaba con la tira del suéter. Me tragué todo el orgullo — hasla feliz por mi.

Yo no pude.

Alzo el pulgar ensanchando su sonrisa —Cuenta conmigo.

—Eso espero.

Resoplo dándome un codazo.

—Idiota. Es mejor que abras los ojos, la melancolía no es lo único que debe estar en tus ojos. Te falta ese brillo.

—¿Ese brillo? ¿Acaso me veo mal?

—Psst mal es poco. —alargo la última palabra exagerando de más —Pobre Miss Queen, si estuviera despierto seguro que te golpearía con la pantufla.

De pronto una carcagada sonora abandonó mis labios

—¿Cómo a los siete años?

—Como a los siete.

Al estar cerca de su habitación. Vimos varios doctores y enfermeras entrar, están desesperados, gritaban cosas que no podía entender.

—¿Esa no es la habitación de Domenica? — las bolsas se resvalaron de mis manos.

Con el corazón en la boca latiendo con extrema locura, corrí hasta su habitación. Intente abrirla pero estaba cerrada la maldita puerta.

—¡Habrán, por favor! ¡Domenica! ¡No te vayas!  —para mi jodida suerte la ventana estaba abierta.

Al ver lo que pasaba se me revolvió el estómago por segunda vez. Esto no podría estar pasando.

—¡La estamos perdiendo! Necesita reanimación. Vamos, necesitamos reanimarla.

—¡Doctor su pulso! Parece que deja de marcar.

Golpee la ventana deseperado. Necesito estar a su lado, necesito decirle que la amo también. Esas palabras que se me ahorraron en la fragante necesito decirlas.

Nunca se lo he dicho.

Por favor, necesito una segunda oportunidad.

No puedo ser tan miserable.

Otra vez no.

Los brazos de Liam, me detuvieron por detrás. Acaso no esta viendo ¿no sufre con esto?

—¡Allan, cálmate! ¡Ella está bien, tu confia! —exclamó eufórico con autoridad.

—¡No! ¡Por favor, por favor, quiero verla, yo...

¿Confia? ¿Qué es eso? Ya no lo recuerdo esa palabra me sabe familiar ¿qué sera?

—Domenica...

Murmure entre penosas lágrimas.

1 mes después de los 17.

Capítulo 20: Eres mi hermano.

¿Y si te digo que te extraño? [EN REVISIÓN]Where stories live. Discover now