8.Gimnasio clausurado

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—Wow wow wow— nos detiene mi mamá—. Niñas ¿Por qué tanto apuro?

Maya y yo no podemos evitar ocultar nuestra risa.

Están a punto de ver a mi madre curiosa en acción. Luego no pregunten a quien salgo.

— ¿Qué hicieron? — Abre sus maravillosos ojos verdes— Jessica... — me muerdo el labio intentando no explotar de la risa. Cada vez que ella quiere sacarme información sabe cómo someterme— ¿Vas a decirme?— Abre esos inmensos ojos verde aceituna que me obliga a decir la verdad con solo una mirada tan intensa y penetrante que no soy capaz de resistir—. Jessica Elle Montero. Dígame ahora qué hizo esta vez.

Tengo las manos escondidas detrás de mi espalda, creía que Aaron les había dicho.

Maya tiene los labios apretados para contener la risa, ni ella es inmune a las miradas de mi madre.

—Nada, mami— mi mamá levanta una ceja oscura. En vez de poner cara seria, esboza una sonrisa pícara que hace que no pueda soportarlo más. Es muy buena en sacarme información.

—Bueno— Maya se frota las manos—, ustedes tienen que hablar y yo no tengo que...— maya intentaba escapar subiendo las escaleras pero la voz de mi mamá la detiene en seco.

—Alto ahí, Maya— la detiene sin sacarme los ojos de encima.

— Sí, señora.

Siento unas palmaditas en mi hombro, cuando rompo la conexión con mi madre, me encuentro con los ojos cafés de mi hermano quien está sonriendo con malicia.

—Disfruta tu charla de madre e hija— Marcus parece disfrutarlo hasta que habla mi mamá.

—Tú no lo disfrutes tanto, Marcus, que también te castigué por no dejar en paz a tu hermana— ahora le está clavando los ojos a mi hermano.

¿Quién se ríe ahora, Marcus?

—Sí, mamá— baja la cabeza, obedeciendo. Mi mamá le hace una seña con la cabeza y Marcus se aleja vencido. Abandona la habitación derrotado por nuestra madre.

Ella es la mujer que siempre ha logrado domar a Marcus. A él y al resto de la familia. Es una fiera.

Ella deja escapar el aire.

—Quiero verlas, Jess— extiende la mano para que se las muestre. No me queda más remedio que dárselas. La expresión de mi mamá cambia de curiosa a enojada a preocupada—. ¿Es cierto que te caíste? — me dice por lo bajo.

Mi mamá es la madre menos común que conozco. En el buen sentido. Sé que siempre puedo decirle la verdad y que no tengo que mentirle. Es como mi mano derecha, mi cómplice.

Niego con la cabeza.

—Bueno— se acerca un poco mientras acaricia mis manos vendadas—. Más tarde hablaremos. No le digas ni a tu padre ni a Marcus.

—Ok, mamá— deposita un tierno beso en mi frente.

—Y más te vale que luego me digas por qué llegaron corriendo del Uber— me guiña un ojo.

Asiento y me dirijo hacia las escaleras, donde Maya me espera. Cuando nos encontramos en el tercer escalón comenzamos a subir juntas.

Al llegar a mi cuarto, lo primero que hago es cerrar la puerta, Maya se deja caer sobre mi cama, se estira.

—Adoro a tu madre— no es una sorpresa, todo el mundo ama a mi mamá. Tengo suerte de tenela—. Mis padres me hubieran pateado el trasero si hubiera llegado con vendas en ambas manos.

—Sí, creo que tengo suerte.

— ¿Qué quieres hacer? Todavía tengo mascarillas.

—Por eso te amo.

Mentiras Pecadoras [ Trilogía Préstame tu corazón]Место, где живут истории. Откройте их для себя