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Texas, 1861.
El día estaba nublado, pero eso no impedía que algunos puestos de ropa, joyería o comida estuvieran en la calle. La chica de apellido Woodley miraba la joyería de un local notablemente viejo, se probaba cada anillo brillante que le llamará la atención.
—Ese anillo es único—La vendedora apuntó la joya en el dedo de la pelinegra—. Es un diseño que yo hice con mis propias manos, el símbolo grabado en el interior es lo importante... te lo aseguro, es mágico.
La señora rió entre dientes dejando confundida a la chica.
Amber iba a quitar el anillo de su dedo para ver el símbolo del que hablaba, pero alguien al pasar golpeó su espalda. La chica un poco molesta giro y enfrentó a la persona.
—¿Acaso no ve por dónde va?—dijo molesta con una mueca de desagrado.
—Señorita Woodley, no miraba por dónde iba, le pido mis más sinceras disculpas.—Habló amablemente el lindo rubio.
—Ah, eres tú...—suspiró para luego sonreír—No seas tan formal, tenemos la misma edad, ¿Verdad?
—Sí, así es—Jasper sonrió—. En serio le pido...—carraspeó-Te pido me disculpes.
—No lo sé...—Lo miro de reojo mientras miraba las demás joyas.
—Si te compro una de esas joyas, ¿Me perdonarías?—rio intentando conectar sus ojos con los de la chica.
—Me parece perfecto.—Amber sin pensarlo mucho sonrió mirando sus ojos.
Jasper suspiró rendido con una sonrisa y tendió el dinero necesario a la vendedora, él le había comprado aquel lindo anillo que Amber llevaba en el dedo.
Era un hermoso anillo plateado que sostenía una piedra blanca como si fueran pequeñas ramas.
Quizás sí es mágico. Amber pensó volviendo su mirada del anillo a Jasper.
—Te gustaría tomar un paseo conmigo?
—Me encantaría, Jasper.
Tendió su mano a la chica y esta la tomó impartiendo un cálido paseo, sin importar que tan apagado estuviera el día, solo se necesitaban el uno al otro para que se sintiera como un día soleado.
...
Alyssa no creía en el destino, ni en el hilo rojo o cualquier otra cosa existencial que se le pareciera un poco. En su cabeza solo podían existir los vampiros, pero no esas cosas, sino en coincidencias y respuestas lógicas. Las cuales todavía no tenía, no saber que pasaba la hacía volverse loca.
