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—Bueno... ¿Y ahora qué hacemos? —pregunta por videollamada Melissa, pintando sus uñas de color negro.

—Estoy aburrido —gimoteo rodando por la cama con el celular en mano.

Luego de que papá se enterara de mi suspensión hasta el lunes, su castigo fue que estaba prohibido salir para mí durante esta semana. Sumando a ello que mi mejor amiga no podía venir a casa.

¡Y recién es jueves!

¿Cómo espera que soporte tanto tiempo?

Y, por si fuera poco, avisó en el trabajo que no podía asistir porque tenía un niño malcriado por corregir. O sea, este muñeco que les cuenta su historia.

¿Adivinan dónde se encuentra?

¿No?

Les doy una pista: madera.

Ok, eso no ayuda para nada. Soy malo dando pistas.

Está en MI habitación, sentando en la silla del escritorio, con los brazos cruzados y hablando con mi novio. ¡Con MI novio! ¿Qué padre normal hace eso? Prácticamente se está quejando de mí con él. ¡Dios, llévame de una vez por todas!

—Por dos —responde—. ¿Sigue en tu cuarto?

Asiento, cambiando la cámara y apuntando en su dirección.

—Está contándole todo —susurro—, y a mí no me deja hablarle.

—Tienes un papá especial.

—Uhm... creo que mejor pediré un cambio con la fábrica —aviso alto para que me escuchen los dos hombres que tanto quiero.

Y a mi hermano también, un poco menos, pero lo hago.

Finalizo la llamada, poniéndome a jugar para matar el aburrimiento.

Suelto un grito cuando alguien me aplasta con su cuerpo. ¿En qué momento apareció si se supone que debería estar en la Universidad?

—¡Agh, vete de aquí, idiota!

—¡No!

Comienza a hacerme cosquillas, provocando fuertes carcajadas en mí y no se detiene, hasta que por casualidad golpeo una zona tan privada de su cuerpo que incluso yo sentí el dolor.

—¡Dios, llévatelos de una vez!

Ambos miramos con asombro a papá, pero él se limita a sonreír de forma nerviosa porque pensó en voz alta. Quisiera poder aniquilarlo con un patito de goma, pero es algo imposible y poco real. Además, ¿qué tanto daño puede provocar un juguetito de hule?

Sigo pateando a Richard para que me deje en paz, golpeo y muerdo su brazo, dejando mi saliva en su piel. ¡Pero no se quita! ¿Qué espera? ¿Qué le saque los ojos justo ahora?

—Lárgate de mi habitación —forcejeo, esquivando las cosquillas y lanzando cojines en su dirección.

—No.

—¡Vete!

Vuelvo a tirar el cojín, pero no calculo mi fuerza y acabo golpeando el cuello de mi padre. Trato, en serio trato de no reírme, pero me resulta imposible hacerlo. ¿Han visto ese capítulo de Bob Esponja donde Calamardo queda con la cabeza colgando? Bueno, algo así está papá.

Soy un diablillo.

Escucho a mi novio carcajeándose a través de la pantalla y quedo en silencio, viendo cómo sus ojitos se achinan y un par de arrugas se muestran a cada lado. Y por estar tan embobado no distingo cuando papá me tira el cojín y acabo de culo en el suelo.

No seré tu cliché || JoerickWhere stories live. Discover now