Diablo

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Estoy llorando inconsolablemente mientras Massimo me sostiene de los hombros para intentar calmarme. Mi bebé sufre, su llanto me hace querer matar a la persona que ahora, con manos mecánicas, le coloca las vacunas requeridas para su edad. Estamos en el hospital, más específicamente en el reparto de pediatría que se ha convertido en la peor pesadilla de mi vida. Después de estar casi tres meses viendo sólo estas cuatro paredes no me apetecía regresar jamás, pero era por el bien de nuestro hijo, aún cuando eso le causara un dolor que me partía el alma en dos.

Me había costado trabajo quitarme de la cabeza su cuerpito lleno de moretones por las punturas y tenía que comenzar a hacerme la idea de que ésto sería una visita obligatoria al menos los próximos 14 años.

-Mami está aquí, conejito- susurro casi sin voz

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-Mami está aquí, conejito- susurro casi sin voz. La doctora está siendo cuidadosa, incluso habla con él mientras le pincha sus piernitas regordetas pero me es inevitable no sufrir ante su dolor. De haber sabido que traer una criatura al mundo te haría sufrir el doble las desventuras de la vida me lo habría pensado mejor. Es una cosa que no te cuentan o si lo haces no le das importancia o tachas de exageradas a esas madres que dicen sentir cada lágrima de sus hijos, ahora, después de los meses más duros que he vivido las entiendo, con cada fibra de mi ser.

-Ya acabó- Massimo me besa el cabello porque tengo mi cabeza enterrada en su pecho ya que no quería ver la reacción en la carita de Lucca cuando sintiese la aguja. Escucho su llanto agudo. Es tan blanquito que su piel se torna roja y no puedo soportar más no sostenerlo. Como una leona se lo arrebato de los brazos a la doctora que, imagino conociendo las reacciones de las madres me lo entrega sin decir nada. Lo meso en mis brazos, arrullandolo con siseos pegadito a mi pecho aun con lágrimas en los ojos. Creo que no conocía lo que era el verdadero dolor antes de ser madre.

-Ya está, mi cielo.

-Ayuda el chupete o puedes intentar amamantarlo para que se calme.- veinte minutos después salimos del consultorio con un Lucca completamente dormido y yo llena de ansiedad. Olga ha decidido acompañarnos ya que Massimo tiene asuntos que resolver en Palermo y no quería hacerme regresar sola a casa.

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365 días de vida.Where stories live. Discover now