❈•≪11. Caída, vals y una actitud incomprendida≫•❈

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JongHo comenzaba a tener un tema con los trajes. Para sentarse debía desprender el botón y al pararse, volver a prenderlo. No sabía si le molestaban, le incomodaban o algo más.

Y tampoco se pensó que los usaría de manera tan asidua. Tampoco creyó que sus padres lo meterían tan de golpe a esa vida de obligaciones y asuntos que no comprendía del todo. Pero teniendo en cuenta que él insistió, no podía quejarse demasiado. Aunque lo hacía, pero sólo un poco.

Y estando en aquella gran mansión, rodeado por políticos, empresarios y algunas familias reales, no sabía si se encontraba nervioso o incómodo. No estaba acostumbrado a tantas personas, eso era un hecho. Pero creía tener los modales suficientes como para interactuar sin avergonzarse o querer salir corriendo.

Aunque eso, sin dudas, no era un hecho ni mucho menos cierto. Él quería salir corriendo.

Se sentía algo sofocado y cohibido por ver tantas personas juntas, conversando de manera casual y disfrutando de aquella celebración que los reyes de Seúl brindaban anualmente para despedir la primavera.

Podría ser extraño y un tanto innecesario, pero eran supersticiosos y se creía que despedir a las estaciones daba buena suerte. Lo que podría ser también tonto, pero hace no mucho sus antepasados celebraban al trigo, al sol y la luna como si fueran dioses. Costumbres eran costumbres y no todas podían desaparecer.

Además, esa celebración en particular le gustaba. Los reyes se lucían y lo decoraban todo con la temática de flores, abrían sus puertas de manera amable, ofrecían buena comida, un servicio impecable y la música no era mala. Eso es lo que sus padres solían contarle y ahora que estaba allí, viéndolo con sus propios ojos. Concordaba. Vivirlo era mejor que intentar imaginarlo.

Aunque no lo estuviera disfrutando del todo.

Se abanicó el rostro y cuando dos conocidos de su padre se distrajeron viendo no sabe qué, aprovechó la oportunidad para escurrirse lejos. Necesitaba tomar aire o apartarse un rato, no uno muy extenso o su padre se volvería loco.

Pero su escapada hacia uno de los tantos baños que habían allí se vio interrumpida cuando chocó con otro cuerpo que se encontraba en movimiento y al parecer, iba tan distraído como él. Agradecía que no hubiera nadie en ese pasillo porque sus mejillas se habrían puesto rojas si alguien lo hubiera visto caer de esa forma tan tonta.

Y el tipo fue lo suficientemente amable como para apresurarse en ofrecerle una mano. Ayudándolo a levantarse.

Limpió su trasero, alzó la mirada y cuando separó sus labios para agradecer y disculparse, el aire se le atascó en los pulmones. Inevitablemente comenzó a toser.

«Jesús» pensó en su mente. Él no se consideraba bajo y estaba convencido de que no lo era, pero el tipo frente a él sí que era alto. Muy alto. No era un edificio tampoco, pero compararlo con un poste no era demasiado loco.

Portaba un traje que le sentaba, sus piernas no parecían tener fin y era delgado. Ladeó su rostro y no sabía si la sensación de tener que elevar la cabeza para verle mejor le gustaba o la odiaba. Sus ojos eran cafés y grandes como los de un cachorro. Y para su sorpresa, a pesar de que el tipo estuviera serio y escrutándolo en busca de ¿alguna lesión?, tal vez. No tenía idea. A pesar de eso, su rostro no parecía haber madurado por completo. Sus rasgos seguían siendo aniñados y poco definidos. Y por su actitud y aura, estaba seguro que era un hombre bastante mayor.

—¿Estás bien?— preguntó luego de ¿unos segundos? ¿minutos?. JongHo estaba desorientado—. Oye...

—Sí, sí, sí. Estoy bien.— farfulló de manera atropellada, sintiendo sus mejillas calentarse—. Lo siento, no iba viendo.— pronunció en un tono más calmado—. ¿Estás bien?

Real engagement - [MinJoong]Where stories live. Discover now