Para Samantha Müller ser la CEO de un imperio rodeado de hombres, no le a traído más que una montaña rusa de luchas y sacrificios, que la han vuelto un ser impenetrable, donde cada segundo de su vida está planificado de manera minuciosa.
Una llamada...
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V. TESTAMENTO.
-¿Una razón especial?. -pregunto Samantha extrañada por esa declaración.
-No puedo darle más información. Solo me ordenaron recogerla. -respondió.
Samantha observo muy bien al hombre frente a ella, de una contextura muy fornida, lo dotado que estaba, se notaba bajo el traje oscuro que portaba. Samantha noto unos auriculares que se escondían bajo una cabellera oscura, que recientemente se empezó a cubrir de destellos blancos. Un hombre que denotaba estar en las fuerzas especiales, lo sabía con exactitud por qué su padre tenía el mismo porte, la única diferencia era que el hombre frente a ella no mostraba ni la más mísera expresión, mientras que su padre podía ser duro con la gente exterior, mientras que con la familia y Samantha era un dulce algodón.
Dio un vistazo a su relog, faltaban 4 horas y algunos minutos para su vuelo, aunque podía retrasarlo por ser su propio jet, la puntualidad era una de sus cualidades.
Pero no puedo rechazar esto. Murmuró para si misma, después de varios debates mentales, suspiro dándose por vencido. No podía negarle nada, mucho más a aquella mujer que había perdido al hombre que amaba.
-Dile a las chicas que terminen de arreglar las cosas, nos veremos directamente en la pista. -el chico asintió acatando su orden.
Tomo sus cosas, y no necesito darle una respuesta concisa, puesto que el hombre la empezó a guiar por el pasillo y luego por el ascensor.
Ella le tecleo un mensaje a Esaú, dándole un breve resumen de dónde estaba, llevando a la seguridad restante en otro de los SUVs, mientras se subía al copiloto con...
¿Cómo se llama?. Pensó viendolo empezar a conducir.
-¿Te prohibieron hablar conmigo?. -musito con duda, algunas socios tendían a prohibir que hablaran, algunos con sus mujeres y demás.
-No.
-¿Puedo saber cuál es su nombre?. -indago-. Puesto que estoy viajando contigo, debo saber por lo menos tu nombre.
-Kenan. -le respondió viéndola por el espejo.
-Kenan. -repitio-. ¿Trabajas para ellos desde hace mucho?.
-Casi tres décadas.
Se sorprendió al escuchar la cantidad. -¡Wow!. Es bastante tiempo.
-Es el tiempo suficiente para conocer a la familia con la que trabajo.
-Posiblemente sea cierto. -con ello dió por terminada la conversación, viendo por el retrovisor como los seguían de cerca con los demás autos.
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-¡Oh Ramsey!. -exclamo una rubia entrando a la sala.
-¡Hijo!. -exclamo la progenitora, una copia exacta de la rubia que entró primero haciéndose notar con sus chillidos.
