Capítulo 36: Salir a la luz

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Harry se quedó asombrado ante aquello. Estaba tan feliz de estar con Louis que en ningún momento se había parado a pensar en aquello. Él se había tomado su tiempo para aceptar su orientación sexual y sus sentimientos hacia el ojiazul, pero no se había dado cuenta de que quizás Louis no había tenido ese tiempo.

—Oh, bebé—dijo envolviéndole en un abrazo—. Perdóname por ser tan egocéntrico. Sabes que te daré todo el tiempo que necesites.

—No tienes que pedirme perdón por nada, Harry. Tú sabes que sí me apetece ir contigo pero... No sé, tengo miedo.

—¿Miedo a qué? ¿A lo que vaya a pensar de nosotros la gente?

—Sí...

La voz de Louis sonaba tan débil como un susurro y Harry no pudo hacer otra cosa que unir sus labios mientras acariciaba con lentitud sus mejillas. Necesitaba hacerle saber que le importaba, que se preocupaba por él.

—La gente puede pensar lo que quiera, pero eso no debería ser de nuestra incumbencia —dijo con voz suave cuando se separaron—. Son nuestras vidas, Lou, no las de ellos. No podemos dejar que nos conviertan en marionetas.

—En eso tienes razón pero... ¿Qué pasa si vemos a alguien que nos conoce y lo va contando por ahí? Además, ese no es nuestro único problema. No podré ocultar mi barriga por mucho tiempo cuando comience a crecer.

Harry se quedó pensativo. Lo que decía el chico era cierto y realmente debían pensar en ello y en muchas otras cosas aún.

—¿Cuánto tiempo tienes? —preguntó pensativo—. ¿Un mes y medio?

—Sí, casi siete semanas.

—Bueno, eso significa que cuando nos graduemos sólo estarás de tres meses. Nadie en el instituto se enterará de nada.

—¿Y que ocurrirá después? Ya he descartado la universidad en mis planes de futuro, pero tampoco podré encontrar un trabajo cuando parezca una bola gigante.

Harry soltó una pequeña risa por aquello, que fue interrumpida por el sonido de la puerta. Rápidamente se separaron y disimularon estar hablando sobre fútbol mientras el chico que había entrado estaba allí. Cuando este se fue, Louis miró el reloj dándose cuenta de que debía darse prisa o perdería el autobús.

—Tengo que irme, amor, pero nos vemos esta tarde —dijo despidiéndose de Harry con un corto beso en los labios.

—Está bien, esta tarde nos vemos —contestó Harry con una sonrisa.

Louis le sonrió de vuelta y fue hacia la puerta para salir, pero antes de hacerlo se giró y miró al ojiverde de nuevo.

—Por cierto... Lo de ir a tomar un helado después del entrenamiento suena genial.

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Niall y Liam se encontraban sentados uno junto al otro en el vestuario, mientras se desataban los cordones de sus botas de fútbol. Estaban agotados después del duro entrenamiento. Se sentía extraño para ellos que el chico moreno no estuviera allí con ellos, pero en el fondo Liam lo prefería.

Cada día estaba más confuso sobre sus sentimientos. Llevaba bastante tiempo sin salir por ahí con Elizabeth y apenas había cruzado un par de palabras con ella en el instituto. Eli lo había notado pero no le había dicho nada sobre ello y se alegraba. Unas semanas atrás estaba decidido a pedirle salir y ahora... Algo había cambiado en él, y el chico rubio tenía mucho que ver con ello.

—¿En que piensas, Li? —preguntó Niall viendo su expresión dubitativa.

—Nada, tonterías mías —contestó el chico y en seguida decidió cambiar de tema—. ¿Has visto lo feliz que está Harry ahora? Él y Louis realmente hacen una bonita pareja.

—Sí, han estado lanzándose miraditas durante todo el entrenamiento. Son tan tiernos...

—¿Y tú qué, eh? ¿Aún no te has decido a pedirle salir a la rubia? Está claro que se muere por tus huesos.

Niall soltó una carcajada pegándole un pequeño codazo, pero Liam simplemente negó con la cabeza intentando forzar una sonrisa. Deseaba poder decirle a su amigo que Elizabeth desaparecía de su cabeza cuando le tenía frente a él.

El vestuario poco a poco se fue vaciando y Louis esperó a que se fueran todos para tomar una rápida ducha y ponerse sus vaqueros habituales. Aquel día se sentía distinto, feliz, porque sabía que no regresaría directamente a su casa, sino que tenía una cita con el chico más guapo de Eastern. Quería hacerle caso y olvidarse de lo que pensara la gente. Lo único importante era estar juntos.

Cuando estuvo listo salió del vestuario y, como se esperaba, vió a Harry esperándole fuera mientras tecleaba en su móvil.

—¿Nos vamos? —preguntó acercándose a él.

El chico de rizos le respondió con una simple, pero sincera, sonrisa y guardó su móvil en el bolsillo trasero de sus pantalones. Caminaron fuera de allí tomados de la mano y quince minutos después se encontraban esperando en la cola de la heladería para pedir su sabor preferido de helado.

—¿Cómo puede gustarte el de nata? —preguntó Louis incrédulo mirando la tarrina del ojiverde—. ¡El de vainilla es un millón de veces mejor!

—¿Acaso has probado el de nata?

Ambos chicos se sentaron en una mesa, uno frente al otro, mientras debatían cuál era el mejor sabor. Sabían que aquella discursión no tenía mucho sentido porque no tenían manera de demostrar que llevaban la razón, pero era una divertida manera de matar el tiempo.

De repente, Louis se quedó callado al ver algo que llamó su atención. En una mesa que se encontraba en la esquina había dos hombres charlando mientras se sonreían. Uno de ellos era rubio y levaba gafas. Parecía algo afeminado. El ojiazul no había visto a aquel hombre nunca en su vida, pero conocía perfectamente a su acompañante.

Pelo negro, ojos verdes, cuerpo de deportista y una enorme sonrisa de dientes perfectos. Todo aquello encajaba con la descripción de su entrenador de fútbol, excepto ese último detalle. ¿Estaba sonriendo? Nunca antes había visto a aquel hombre sonreir. Siempre les sermoneaba con su voz imponente y mantenía su expresión seria todo el tiempo. En aquellos momentos parecía alguien completamente diferente y Louis no tardó en encontrar la razón.

Bajo la mesa, su mano se encontraba entrelazada con la del rubio que conversaba con él. El chico tuvo que parpadear un par de veces para creer lo que veían sus ojos.

—¿Louis? ¿Lou? ¿Amor? ¿Estás aquí? —preguntó Harry sacudiendo su mano frente a él para sacarle de aquel estado de shock.

—¡No me lo puedo creer! —exclamó el chico reaccionando—. Él es la persona más homofóbica del mundo...

—¿Qué? ¿De quién hablas Louis?

—El entrenador Logan es gay.

Harry soltó una carcajada ante aquello y comió un poco más de su helado. Louis debía estar intentando tomarle el pelo. ¿El entrenador gay? Aquello era imposible.

—¿No me crees? Compruébalo con tus propios ojos —añadió el chico señalándole con disímulo la mesa de la esquina.

Harry se giró y observó la escena comprobando que lo que Louis decía no estaba tan alejado de la realidad. Justo en ese momento el hombre giró su cabeza encontrándose con aquel par de miradas expectantes. Se quedó congelado mientras soltaba la mano de su acompañante.

Le habían pillado.

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Hello lovely readers!!

Aquí tenéis el capítulo a cambio de un favor, ¿qué os parece? Necesito que seais mi diccionario y me digáis lo que significan estas palabras: pochoclos, pileta, grosa, piola y ahre. Perdonadme por ser tan inculta pero es que vaya palabras jajaja

El capítulo se lo dedico a @bieberftlarry por los comentarios que ha dejado en toda la novela. Un abrazo de oso amoroso para ti y para todos los que estais al otro lado de la pantalla. Os amooo xx

-Faty

El Secreto de Louis Tomlinson (M-PREG) Larry StylinsonWhere stories live. Discover now