8.Gimnasio clausurado

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Salto encima de ella, todavía traía la mochila a su espalda así que cuando salté su espalda golpeó los tacones que traía en la mochila.

—Auch— dice por lo bajo. Envolví mis manos alrededor de sus brazos, hice lo mismo aferrando mis rodillas a sus caderas. Soy una garrapata—. Odio que hagas eso.

—Cállate. Tú me amas— le doy un golpecito en la mejilla y me separo de ella para que pueda respirar.

—Sí, pero besas horrible.

—Ja-Ja.

Ni siquiera voy a responder a eso, ella me retrucaría si le dijera que no me había esmerado.

Si May fuera Aaron me hubiera esmerado cuando iba a besarlo, no importa que sea estando borracha. Hubiera puesto toda mi esfuerzo en hacerlo bien. Ahora que recuerdo, todavía traigo su camiseta.

Le digo que voy al baño y salgo de allí.

Cuando entro me quito la camisa de jean de Maya y saco la camiseta de Aaron que estaba metida de los extremos dentro de mi pantalón.

Me acerco al espejo para mirarla mejor.

Es demasiado grande para mí. Paso la mano por la tela y la huelo. Huele a Aron. Menta y cigarrillo. Me gusta.

Me detengo en seco y abro los ojos cuando me doy cuenta de que para ponerme esta camiseta él...

Ahogo un grito. Aaron Sky me vio casi desnuda. No puede ser. Con lo avergonzada que soy. Entonces recuerdo otra cosa de anoche.

—Vamos, Jess. No puedes dormir con un vestido salpicado en vómito— me dijo Aaron cuando me bajó de su brazo. Había deja a Maya en el piso de la puerta de entrada. Primero me estaba cargando a mí. Su departamento era lindo, muy Aaron.

—Claro que puedo, Aaron— dije.

—Ni siquiera es tu vómito.

— ¿Ah no? — incliné la cabeza, percatándome de que tenía razón, sentí mucho asco—. Es cierto.

Aaron se acercó a mí cuando sentí que iba a caerme por inclinarme tanto hacia adelante. Me tomó de los brazos y yo choqué contra su fuerte pecho.

Mis manos tomaron sus antebrazos y juro que mi cuerpo tembló. Sentía esa chispa que repercute en mi cuerpo cada vez que lo tengo tan cerca.

—Wow, no solo estás demasiado bueno con ese bello rostro y tus hermosos ojos— admití—, sino que también estas demasiado bueno completo. Eres el maldito combo de Mc'Donald. Con las papas con cheddar y bacon, un perfecto combo de carne— puse demasiado enfacis cuando dije la palabra carne.

Aaron se rió, era una sonrisa honesta, incluso juraría que se sonrojó.

—Tú tampoco estas mal, rubia— me mordí el labio.

Dios, adoraba con todo mi ser que me dijera así. Lo decía con tanta sensualidad en las palabras.

El que diga que no estaba mal era como una luz de esperanza para lanzarme hacia él y que no me rechazara, como siempre sospeché que haría si intentaba insinuármele.

—Dime rubia otra vez— mi cuerpo se unió al suyo, no me importaba un carajo que estuviera vomitada, a él tampoco parecía importarle.

Aaron se inclinó hasta mi oído y susurró:

—Rubia.

Me estremecí, mis piernas se hicieron de gelatina y se me cortaba el aire. Me mordí el labio con más fuerza cuando colocó ambas manos en mi cintura.

Mentiras Pecadoras [ Trilogía Préstame tu corazón]Where stories live. Discover now