Miercoles

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De Teruki sobre Momozo- y otras cosas

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El tercer día de la semana llegó. Teruki había programado una alarma una hora y tanto más temprano que su habitual. No quería que Momozo llegase y él estuviera aún dormido... No era por nada pero... ¿sería descortés?

Oh, no podía preocuparse demasiado por eso, tenía algo mucho más importante que hacer, y era su rutina de la mañana, antes de que cierto durazno llegase.

La perfección tenía su precio, y aunque dijera lo contrario, no amanecía esparciendo brillo. Tenía que cuidar su piel, su cabello, sus manos. Era una rutina diaria y dedicada. No es que pasara horas frente al espejo, pero tenía que hacerlo si quería mantener su status de chico popular y atractivo. Y era muy importante mantenerlo: a pesar de ser un simple extra en esta historia, tenía que ser uno muy atractivo. No por querer destacar, o ser superior en algo, pero, simplemente le gustaba. Era agradable ser atractivo. No por alardear que lo era, pero lo era. Tenía que serlo. Y es con esos pensamientos de mantener su perfección- perdón, su normal atractivo, que pasó todo el tiempo hasta escuchar las llaves de la casa haciendo ruido y a Momozo haciéndose paso, arreglándose, peinándose y cuidándose en general.

Por su parte, Momozo entró lo más silencioso que pudo. Si es que Teruki estaba dormido, no lo quería despertar. No se había dado cuenta que iba a tener que tomar un taxi ¡un taxi! Para llegar a tiempo y luego caminar a su propia escuela. Ahora que lo pensaba, era una idea estúpida. Debería haber llamado y dicho que no. Casi que le daba vergüenza tener que pasar el costo del coche en lo que tenía que cobrarle a Teruki. Casi. Porque si entramos de nuevo en toda la explicación de lo que siente por él...

–Buenos días~

–¡Mier-! –Teruki lo tomó por sorpresa. Sacándolo de sus pensamientos, haciéndolo saltar en su lugar, luego tomar un profundo trago de aire–... No te esperaba despierto.

–Hmm... Pero si siempre me despierto temprano. No veo por qué no –mintió, con una sonrisita en los labios, y por si fuera poco, agregó–. Ah, voy a arreglarme un poco y vestirme. Suerte aquí Mo~mo.

Él murmuró la última silaba de su nombre entre gruñidos y prosiguió a preparar el desayuno. Para dos. De nuevo, cometió el error de no comer antes de salir. No podían culparlo, se levantó demasiado temprano para llegar hasta allí, y aun así no lo hizo en tiempo.

Fue lo mismo de los días anteriores. Ni bien empezó con su trabajo, Teruki apareció, rondando como un ente. Pero esta vez era muy temprano para eso.

–¿Siempre vas a vigilarme? Ya entendí. No te gustan las mucamas, ni nadie en tu casa. ¿Por qué tanto alboroto?

¿Y eso de donde salió?... Oh, de su propia mente. Se avergonzó, sólo ligeramente. Pero de que sus pensamientos no estuviesen bien cubiertos con una barrera, no por otra cosa.

–¡No es eso!

Ok. Tenía que admitirlo. Tenía una razón por la que no le gustaban las mucamas, o ninguna clase de servicio en la casa para ser honesto. Era desconfiado. No le gustaba para nada tener que desconfiar de uno de sus "amigos". Pero así era, y no es como si conociera tan bien a Takenaka. No era Kageyama después de todo. Y él simplemente tenía mala experiencia con una mala criada que se atrevió, se atrevió, a intentar robarle a una de sus madres. Desde entonces cualquier extraño en su casa no era bien recibido, y por eso prefería encargarse de cualquier trabajo que tuviese que encargarse. Ahora que no utilizaba su telekinesis para (casi) todo, un poco más difícil, pero nunca fue realmente un problema.

Tenía todo en bastante buen estado, pero holgazanear era agradable, y se le daba mucho mejor dar órdenes que trabajar. Así que como Takenaka necesitaba trabajo, todos ganaban.

Una semana en☆teru☆aDonde viven las historias. Descúbrelo ahora