— No te preocupes, es tu vida y son tus decisiones, ¿Pero te doy un consejo? — asentí — Cuando llegues a confiar en él y sea tu amigo, que espero no sea muy tarde, puedas contarle todo, mi hijo es una excelente persona pero no se lleva bien con las mentiras, lo aprendí a la fuerza. Además sino lo haces él mismo se dará cuenta.

Eso me había tomado desprevenida, lo que quería decir que algo ya había sucedido entre ellos dos que lo llevó a él a tener ese conocimiento y pensamienro sobre su hijo.

Lo que a mí me puso también un poco las cosas más difíciles, pues ya no era sólo que Mason estuvo apunto de estudiar oftalmología, sino que tenía un padre que ejercía tal carrera y además era mi doctor desde hace casi 10 años, lo que hacía más probable encuentros como éstos.

— Si, pero… ¿Le puedo pedir un favor? — pregunté un poco dudosa.

— El que gustes

— Por favor no le diga nada, espere a que yo lo haga — junté mis manos como si rezara

— Tranquila, no pensaba hacerlo es tu decisión — comenzó a escribir en su libreta

— ¿Que escribe? — pregunté al verlo anotar demasiado.

— Te estoy prescribiendo medicinas para las
migrañas, vamos a cambiarlas — asentí — Y te hago una fórmula para ”tu miopía" — hizo comillas con los dedos y sonrió — Así tu pequeña mentira tendrá validez con ésto — me la entregó.

— Muchas gracias — sonreí un poco.

Ya podían imaginarse porque yo adoraba a ese hombre como a un padre, justo en ese momento me puso por encima de su hijo, ocultándole cosas por ayudarme a mí.

Porque bien pudo decírselo, sabiendo que eso podía ocasionarle algún daño, pero me dejó a mi elegir.

Mi querido doctor solo me guiñó un ojo y yo salí del consultorio un poco más segura pero igual de asustada y nerviosa porque ahora sentía muchísima más presión sobre tener que decirle las cosas a Mason.

Había dejado mi teléfono en casa solo por evitar la tentación de contestar sus llamadas o mensajes y él apareció en la clínica.

Poniéndome cada vez más ansiosa y nerviosa,  porque ya sabía más cosas sobre él, y una de ellas pues me acorralaba contra la pared.

Cuando ya estuve fuera del consultorio, vi a mi mamá y Mason conversando muy a gustos en los asientos que estaban afuera.

Esos altos y bajos que tenia me hacían perder la cabeza, en ese momento sentía que no podía hablar con él, porque estaba segura que eso es lo que él quería y sentía una necesidad de querer huir de esa situación.

No podía verlo a la cara sin querer decirle todo, y por ahora no quería, ni era el momento.

Así que lo más fácil para mí fue... — ¿Nos vamos Mamá? — prácticamente le gritaba a mi madre con la mirada que por favor me ayudara a salir de esa situación.

— Si cariño, ¿Que te ha dicho el doctor, todo bien? — agradecí en ese momento que mi madre entendiera todo

— Me ha mandado nuevos medicamentos para los dolores de cabeza — disimulaba frente a él que no dejaba de mirarme — Y me ha entregado la nueva fórmula — le tendi los papeles evitando mirarlo en ese momento.

— Pues tendremos que ir por ellos, y llevarle la fórmula a Carlos para que te los prepare.

Mi madre estaba parada junto a él y me hacia mala cara por lo que estaba haciendo, y como Mason no dejaba de mirarme a mi pues no lo notaba, y como yo al estar viendo a mi madre apenas podía ver medio cuerpo de él.

— Si, mejor vámonos ya — intenté avanzar pero su voz inmediatamente me frenó.

— ¿Podemos hablar 5 minutos? — pidió

— Yo voy a ir al auto y allá te espero — Therese se rindió ante eso con apenas un encogimiento leve de hombros — Pero no te tardes — añadió su último esfuerzo por ayudar a su desesperada hija.

— En serio que no puedo tardar, tengo un par de cosas por hacer — los nervios me atacaron, y hacía como a querer irme pero él tomó mi mano para guiarme a los asientos

— Son solo 5 minutos — se sentó y más atrás lo hice yo.

— Está bien — creí no había vuelta atrás.

Si debía ser ahí, justo en ese momento no me quedaría de otra que hacerlo, que decírselo y salir de todo eso.

— ¿Camila qué ha sucedido? — su pregunta no fue nada clara así que le fruncí el ceño.

— ¿A que te refieres? — le respondí con otra pregunta porque había quedado confundida.

— Pues he quedado algo nervioso después de cómo se ha puesto tú hermano — explicó.

— Él no te iba hacer daño, es realmente inofensivo — defendí al tonto de mi hermano.

— No lo he dicho por eso, se ha molestado porque has montado una bicicleta y decía que tu no debías hacerlo ¿Que es lo que sucede? ¿Por qué no podías? — preguntó y ya era hora de decirle todo.

— ¿Tu crees que yo pueda confiar en ti? — pregunté para poder hacerlo muchisimo más  fácil.

— Camila no se si te he demostrado que soy una persona confiable, pero te doy mi palabra que lo soy — puso una de sus manos en su pecho — Ahora es solo decisión tuya si decides o no confiar en mí.

Mason en el poquito tiempo que lo llevaba conociendo había demostrado ser una persona muy alegre, extrovertida y soñadora, un poquito cotilla, hablador y entusiasta.

Pero justo en ese momento estaba demostrando ser una persona completamente diferente. Estaba sereno, tranquilo y soltaba un aura de seguridad increíble.

— Yo espero que lo que te diré no lo tomes a mal la verdad — comencé y temblaba, casi que sudaba frío, no quería hacerlo en realidad que no.

— Puedes esperar a que te sientas cómoda o confíes en mí — dijo y yo lo pensé, pero mejor decidí desistir de la idea que no contárselo

— Está bien, creo que es lo mejor y lo más idóneo.

— Muy bien, te escucho entonces — me miró a los ojos.

— Vine a ver a tu padre porque.…

La puerta del consultorio se abrió — ¿Aún están aquí? — preguntó el doctor Spencer.

¿Me salvaría la campana?

Si No Veo Tus Ojos [Corrigiendo]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ