Capítulo 6 Fiesta y entrega

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Jack no se convencía pero al oír hablar de la comida y el vino asintió y contestó:

- Bueno, tal vez creo que no es tan mala idea, pero no me pidas que te ayude, eh? cuando esté todo listo me avisas.

Bajó a abrir el ron y pidió que nadie lo molestara.

Después ella subió, llegada casi la noche y preguntó si podía tomar algo del botín para ponérselo.

Èl contestó:

- Mientras no toques el ron no importa. Toma lo que quieras. Y créeme, linda, no estoy de humor para fiestas.

Cuando llegó la noche, la cubierta se transformó en un gran salón. Los hombros no podía creerlo. El olor de la comida los invitó a reunirse. Jack salió al escuchar murmullos y mientras caminaba, escuchó una dulce voz que lo llamó:

- ¿Jack?

El se volvió y miró a quien lo llamaba. Era María, con un vestido de seda finísimo, joyas y un listón en el pelo del color del mismo, así como zapatillas forradas en seda.

Jack casi de va de espaldas ante la belleza de María. Le tomó la mano y la llevó a cubierta.

Comieron opíparamente, bailaron, bebieron y se divirtieron como nunca en su vida lo habían hecho.

María le dijo a Jack:

- ¿Bailamos?- dijo levantándolo.

Jack no quería levantarse y contestó:

- No, Mary. La verdad no sé bailar.

Pero ella lo tomó de la mano y él se dejó llevar y bailaron mucho, divirtiéndose enormemente. Mientras bailaban María comentó:

- Nunca has bailado, Jack?

- No, Mary; bueno, la verdad, si. En Tortuga hay muchos buenos bailes y a veces terminaba bailando con la botella de ron hasta muy entrada la noche.

- Yo bailaba con papá en las fiestas...-y se puso a llorar.

Jack la abrazó y ahora la guiaba para bailar.

Cuando bajaron María se recostó en un diván en el camarote de Jack, el capitán le platicaba algunos secretos:

- Sabes, linda? Creo que es momento de hablar. Tú me has hecho cambiar un poco y pues creo que es momento de que me digas si quieres ser...la reina del Perla Negra, si quieres ser mi pirata...así que espero respuesta. Mary...Mary...contesta. María , ¿no me o...? bueno, total no es el momento, duerme preciosa.

Al día siguiente todos encontraron nuevos bríos y se preparaban para la venganza.

El gobernador Swann tenía casi todo listo para el indulto y el regreso de Jack, pero algo presagiaba que las cosas no saldrían tan a pedir de boca.

Aún así, Jack y María conversaban a la luz de la luna.

Jack preguntó a María:

- Linda, ¿qué es la religión?

María miró al cielo y explicó:

- La religión es la voz de tu alma para hablar con Dios. Ese ser Supremo que vela por ti, que te hace vivir y que te dará la eterna felicidad.

Jack se recostó en la baranda y volvió a preguntar, con tono de duda:

-¿Y cómo estás tan segura de su existencia?

María respondió con mucha seguridad.

- Por que aún vivo, porque no morí ahogada, porque aún no me ha hecho morir nadie y tengo esperanza, porque mi alma me lo dice y miro en tus ojos la ansiedad de saber la verdad, de conocer la respuesta a tus enigmas.

Jack no entendía algunas palabras, pero suspiró y repuso:

- Casi no comprendo tus palabras, pero, ¡qué bonito hablaste! - y reconsiderando contestó: Sin embargo no creo ni una palabra, linda.

Pero es noche cayó una tormenta. El Perla se mecía furioso. Jack y su tripulación trataban de contener los efectos de la tormenta. María remendaba ropa de Jack en su camarote.

El capitán Sparrow se movía como león enjaulado. Algo en su interior lo hacía sentir intranquilo y no podía dormir. Intentó tomar ron pero lanzó la botella al mar. Por fin al bajar al camarote se sorprendió y sobresaltó al encontrar a María ahí. Molestó le gritó:

- ¿Y tú qué haces aquí? Déjame solo... - gritó sintiendo el dolor y la soledad dentro de sí.

María casi lloraba pero se levantó y se retiraba.

- Perdón, capitán, ya me voy.-

Y mientras se levantaba se escuchó un trueno que la hizo abrazarse a Jack y él no la retuvo de momento, pues su corazón le pedía abrazarla y no soltarla. Así que actuó con enojo y le contestó:

- Vete por favor. Espero que pase esta maldita tormenta. Voy a dormir un rato.

María lo miraba con duda y él se sintió un poco apenado y sin mirarla respondió.-

- Mary, disculpa, no pasa nada, pero déjame solo.

Ella lo miró de nuevo con tristeza y se levantó, pero de nuevo volvió a tronar.

Ahora él no podía callar más y ella, en el suelo, lo miró y se levantó, diciendo:

- Perdón, ahora si ya me voy.

Pero él tomándola por la cintura contestó:

- No, linda, tú no te vas.

Y la besó apasionadamente. Y besándose, llegaron al momento sublime de llenarse de dulces caricias y entre el ruido de la tormenta, se entregaron al amor.

Jack amó a María como nunca había amado a otra mujer en su vida. Era algo indescriptible por lo que en ese preciso momento hubiera dado la vida misma. Cuando la paz llegaba, quedaron cubiertos con una manta enorme de grabados chinos en seda roja. María se sentía la princesa de un cuento. Jack, el hombre más afortunado. Por fin, pudieron hablar y Jack decía:

- Mary, ¿no te arrepentirás?

María, sonriente y exhausta respondió:

- Nunca, mi pirata. Por fin el amor ha llegado a tocar a mi vida. Además me ha tocado un hombre extraordinario , que sabe llevarme al cielo en un momento.

Jack expresó:

- Noto que estás tan feliz como yo, así que podemos seguir con estos momentos de alegría.

Y entre risas y besos sus cuerpos, alma y corazón se fundían de nuevo en uno solo.

Así quedaron toda la noche y al amanecer, María tenía temor de que el capitán la rechazara. Y lo miró a los ojos con un poco de miedo.

Pero él, al despertar, le sonrió y la abrazó para acurrucarla en su pecho unos momentos más.

El Legendario SparrowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora