Hoy es un día soleado y la brisa que me golpea es agradable, me gusta ver el amanecer, todos los días sus colores son distintos, es algo maravilloso, ni siquiera una pintura puede igualar la belleza que hay en el cielo. Es sábado e iré a trabajar a la casa de la señora Blythe. Es una persona encantadora y su forma de ser podría cautivar a cualquiera. Creo que tiene más o menos 60 años, su cabello se comienza a tornar blanco cada vez más, se viste de manera elegante y de buen gusto, digno de una distinguida dama de su edad. Es una lástima que la mayoría del tiempo se encuentre sola en su casa, por eso me gusta ir a hacerle compañía de vez en cuando, ella amablemente aceptó mi propuesta de trabajo, ahora me dedico a cuidar su jardín y hago algunas tareas extra en las que necesite mi ayuda.

Me apresuré a alistarme y buscar un canasto para guardar algunas fresas del huerto y así llevarle a la señora Blythe, le gustan mucho y acostumbro a hacerlo, le llevo frutas o algunos panes, ella me dice que no es necesario pero a mí no me molesta en lo absoluto, de alguna manera trato de devolverle todos los cordiales gestos que la señora ha tenido hacia mi.

Salí lo más rápido que pude, no quería toparme a Gordon y su molesto grupo de amigos, salen a pescar casi todos los sábados y acostumbran a fastidiarme cada que se les presenta la oportunidad de hacerlo. Me quitan la comida que traiga, rompen mis cosas, las pisan o tiran lejos, han roto y dañado varios de mis dibujos, su vida es tan miserable que hostigan a otros para sentirse mejor. Son realmente patéticos.

Verdaderamente tenía una buena corazonada sobre este día, los pájaros se escuchaban melodiosos y no podía evitar sonreír, me sentía extrañamente alegre esta mañana.

Ya iba a mitad de camino cuando... ¡sorpresa! el grupo bravucones se encontraba sólo a unos cuántos metros de distancia delante mío. Mi sonrisa se desvaneció junto a mi buen ánimo.

—Hey, chicos, miren quién está ahí—habló Gordon con un tono burlista —es uno de mis cachorros favoritos, el debilucho de Cole Mckenzie, ¿eh? —todos empezaron a reírse y caminar hacia mí

Estaba paralizado, quería correr pero mis piernas no respondían, no supe qué hacer, cuando me percaté ya me habían rodeado en un circulo y Gordon se encontraba parado al frente de mí. ¿Qué podía hacer? A pesar de que nuestra estatura era similar, ese tal Gordon pesaba el doble que yo, de todas maneras habían tres chicos más, me era imposible ganarle a 4 personas.

— Es inútil intentar escapar. Ja,ja,ja. ¿Qué mejor manera de empezar el día si no es jugando un poco? ¿Cierto? El otro día te escapaste, pero hoy no lo harás.

—D-debo irme — dije titubeando mientras miraba el suelo, hice el impulso de caminar hacia adelante pero Gordon me detuvo con su mano derecha, a la vez me dió un empujón, gracias a eso perdí el equilibrio y caí al suelo, tragué saliva pensando en lo que me iban a hacer. ¿Por qué justamente hoy?

—Habla más alto, debilucho. ¿Qué llevas ahí?—me arrebató el canasto con fresas y comenzó a husmear su contenido, intenté ponerme de pie pero sus amigos me tomaron los hombros quitándome el impulso — ¿Irás a visitar a tu abuela, Caperucita?  Eres tan ridículo que sólo me produces náuseas. —Tiró el canasto al suelo y volvió a verme con repudio

— De verdad debo irme, me están espera...

— ¿Dije que hablaras? CÁLLATE —me interrumpió — Sujétenlo, muchachos —me tomaron fuertemente de las muñecas, colocándome de rodillas, no podía pensar en nada, la última vez que me pegaron, quedé con un ojo morado por varias semanas, ya estaba harto de esto.

Tal vez me romperían la nariz esta vez, así que sólo cerré los ojos y esperé el impacto.

— ¿Qué está pasando? —escuché una voz desconocida hablar, los amigos de Gordon me soltaron apenas esa persona llegó, así que abrí los ojos dudosamente y cuál sería mi sorpresa... ¿El nieto de la señora Blythe? ¿Qué estaba haciendo?

— Sólo estamos jugando, ¿Tú quién eres? ¿Acaso conoces a este idiota?—dijo Gordon rodando los ojos y apartándose de mí

— Sí, él es mi amigo y tenemos prisa, es mejor que se vayan si no quieren problemas —sonó lo suficientemente intimidante para mí, pero el grupo de fanfarrones parecía insatisfecho

—Ja, ¿Te crees superior, verdad? ¿Qué nos harás? —Gordon parecía no inmutarse si quiera y seguía con su actitud altanera.

—No creo que quieras conocerme. —se acercó más a Gordon con su mano izquierda hecha un puño, un escalofrío me recorrió la espalda al caer en cuenta de lo que iba a suceder, los chicos se veían algo asustados pero Gordon seguía con el mismo semblante

—Gordon, creo que es mejor si nos vamos, conozco a este chico y su familia es poderosa, creo que no debemos meternos en más problemas —se escuchó que uno de sus amigos le susurraba al oído, él sólo exhaló fuertemente y los empujó, yéndose notoriamente furioso, los observé alejarse y al mismo tiempo incrédulo de que esto hubiese sucedido.

Sólo quedamos ese chico y yo. Me encontraba enteramente avergonzado. Lo primero que pensé fue que él le iba a contar a su abuela lo sucedido y ella se daría cuenta de que sigo siendo un blanco fácil, sabría que soy frágil y que me siguen molestando. Volteé a verlo dispuesto a reclamarle pero él habló primero;

— ¿Estás bien? — sonrió.

Quedé absorto ante eso, mi corazón se estremeció y sentí como si flotara, su sonrisa me transportó a un campo de flores púrpura.

Sólo bastó una sonrisa.

Mi primer amor // Gilbert x Cole Where stories live. Discover now