16. Un paso adelante.

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Ha pasado una semana, ya estoy en casa, me han dado el alta. Mis padres apenas pueden mirarme a la cara, se sienten culpables, y aunque no quiera yo también lo pienso.

-Cariño, tienes que comer algo y tomarte la pastilla.-me dice mi madre entrando con una bandeja y un baso de agua.

-No tengo hambre.

-Si sigues así te enfermarás.- deja la bandeja a un lado y se sienta, me mira a la cara, a los ojos. No contesto, solo la observo.

-Sé que le querías, y que ahora mismo no tienes la cabeza como para pensar en nada más, pero tú estás viva, y ahora más que nunca debes vivir por los dos, me entiendes? Él no querría verte así, estoy segura. Por favor Ali, no te pido que vayas a ninguna fiesta, ni mucho menos que salgas con otro chico, pero sí que comas, te levantes e intentes, por lo menos, vivir.-mis ojos, tristes, lo dicen todo.

-Está bien, por la tarde, quizás.

-Bien,-se levanta y coge la bandeja- come, puedo irme tranquila?

-Si mamá.

(...)

Por la tarde:

Estoy cansada, me miro al espejo, parezco un alma en pena, pero ya está, hay que continuar, la vida sigue. Me visto (una camiseta gris con varios dibujitos en negro, unos pantalones cortos y unas vans), me hago un moño y bajo las escaleras.

Tengo las piernas bastante débiles de todo este tiempo que he pasado encerrada en mi habitación, durmiendo, llorando y sobre todo pensando en él.

Es increíble como le hecho de menos, y hace solo unos meses creía que seguía amando a Justin, por encima de él. Ahora sé que no, que le quería, de verdad lo quería.

Cojo las gafas de sol del mueble de entrada y salgo de casa, entro en mi coche, me dirijo a la floristería.

-Buenos días, querría...bueno...unas flores para...mi novio, por favor.

La dependienta me sonríe, esto cierta de que no se imagina que él ya no está.

-Un regalo para alguien especial?

-Bueno, sí, él...murió.- su rostro se tuerce repentinamente, ahora me mira con cara triste.

-Vaya...lo siento mucho.

Hago un intento de sonreír, aunque fallido.

En unos minutos regresa con una jardinera de flores rojas, es realmente precioso, como las rosas que más de una vez el me regaló.

Salgo de allí con la jardinera en la mano, veo algunos conocidos que, al verme, cuchichean entre ellos, intento no mirarles y me adentro en el coche.

Cuando llego al cementerio me dirijo a su sepultura, por suerte no hay nadie, no querría toparme con su madre...

Me siento a su lado y las coloco con cuidado, como si pudiesen romperse en mil pedazos. Miro su foto.

-No sabes como te hecho de menos Taylor, desde que te has ido las cosas han cambiado mucho, he hecho una tontería, si pudieses hablarme me reñirías- sonrío- pero no estás...-las lagrimas se me forman en los ojos luchando por salir y no cesan hasta cumplir su objetivo, dejándome la cara mojada. Una de ella cae en su sepultura, directa a su nombre.

-Te quiero Taylor, te quiero tanto, aunque no estés aquí seguirás vivo en mi corazón, y te prometo, te prometo que jamás te olvidaré, nunca. Júrame que tú nunca me abandonarás, que nunca dejarás de cuidarme. Te siento, te siento tan cerca de mi, tan presente, es como si me estuvieses viendo. Ha llegado la hora de irme, me gustaría quedarme contigo pero no he dicho nada a mis padres y después de lo del otro día...podrían preocuparse. Te quiero, no lo olvides, nunca.

-Mamá? Ya estoy en casa.

-Cariño! Supuse que habrías ido a ver a Jessi y que llegarías pronto o de lo contrario llamarías. No debiste irte sin avisar, sabes que me preocupo.

-Lo sé mamá. No he ido a ver a Jessi, fui a ver a Taylor.

-Está bien, quería hablar contigo, nos sentamos?

Entro en el salón y me siento en el sofá, ella se sienta en el otro.

-Los abuelos van a venir a pasar unos días, tu padre pronto tendrá que viajar a Australia y yo tendré que ausentarme unos días también.

-Y has llamado a los abuelos para que me hagan de niñera?

-No es eso Alice, pero creo que necesitas a alguien para estar contigo estos días, además, hace mucho que no los ves.

-Si, lo sé, se alegrarán de verme.

-Veo que lo has entendido.

Ding-Dong, Ding-Dong, suena el timbre.

-Ya están aquí?- pregunto extrañada.

-No, no vendrán hasta mañana. No esperabas a nadie?

-Quizá sea Jessi...

-Ve abrir.- me dice con una sonrisa maternal, le sonrío levemente y voy hacia la puerta.

-Hola.-me dice con su enorme sonrisa.

-Hola...Qué haces aquí Justin?

-Quería verte, saber como estabas y eso.

-Quieres pasar?- le digo incitándole a entrar.

-Ah, hola, eres tú, que sorpresa, no hemos tenido tiempo de agradecerte lo que hiciste por Ali, quieres quedarte a cenar?.- le dice mi madre plantándole dos besos.

-No es necesario señora, solo me pasaba a ver que tal está su hija...

-Seguro que no quieres? Hoy toca comida Italiana y de postre tarta de trufas.

-Será un placer compartir mesa con ustedes.- lo sabía, lo ha convencido.

-Vamos.- le digo subiendo hacia mi habitación.

-Vaya, es...

-Un desorden total.- le corto.

-Alucinante.-me saca una sonrisa, sincera.

-He pasado todo este tiempo aquí así que huele a cerrado y el suelo no está limpio, la ropa está por aquí y por allá...

-Quieres que te ayude?

-A qué?- le pregunto desconcertada.

-A recoger.

-Estás seguro?

-Por supuesto! Será un placer.

-Está bien.- le miro y me sonríe.

-Justin...una cosa.

-Dime.

-Aún es pronto.

-Lo sé.

Solo así te quiero yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora