Capítulo 4

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🌻Dedicado a: Nathie1415 Gracias por tu apoyo :3

Capítulo 4:

Nuestra canción

«¡Necesito animarla!» Me lo estuve repitiendo varias veces cuando termino la función.

El olor fresa de la camioneta me estaba embriagando. Anonado observe las gotas de la lluvia deslizarse por los vidrios, el cielo cada vez se volvía más grisáceo. Abrí una botella para beber cuando sentí la garganta seca. Por un momento me la quede mirando.

Sus manos aferradas al volante mostrando su avalancha de emociones, estaba en una mezcla de enojo y triste. La paso realmente mal arriba del escenario. Se confundió en varias escenas y por si fuera poco tropezó con una bailarina dándole un chichón de regalo en su cabeza. Si había tenido la mínima oportunidad de realizar su sueño, con esta noche la extinguió.

Tenía que animarla. Liam se llevó la bicicleta para que al menos yo sirva de consuelo, se suponía que soy su mejor amigo y que se me daría bastante sencillo alivianar su tristeza. Pero, no va nada bien mi misión.

Encendí el radio para ahogar el silencio. Comenzó a sonar una canción pegajosa llena de vibra. Esperaba que de un nuevo ambiente para aligerar los humos de ira.

—Dome...

—¡Lo sé, lo sé! No debería estar mal ya que solo fue una presentación más y habrá más oportunidades, pero ¿sabes qué? Estoy fatal. —apretó sus labios —, fue un desastre, no, fui un desastre.

Dijo más de tres palabras, al menos no está nerviosa hasta las puntillas. Me relaje en el asiento. Puedo con esto es mi amiga.

—Habrá más oportunidades, solo espera y relájate —su mirada afilada me asustó ¡Por Dios! No me sorprendía que sacara sus garras y quisiera atacarme.

—¡¿Qué me relaje?! Demonios, fue una mierda de presentación, pídeme algo más sencillo o al menos se más considerado—ahogo un grito en silencio, comenzó a respirar agitada. Respiro agitadamente un par de veces. Relamiendo sus labios volvió hablar más tranquila. —. Tienes razón, necesito relajarme.

Detuvo el auto estacionado en media carretera. Instantáneamente gire la mitad de mi cuerpo para asegurarme que nadie viniera. Tendríamos una volada de señores brabucones sino fuera tan tarde, ya que estaba las carreteras solitarias. No había reglas a estas horas, sin reglas sin control.

—¿Qué haces, Doménica? —Cuestione siguiendo sus acciones con mi mirada.

Desabrocho su cinturón de seguridad. —Seguir tu consejo —sonrió maliciosamente.

—¡Mi consejo no era que te detuvieras en media carretera! —me aferre a mi cinturón de seguridad como el paranoico que era—¿Qué piensas hacer? Saltar de un puente o acostarte en media carretera.

—No suenan mal tus propuestas, pero no tengo planes suicidas para esta noche. —Algo me daba mala espina. —Lo que debo hacer. Necesito relajarme ¿no? —como si leyera mi mente siguió explicando —, ¿Qué hago cuando me estresó demasiado?

—¿Qué, tú qué? —murmure sin entender a qué punto quería llegar.

—Bailo Allan, bailo cuando las cosas no salen como quiero, aunque el puto mundo se caiga a pedazos ese siempre será mi refugio. Así que vienes y lo haces conmigo o te quedas aquí encerrado en tu paranoia. —Arqueo la ceja divertida.

Lo que ella insinuaba era una propuesta tentadora y riesgosa. Desabroche el cinturón de seguridad dejando a tras al pequeño cobarde Allan. Abrí la puerta subiendo la cremallera de mi abrigo. 

La lluvia escandalosa nos empapó sin piedad a penas salimos de la camioneta. Doménica sin explicaciones comenzó a dar vueltas en la carretera, como un trompo descontrolado. Entre risas y piruetas, sus ojos cafés me miraron con locura.

Camino en puntillas a la camioneta subiéndole volumen a la canción.

—Ven Allan, da vueltas conmigo. —O través una propuesta peligrosa fue hecha por ella. Agarro mi brazo darme oportunidad a negarme. Pero como podía negarme cuando su alegría me fue transmitida.

Su locura es tan pegajosa como aquella canción del radio ¿Cómo se llamará esa canción? Eso no importa ahora, la chica que me gusta me está invitando a dar vueltas, con ella ¿qué espero? Agarrados de las manos dimos vueltas como niños pequeños alrededor de la carretera trazando una rutina de baile. La lluvia nos empapó, las puntas de su cabello se pegaban a su rostro viéndose atractiva.

Cantamos el coro y bailamos la estrofa.

Solté su mano, y ella dio otra pirueta para volver a mis brazos. 
Se detuvo sonriendo. Atrevida y coqueta, se subió encima del auto a bailar. Sin pensar, solo sintiéndome parte del momento subí junto a ella.

—Baila conmigo. —volvió a pedir.

Era una mezcla de un baile lento, después se convirtió en una mezcla de rock y pop intenso; y de broche de oro, una vuelta sobre sus talones y en mis brazos estaba.

—¡Que noche! —grito eufórica.

—Eso has.

—¿Qué, gritar? —regreso a verme.

—Grita lo que quieras decir, desahógate contra el vació. —Trate explicar —Nadie más que yo te escuchara.

Asintió. Puso sus manos alrededor de su boca en forma de megáfono, agarrando una gran bocanada de aire soltó lo que en su pecho había acumulado.

—¡Algún día sere mejor que esto!

La misma canción pegajosa seguía sonando. Ella mirándome mientras una sonrisa se deslizo en ambos.

Sin dejar el ánimo canturreamos la canción y sin saberlo ni esperarlo, aquella melodía se convirtió nuestra. Ahora esa canción no era del artista, pues en ese coche de olor a fresa, esa canción es:

Mía y tuya.

1 mes antes de los 17.

*Nombre de la canción: El fin del mundo ~ La La Love.

¿Y si te digo que te extraño? [EN REVISIÓN]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ