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Capítulo n. 9,

C A R T A S

La tinta gotea sobre el papel, manchando su pureza, gruñes internamente al ver como el negro se expandía sin parar, agarrando otra hoja para volver a comenzar, esta vez más cuidadosamente

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La tinta gotea sobre el papel, manchando su pureza, gruñes internamente al ver como el negro se expandía sin parar, agarrando otra hoja para volver a comenzar, esta vez más cuidadosamente. El pulso tembloroso no te ayudo a tener una letra perfecta ni aunque fueras parte del club de escritura, arrugaste el papel para lanzarlo a la papelera.

Con un pesado suspiro te levantaste de la cama, mirando la noche estrellada, apoyada en la ventana, la brisa nocturna te relajó por unos instantes, pero la tranquilidad fue rota por tu seca tos. Te tapaste la boca para no hacer tanto ruido, manchando tus manos de sangre, los oídos empezaban a pitarte y tus ojos estaban a punto de cerrarse. Vomitaste por cuarta vez en el día. Cuando terminaste de lavar tu cara la sala ya estaba limpia, volviste a recostarte en la triste camilla del hospital mirando al techo sin encontrar la inspiración.

Cáncer.

Te habían diagnosticado cáncer, y no estaba en una fase primaria, por lo cual era más difícil deshacerse del tumor. Nadie sabía que estabas en el hospital menos tu familia, nadie tenía porqué enterarse.

Todo saldría bien. Sí, esos pensamientos eran lo único que cabía en tu cabeza, pero no estabas intentando escribir una carta porque sabías que la operación iba a ir perfectamente a pesar de que era lo que te decías constantemente. Era porque muy dentro de ti sabías que había una probabilidad de no superar dicha operación.

Frustrada tiraste tu cuaderno al suelo, junto con el bolígrafo, solo querías escribir algo para distraerte, o quizá una carta de despedida, por si acaso. Querías seguir siendo recordada de algún modo, escribir ahora era tu única vía de escape.

Con una diminuta sonrisa agarraste el desgastado gato de lana que habías dejado sobre la mesita, también el gorro rojo de lana de Fuku, te lo había prestado antes de que huyeras de él. Olfateaste la prenda apretándola entre tus manos mientras que algunas lágrimas amenazaban con salir corriendo de tus ojos. Miraste los objetos por última vez, debías devolverlos, porque tenías claro que lo volverías a ver.

Tomaste aire con más energía para golpear tus mejillas, te quejaste del dolor pero aun así volviste a por tu cuaderno y bolígrafo. El anterior temblor paró inmediatamente, como si respirar la fragancia de Fukunaga te hubiera dado energía empezaste a escribir delicadamente sobre el fino papel, con una letra bonita y legible.

Tu voz resonaba una y otra vez en su cabeza, "nos vemos luego" era lo único que podía escuchar en su mente, un escalofrío recorrió todo su cuerpo, los pelos se le pusieron de punta al ver el nuevo peluche que crearon hace apenas unos días

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Tu voz resonaba una y otra vez en su cabeza, "nos vemos luego" era lo único que podía escuchar en su mente, un escalofrío recorrió todo su cuerpo, los pelos se le pusieron de punta al ver el nuevo peluche que crearon hace apenas unos días. No había vuelto a verte desde ese día, tampoco habías ido a clase y no creía que estuvieras visitando a tu familia por tanto tiempo. Te conocía demasiado bien como para saber que estabas mintiendo deliberadamente.

Era como un mal presentimiento, tal y como la última vez. Gruñó internamente para abrigarse, se despidió de sus padres, comenzando a caminar sin rumbo fijo, con la mente nublada. Caminó durante varios minutos donde solo podía patear piedras, sin saberlo llegó al gimnasio donde estaban algunos de sus amigos; hoy había práctica libre y él decidió descansar pero al final parece que sí asistirá.

─¡Hey! No te quedes mirando, vamos Fukunaga.

Yamamoto golpeó fuertemente su espalda, entrando a la cancha, al parecer venían de hacer una carrera. Se sobó la parte dolorida para entrar, solo estaban los terceros años, Yamamoto y Lev.

Se puso al día con sus compañeros sin embargo su mente no logró despejarse, no podía rematar a gusto así que le pidieron que colocara algunas bolas para que Lev practicase. Ahora estaban recogiendo y se quedó solo junto con el punk, que miraba con los ojos entrecerrados al silencioso rematador. Con un chasquido de lengua colgó uno de sus brazos sobre su hombro.

─Hombre, ¿Qué te pasa? Estás más distraído de lo usual.

A veces le llegaba a sorprender lo bien que podía leerle Yamamoto. Negó restándole importancia pero su compañero volvió insistir hasta que dio en el clavo.

─Es por ella, ¿cierto? —Desvió la mirada— Lo suponía, estás preocupado porque ha estado faltando a clase, no debes preocuparte, ya avisó que estaba visitando a su familia.

Sonrió proporcionando apoyo a su compañero de año, sin embargo Fukunaga solo apretó los puños, sintiendo un horrible miedo en sus entrañas.

─No, algo está mal.

─¿Uh? oye-

Se calló viendo como el chico salía a correr, sin darle oportunidad a seguirlo.

─¿Pero qué le pasa a este ahora?

Corrió todo lo que sus piernas le permitieron hasta llegar a la cueva, retomó el aliento descansando sus brazos sobre las rodillas, tragó saliva mirando todo el escenario. Todo parecía estar en orden entonces ¿por qué tenía esa sensación? ¿por qué sentía ese vacío en su estómago constantemente? Justo cuando estaba apunto de irse, rendido, vio algo que no cuadraba, era un pequeño sobre, algo manchado de tierra y arrugado.

La respiración se quedó atascada en su garganta al ver lo que había escrito en el papel.

Para Fukunaga Shohei.

Para Fukunaga Shohei

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𝗦𝗲𝗲 𝗬𝗼𝘂 𝗟𝗮𝘁𝗲𝗿┃Fukunaga ShoheiWhere stories live. Discover now