Capítulo 23 : Dulce reconciliación.

537 80 2
                                    


Era ya de noche cuando le envié un mensaje a Laura, eso había sido todo el tiempo que soporté sabiendo que estaba molesta conmigo. Si por mi hubiera sido, habría ido a su casa para hablar, pero como dijo Derek, eso solo le causaría problemas.

Ella no me contestó, treinta minutos después le envié otro.

K: No vas a hablarme.

Ese sí lo contestó.

L: ¿Debería?

Suspiré.

K: Tenemos que hablar de varias cosas.

K: Por favor.

L: Sobre qué cosas.

Quería verla, no contarle lo que había descubierto a través de un mensaje. Como pasaron los minutos suspiré.

K: Sobre lo que sientes por mí.

Nada.

K: Sobre lo que yo siento por ti.

Tampoco hubo respuesta.

K: Y sobre eso de ser novios, y por qué no me gusta que Derek hable contigo.

Un minuto después contestó.

L: Cometa.

Eso me hizo levantarme enseguida de mi cama. Me vestí tan rápido como pude y llegué a mi automóvil. En cosa de minutos ya estaba en camino hacia el cometa.

En él observé la fila de gente que esperaba su turno para entrar. Rayos, pensé, iba a tener que esperar demasiado.

—Oye, Kay —me llamaron. Busqué la fuente de la voz y observé al mismo guardia de la otra noche. Me llamó con una mano y me acerqué —¿qué haces aquí chico?

Hice una mueca interna.

—Estoy buscando a Laura, ¿está dentro? —probablemente sí.

—Sí, hace rato que está aquí.

—Ah —murmuré. Había venido sola.

—Es raro verla aquí entre semana —miré al guardia—, ¿Qué paso? ¿Discutieron?

—Algo así —negué—. Oye, podrías dejarme entrar, tengo que hablar con ella en serio y si espero toda esa fila —la apunté —cuando entre ella ya se habrá ido.

Alzó una ceja y miró a su compañero.

—¿Qué piensas? —él me observó de pies a cabeza.

Esperé.

—No sé, no sé —dijo su amigo—, debería esperar como todos.

—Por favor hombre, en verdad debo verla —los miré a ambos, casi suplicando.

El primer guardia suspiró.

—Está bien, solo porque es ella, entiendes —asentí enseguida —adelante —dijo mientras empujaba

la puerta con su mano.

La música me golpeó como siempre y entré.

—Gracias —les dije a ambos antes de entrar.

Al primer lugar que me acerqué fue a la barra. El chico rubio estaba allí y al verme alzó una ceja.

—¿Dónde está? —no necesitaba ser más específico.

Él me observó largos segundos antes de apuntar la pista de baile.

—Está donde siempre —asentí y me alejé rápidamente.

Un Sorprendente VeranoWhere stories live. Discover now