❈•≪16. La intriga ocasionada por un dalia≫•❈

2.2K 316 408
                                    

«Jesús, piedad por favor».

HongJoong se quejó por lo bajo y hundió su rostro en la suavidad de su almohada. Su cabeza dolía. No era insoportable ni se estaba partiendo en mil partes, pero tampoco era una sensación agradable. Lloriqueó un rato largo, hasta que se hartó de ese lamento innecesario y se levantó para encaminarse a su baño.

Se lavó la cara antes de hacer nada, sus ojos estaban pegados y necesitaba de ellos para buscar una aspirina para el dolor. Y tan pronto dio con uno, se la tragó sin más. Su garganta se resintió pero no hizo mucho caso y procedió a lavar sus dientes. Lavó su rostro por segunda vez y acomodó su cabellera lo mejor que pudo, era un desastre pero no uno tan malo. Y observándose en el espejo, notó que su rosado color se iba perdiendo lentamente. Se estaba volviendo opaco y momentáneamente se detuvo a pensar si debía retocar el color o cambiarlo.

La incógnita siguió rondando su mente incluso cuando volvió a su habitación y se encaminó a su armario, no tenía nada que hacer, aparte de practicar piano un rato. Era domingo y no sería la primera vez que desayunaría en pijamas...

—Momento.

HongJoong bajó la mirada y observó sus prendas con atención. Portaba un buzo gris de algodón y un pantalón con cuadros de diferentes tamaños, en su mayoría pequeños. Un pijama, pero él no recordaba habérselo puesto. Él se había quedado dormido con...

—Jesús.

HongJoong cubrió su rostro con ambas manos, sintiéndolo calentarse. Era obvio que MinGi se había tomado la libertad de cambiarlo tan pronto quedó profundamente dormido. ¿Quién más sino?

Agradecía el gesto pero al mismo tiempo no, era vergonzoso. Y dicho sentimiento fue en aumento tan pronto su adormecido cerebro despertó y le dio otros motivos por los cuales avergonzarse.

Primeramente, se había pegado al pobre de JongHo como si fuera una lapa. No recordaba demasiado, sólo que en algún momento le pareció divertido intentar cantarle al chico y eso hizo. En serio le pareció buena idea. Y eso ni siquiera parecía ser lo peor. MinGi llegó en algún momento y lo poco que recordaba es que hizo su mejor esfuerzo por no pegarse demasiado al tipo. No recordaba si en algún momento lo fastidió, sólo tenía el vago recuerdo de haber reído demasiado, de haber hecho un par de preguntas y de haber... Dios, su cerebro era un desastre bajo los efectos del alcohol.

«No puedo creer que dije eso», su rostro se incendió y él quiso largarse a llorar. No realmente, pero el sentimiento era similar. Y de repente se sintió mortificado por el hecho de haber recordado que, estúpidamente le pidió al moreno que lo llamara "bebé". Ignoraba bajó qué contexto eso había salido de sus labios y siendo sincero, no quería saberlo. Y definitivamente quería borrar de su mente su descarado atrevimiento al momento de haberle pedido un beso. Que lo había recibido para su sorpresa. Pero honestamente, esperaba ser besado en los labios no en la mejilla.

Y el simple hecho de reconocerlo, le generaba ganas de gritar.

Tenía que dejar de ceder tan fácilmente ante las insistencias de MinHee. Aunque siendo justo con su amiga, ella no lo obligó, insistió demasiado hasta convencerlo y darle buenos motivos pero, no lo obligó. Tirar toda la culpa en ella no tenía sentido.

Exhaló con profundidad y se colocó unas zapatillas, tenía hambre y era temprano por la mañana, no tenía porqué pensar en esas cosas cuando apenas eran más de las nueve. De hecho, no tenía porqué pensar en eso.

Supuestamente más animado, el príncipe de ahora veintiún años se apresuró en salir de su habitación y de forma calmada bajó las escaleras. A medida que se iba acercando a la sala, sus pasos fueron haciéndose más lentos. Sus padres nunca estaban tan animados a la hora del desayuno. Su ceño se frunció y se detuvo cuando escuchó la risa de su amiga.

Real engagement - [MinJoong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora