xx. the romantic side of draco malfoy

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—Liz, ¿qué se supone que es esto? —preguntó cuándo comenzó a empujarle fuera de la habitación.

—Ya me lo agradecerás, Vee, ya me lo agradecerás —dijo haciendo que Venus la mirara de forma confusa.

Venus frunció el ceño al ver a Draco parado en medio de la Sala Común vestido con su habitual traje negro. Llevaba una bolsa similar a la de Venus.

—¿Draco? —preguntó Venus.

—Yo ya he hecho mi parte —dijo Liz con una sonrisa que Venus no supo identificar—, el resto es cosa tuya hurón.

Liz le guiñó un ojo a su mejor amiga y desapareció de la sala común.

—¿Alguien me puede explicar que está pasando?

—Te juro que te lo explicaré todo más tarde, Rosy. Pero ahora debemos irnos —Draco tomó a Venus de la mano y tiró de ella fuera de la Sala Común.

Eran pasadas las doce de la noche, por lo que no era raro no ver a ningún alumno por los pasillos. Venus frenó de andar cuando vio donde se encontraban. Estaban delante del despacho de Dolores Umbridge.

—Si pretendes que entre ahí estas muy equivocado —le susurro Venus frenética.

—No pasará nada, Umbridge no está a estas horas en su despacho —aseguró Draco—. Además, necesitamos su chimenea para poder salir de aquí.

—¿Adónde quieres ir? —preguntó.

—Deja de hacer tantas preguntas, Rosy —se quejó el chico—. ¿Confías en mí?

Venus asintió levemente.

—Pues entonces deja que yo te guie, te juro que no pasará nada.

Poco convencida Venus volvió a tomar la mano de Draco. El chico sacó su varita y apunto hacia la cerradura susurrando «Alohomora», haciendo que la puerta se abriera lentamente.

Venus se apretó contra Draco no le gustaba nada estar en ese lugar tan horrendo. Los gatos de los cuadros estaban dormidos, se les podía escuchar ronronear entre ronquidos. Venus cerró la puerta detrás de sí tan silenciosamente como pudo.

—Esta chimenea es la única que sigue conectada con polvos flu, las demás han sido cortadas por orden expresa de Umbridge —le explicó Draco en voz baja—. Entraremos los dos a la vez, no te sueltes de mi ¿de acuerdo?

Venus asintió con la cabeza, y tal como Draco le indicó, se aferró a él con fuerza. Draco tomó con una mano una gran cantidad de polvos flu, y con voz baja, pero con seguridad, murmuró «BRIGHTON LANES».

Sintieron esa sensación que les sacudían el cuerpo, Venus apretó la mano de Draco, lo que menos quería era aparecer en un lugar desconocido y sin saber que hacer para volver.

Aparecieron en una pequeña recepción que Venus quiso entender que era una pequeña posada. Draco hizo a Venus salir de la pequeña chimenea para acercarse a la mujer que estaba detrás de una barra de madera.

—¿En qué puedo ayudarles? —preguntó con bastante desinterés la castaña, que parecía más interesada en sus uñas que en sus dos futuros clientes.

—Teníamos una reserva —dijo con voz grave Draco.

La señora lo miró de arriba y abajo sin ningún disimulo, y sin ocultar una sonrisa coqueta. Venus alzó una ceja molesta.

—Usted debe ser el Señor Felton —dijo con voz melosa acercándose al rubio, Venus se aclaró la garganta en un claro gesto para llamar su atención—, ¿y usted es?

DEMONS, draco malfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora