"Doctor, ¿no se podrá realizar el test en otra parte del cuerpo?" Pregunta, mientras trato de tranquilizar la respiración de una nerviosa Dalia.

"Podemos hacerla en el antebrazo" indica. El pequeño temblor de Dalia persiste, pero, aun así, no quito mi mano. "Pero te voy a pedir, Dalia, que no te frotes ni te rasques el brazo ¿Sí?" Solicita. Dalia asiente mientras aprieta sus labios.

"Dalia" Llamo obteniendo su atención "Mantén tu vista en mí" indico "Será rápido" aseguro aun sosteniendo su mano. El Dr. Hagen se acerca con una lanceta al ante brazo extendido, Sean sostiene su mano para evitar cualquier movimiento que le perjudique, Dalia parpadea cada que la pequeña aguja atraviesa su piel, arruga su frente al sentir las gotas de alergenos posar su brazo, sin embargo, no quita su mirada de mí, como le indiqué. Sonrió acariciando mi pulgar sobre el dorso de su mano. "Eres muy valiente, conejita" halago mientras el doctor empieza a guardar los frascos utilizados.

15 minutos. Cuatro alergenos detectados. Una receta de antialérgico. Pago en efectivo y expediente en mano, regresamos a casa. Sin antes hacer una parada técnica en AutoMac. Dalia no supo que ordenar, así que Sean se encargó de pedirle un Happy Meal de Nuggets.

Sin darnos cuenta, la íbamos tratando de a poco como una niña. Es lo que era ¿No? Ella no parecía aborrecida por la idea, a pesar de esto no podía quitarme de la mente el hecho de que ella no quisiera ser tratada de esta forma y solo aceptaba estos tratos porque... ¿Era su única opción? Diablos. Es tan difícil saber cosas de otra persona si esta no se comunica, ojalá en la escuela de psicología me hubieran enseñado a leer mentes... sería más fácil, pero a su vez le quitaría la esencia de ser humano.

Tal vez... ¿Debíamos mostrarle otra forma de ser tratada para que luego ella eligiera?, a pesar de no sentirme cien por ciento de acuerdo con esta conclusión de mi parte, era algo razonable. Quiero que Dalia se sienta lo más cómoda posible y sí, eso conlleva alejar este instinto que había empezado a florecer, entonces lo haría. Pero no dejaría de cuidar de ella. A pesar de sentir que algo dentro de mí se estrujaba con el simple hecho de que ella eligiera dejar de ser tratada como una niña, una baby, no me interpondría ante sus deseos por más dolor que me ocasione. Hablaría con Sean, no puedo dejar estos pensamientos pasar.

Dalia finaliza los nuggets con facilidad, pero se niega a comer las papas o la manzana que trae el combo. Insisto más de la cuenta para que al menos termine de tomar el suplemento que le serví al llegar. Tardó más de lo que esperaba para terminar de tomar todo el vaso, no quise presionarla usando frases como: "No te mueves de acá hasta que lo termines", eso solo le generaría malestar y definitivamente, Dalia debía tomar este suplemento por un tiempo largo y hacer que le tuviera miedo, no iba a ser la solución... a decir verdad, hacer que alguien tuviera miedo a algo para que así hiciera lo que uno quisiera nunca era la solución, ni siquiera con los animales.

Dejando un beso en la frente de Dalia camino a la puerta, Sean apoyado en el marco le da las buenas noches antes de cerrar casi por completo la puerta. Dejando la luz del pasillo encendida, nos alejamos del cuarto de invitados, que ahora era el de Dalia.

Bien. Llegaba mi momento de hablar con Sean acerca de nuestra inquilina.

DALIA

3:41 am

Mi cuerpo tiembla descontroladamente cuando abro mis ojos, el sudor ha empapado la ropa que me dio Ian para dormir, permanezco lo que parecen horas tratando de regular mi respiración, cuando logro que el aire vuelva a ingresar a mis pulmones cierro con fuerza mis ojos, culpándome una y otra vez por haberme permitido dormir, dejando qué maestro se apoderará de mi realidad una vez más. La manta entre mis manos me hace recordar el lugar en donde me encuentro, lejos de maestro. Arrastrándome salgo poco a poco de debajo de la oscuridad en la ventana, indica que aún es de noche, sentándome erguida repito una y otra vez palabras de consuelo junto a promesas lejanas, frotó mi pulgar sobre mis dedos hasta que el escozor se hace presente, continuó magullando las uñas de mis dedos sin poder controlar mi tic nervioso que en este instante me transmite una salida a las imágenes que recorren mi cabeza, aterrándome.

Amarte, Dalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora