–...Ok. Sí es eso –admitió una vez que la expresión de Takenaka, molesta y sarcástica, le recordaba que estaba escuchando esos pensamientos–. No es que crea que me vayas a robar. Es que tuve una mala experiencia. ¡Cómo van a hacerle eso! A mi mamá, ¿puedes creerlo? –se quejó. Todavía ofendido por ESA vez hace años. Momo negó con la cabeza. Tenía que decir algo - él, justo él, no iba a ser un malo de la historia. ¡No estaba tratando mal a Takenaka! Pero no iba a disculparse. En lugar de eso, quizás, cambiar el tema, con una broma–. Pero no eres mucama. Eres mi sirviente personal~

Con una risita, y una queja de Takenaka, fue suficiente para haber logrado su objetivo.

–Está bien. Te entiendo... Pero que conste que es molesto –obviamente, no esperaba disculpas de Teruki, pero rodó los ojos, continuando con su trabajo, ofreciendo el desayuno–. Y no soy ningún sirviente

....

Finalmente. Momozo dejó la casa. Lo dejó a él sólo. Teruki no estuvo seguro de que hacer - se aburría estando solo. Comenzó a dar unas vueltas alrededor. Oh, ni siquiera tenía la excusa de poder limpiar para distraerse. Eso era algo que, viviendo solo, siempre funcionaba. Pero no ahora que tenía un criado personal durante una semana al mes. Ese había sido el trato. En lo que concernía a Teru, un buen trato. Supuso que podía jugar algún juego en su teléfono, un juego de idols. Por un momento se preguntó si a Momozo le gustaría esa música.

No estaba específicamente pensando en él. Pero como habían pasado tres días seguidos juntos, era sólo natural hacerlo. A diferencia de otros, Teruki no se escondía a sus propios pensamientos... No a esta clase de pensamientos, al menos. ¿Momozo era atractivo? No. Para nada. Su cara era rara y tenía las formas todas en los lugares equivocados, era cara de Momo y no podía describirlo de otra forma. Pero, era simpático y estaba disfrutando su compañía. Además, Momozo siempre estaba cantando o tarareando canciones que él no conocía. Llenaba el silencio y era lindo oírlo. Y de ahí su duda, si conocería o no esta música.

Agotó todos los pequeños corazones luego de cumplir sus objetivos, y la hora le decía que ya tenía que haber salido camino a la escuela, quince minutos atrás. Ups. Pero una buena por una mala. Estuvo en casa justo a tiempo para recibir en mano lo que sería el trabajo de Momo por el resto del día: la entrega de la lavandería.

Por su parte, el día de escuela no fue mucho. Para cuando todo estuvo asentado de nuevo en casa, había dejado atrás largas horas de filosofía, que sabía no iba a usar en su vida (tal vez debería darles más atención), y de matemáticas que... sólo quizás usaría. En cuanto Takenaka entró por la puerta, palmeó sus manos, continuando con su discusión sobre cómo era un sirviente, le ordenó planchar y luego organizar las ropas recién lavadas. Aunque Momozo se veía agotado ya antes de empezar. Y ojeroso. Más de lo usual. Wow, era posible. Ese muchacho necesitaba algún tratamiento de piel.

–Al menos no tengo que lavar tu ropa interior... –el ácido común en Takenaka, justo antes de comenzar a trabajar.

A esta altura, Teruki entendía la rutina: Momozo gruñiría, haría un comentario sarcástico e igualmente lo atendería como un rey. Oh, y cantaría una canción. También era parte de esa rutina que Teruki disimularía, y lo escucharía. No es que desconfiase de él: le gustaba estar cerca. Esperen. Esperen. El conocía esa canción. Y vaya, que canción. No encajaba con Momozo para nada, y eso le daba ganas de oírlo más- Pero Momozo se quitó los auriculares, el gesto en lenguaje Takenakense de "te voy a prestar atención y quizás hasta leerte la mente"

–¿Vas a seguir? –Teruki lo notó quizás, sólo quizás, un poco más acido. Sonaba a que le había ido mal en la escuela–. No te voy a robar nada, Hanazawa.

–¡No es eso! ¡Ya te lo dije! –tuvo que fingir ofensa. ¡Y con todo lo que le había no dicho en la mañana! ¿Eso creía de él? Que desgraciado, Momozo debería sentirse avergonzado, no él, ¡no lo vigilaba! Todo ese pensamiento continuó. Sí, Takenaka recibiendo las señales de este, pero también el hecho de que Teruki continuó por un rato el acto y la palabrería: En serio, Teruki se creía lo que decía. A pesar de que, en alguna parte (Takenaka tuvo que suponerlo, porque no iba a hurgar tan profundo) sabía bien que sí. Que lo estaba vigilando–. ¡Sólo quería decirte algo! –finalmente, cortó ese intento de hacer sentir mal a Momozo por lo que en serio quería decir–. Es que escuchaba lo que cantas... –Sonrió, de forma dulce. O no tanto. Era esa sonrisa que enviaba escalofríos a la espina de cualquiera. Y, además, un inmediato sonrojo a la cara de Momozo–... Es que te veo y es mi reacción...

–No...

Sí. Dio en el clavo. Era lo que escuchaba. Y causaba exactamente la reacción que esperaba el saberlo.

–...El querer tener todo el control. No imaginaba que oyeras Miranda, de todas las cosas...

–Cállate.

–Como siempre andas con tu musca de chico emo...

–¡Hanazawa!

–Me parece adorable. –Como respuesta tuvo más negativas–. Y cantas muy bien, además. –entonces Momo hizo silencio y lo miró. Una vergüenza diferente–. Deberías hacerlo más.

–Basta ya... –Sonrió, pero apartó la mirada. Definitivamente avergonzado, y definitivamente, tierno. Cosa que una burla llevó a la otra. Insistiendo para que cantara, cantándole la vergonzosa canción que había estado tarareando. Al menos consiguió darle una ojeada a su lista de reproducción y oh Dios. Terrible. Se iba a burlar tanto de él. Luego siguieron las burlas llamándolo adorable y mencionando como su rostro se ponía rojo tan rápido. Momozo tenía una piel muy delgada, los colores se le subían de inmediato. Lo cual era sólo motivo perfecto para seguir, y seguir, y seguir.

–También las ojeras. Se te marcan muy rápido. –y seguir. Aunque, hablando de eso–. Estas cansado, ¿Verdad?

–Venir a hacer el desayuno fue mala idea... Quizás no debería seguir viniendo tan temprano.

–O quizás podrías quedarte a dormir.

La escena se repitió casi al pie de la letra con la del día anterior. No podía creer que esa oferta fuera en serio, pero lo era.

–No desconfío de ti. ¿Lo ves? Sólo me gusta mucho como cantas. Mo~mo~. Y como te ves, tan bonito~ Por supuesto que quiero mirarte.

No quiso escuchar más de eso. No, nada más. Hora de ignorarlo. Y de morderse la lengua para no cantar. Por la piel pálida que delataba su vergüenza volviéndose roja al instante, no podía hacer nada. Teruki lo tenía atrapado. Pero al menos podía dejar de escucharlo. No le gustaba que le coqueteara. No le gustaba que dijera su nombre así. No le gustaba oír sus pensamientos confirmando que lo creía bonito. Y por todas esas razones, Teruki insistía. Le encantaba picar hasta los extremos.

La despedida del tercer día, fue la más rara de todas. Porque fue despedirse para ver cerrar la puerta del cuarto. Teruki había sido ridículamente amable durante el día, hasta agradable, y eso era decir mucho.

Ah, mejor se ponía los auriculares. Mala educación, la gente piensa mucho antes de dormir. Y estando tan cerca...

Esperen. El maldito estaba cantando Profe a todo volumen en su mente.

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Gracias por leer. ¡Es la mitad de la semana ya!

Una semana en☆teru☆aWo Geschichten leben. Entdecke jetzt