II

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Eres

Cuando despierto, lo primero, eso eres


La mañana trajo consigo un nuevo día. Y en sus ojos, impregnada detrás de sus párpados, la imagen de la persona a la que su amor soñaba y añoraba incluso apenas despertar.

Como la prioridad de su corazón, le regaló una sonrisa al pensamiento y se levantó con el humor tan alto que casi llegó a la escuela dando saltitos en vez de caminar con pasos tranquilos.

Al llegar a su salón, encontró solo a Mingyu, sentado, leyendo un libro y pasando unas notas a su libreta.

—¡Ming! ¿Qué haces con tanto empeño? ¿Estás copiando la tarea?

El mencionado saltó en su asiento, tanto que su bolígrafo salió volando.

—¡Eh! N-No es nada de eso.

Seokmin se agachó, recogió el bolígrafo y se lo pasó a su amigo. Le echó una mirada rápida a lo que Mingyu estaba transcribiendo en su libreta y leyó:


"Me voy a beber de tu boca

un shot de carcajadas,

para entender mejor cómo es que llevas a cuestas,

cada uno de tus tropiezos

y con orgullo

dices que así no se te olvida el camino."


No pudo leer más porqué Mingyu cerró el libro, azorado y con el rostro rojo.

—¿Acaso es eso un poema...?

—No sé de qué estás hablando. —Con manos torpes, el moreno intentó guardar las cosas en su mochila.

—Ming, no tienes porqué avergonzarte de nada. ¿Para quién es? —Le dio una palmada en la espalda a su amigo, que lo miró con ojos oscuros brillando y luego se dejó caer en la paleta de su banco, escondiendo su rostro apenado entre sus brazos.

Seokmin acarició su espalda.

—¿Qué pasa? Mingyu, ¿estás bien? Seokmin, ¿Mingyu está bien? —Minghao llegó, dejando su mochila en su asiento y yendo enseguida con sus amigos, con gesto preocupado, poniéndose de rodillas a la altura del banco de Mingyu.

—Ah, no es nada, sólo está cansado, no durmió bien. —Seokmin le sonrió para tranquilizarlo. Mingyu no mostró su rostro.

—¿Es eso? ¿De nuevo te desvelaste? Tonto Gyu, cuida más de tu salud... —Minghao le acarició el cabello con cariño y se fue a sentar en su lugar. Seokmin hizo lo mismo, atento a cómo reaccionaría su amigo.

Sólo levantó la cara cuando el profesor llegó al salón y ya no estaba sonrojado, pero no pudo alzar la mirada y Seokmin no le hizo más preguntas.

La poesía es otro lenguaje del amor, como la música. Tal vez esa era la manera en la que el corazón de Mingyu lo hablaba.

Sonrió para sí mismo, pues a pesar de haber hecho esa pregunta, de para quién era aquel poema transcrito, él ya conocía la respuesta.

Sonrió para sí mismo, pues a pesar de haber hecho esa pregunta, de para quién era aquel poema transcrito, él ya conocía la respuesta

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Lo que a mi vida le hace falta si no vienes


Joshua trabajaba para pagar su vida solitaria, pues su único familiar en Corea era su abuela y no podía dejarle todo el peso a ella de mantenerlo económicamente.

La cafetería tenía un ambiente tranquilo, que le gustaba. A veces veía los mismos rostros y él los atendía con una sonrisa familiar.

Agradecía por su vida y todo lo bueno y malo de ella. Pues si se le había dado la oportunidad de vivir, aprovecharía al máximo lo que tenía.

Y en su vida, un regalo bello le había sido otorgado: Lee Seokmin.

Era su sol.

Incluso en los días nublados, no faltaba, no lo extrañaba, pues alguien ya iluminaba todo a su alrededor.

Aquella persona que a sus días le daba un brillo distinto.

Sonreía inconscientemente cuando el pensamiento le traía a la mente a su amigo. Y al salir del trabajo, se apresuraba a llegar a su casa, en donde Seokmin lo esperaba fuera de su departamento, sin falta.

Como en esos momentos, que subía las escaleras, con una bolsa en su mano, porque pasó a la tienda de conveniencia para comprar helado con la intención de compartirlo con Seokmin.

Iba sacando las llaves, pero se sorprendió al no ver al chico recargado en la puerta principal, sentado, con la funda de guitarra en su espalda y con una sonrisa al verlo llegar.

Joshua se quedó de pie, confundido.

Nunca faltaba. Sólo los fines de semana no tenían sus reuniones, en donde él ayudaba a Seokmin con su guitarra y charlaban, pasando su tiempo juntos.

Su humor bajó de inmediato y se quedó viendo al espacio vacío con mirada triste.

—¡Shua! —Una mano se colocó en su hombro, se sobresaltó, pero reconoció esa voz animada. Se giró para ver al joven, con la respiración agitada y sudor en la frente.

—¿Seok? ¿Viniste corriendo? —preguntó muy bajo. Sintiendo el alivio inmediato de verlo ahí.

—Sí, es que estuve ayudando a Mingyu con unas cosas y me entretuve mucho. ¡Pero por supuesto no iba a faltar a mi cita diaria contigo! —La sonrisa brillante de Seokmin lo conmovió, al igual que sus palabras.

Le revolvió el cabello y él mismo sonrió de manera gentil.

—Gracias Seok, vamos adentro, te hará bien comer helado.

—¿Compraste helado? ¡Mi Joshua es el mejor! ¡Vamos adentro!

Joshua se sonrojó ante la manera de cómo lo llamó su amigo. Abrió la puerta de su departamento y sólo pudo pensar: "Estoy en casa" mientras entraba al lado de Seokmin.

 Abrió la puerta de su departamento y sólo pudo pensar: "Estoy en casa" mientras entraba al lado de Seokmin

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Lo único precioso que en mi mente habita hoy


Seokmin seguía practicando. Movía su cabeza al ritmo de la canción y la tarareaba. Su habitación se mantenía con la luz apagada, pues tenía la bendición de que la última luz de sol entrara completamente en ella.

Alzó la vista a la pared y las sombras que dejaba su cortina iban cambiando.

Recordó a Joshua y sonrió. Tocó con más ganas. Cantó con el corazón.


°°°
El fragmento del poema que Mingyu transcribía es de un libro que tengo que se llama "Ellas Sin Cuenta" de la poeta Paola López. Ella vino a mi facu a hablar de su libro en mi Círculo de Lectura, me encanta su trabajo. El poema es "Házme un poema". Es lindísimo.

Muchas gracias por leer.

Eres (SeokSoo)Where stories live. Discover now