Capítulo 18: Solos en mi casa.

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Estábamos sentados en la sala de mi casa, yo mirando la televisión y ella ojeando un álbum fotográfico de mi escuela que había hallado. Ese día todo el mundo había salido de mi casa, por eso nos dimos el lujo de acomodarnos en la sala para ver la televisión. Laura estaba sentada en dirección a mí, apoyada en la esquina del sofá con sus piernas sobre las mías. Mis manos recorrían la piel de sus tobillos con delicadeza mientras observaba la acción en la pantalla.

Cuando la escuché reír la miré enseguida. Me miró cuando apreté su tobillo suavemente.

—¿Qué? —quise saber.

Ella siguió sonriendo y me mostró el álbum, apunto una imagen de mí cuando tenía 13 años. En

ella usaba el uniforme del equipo de remo de la escuela. Sonreí.

—Fue cuando comencé a entrenar—ella asintió y la miró un segundo.

—Te vez un poco molesto—. Voltee mis ojos.

—Y lo estaba, ese día descubrí que no estaba entre los principales del equipo, solo era un suplente —arrugó su frente enseguida—. Lo solucioné en poco tiempo, ya estaba entre los principales la temporada siguiente.

—Debió dolerte en verdad ser un suplente.

Abrí mi boca un segundo antes de alzar una ceja.

—Yo no soy un suplente —solté un bufido— el entrenador no me quería en el equipo, lo más probable es que haya pensado que si me mantenía en ese lugar terminaría abandonando, al año siguiente yo estaba donde debía y él buscando trabajo.

Ahora ella abrió la boca sorprendida.

—¿Lo despidieron por tu culpa? —preguntó enseguida.

—No lo creo —dije dudando un poco. A decir verdad jamás había pensado en eso, ni siquiera cuando me había enterado, y ahora que analizaba la situación, estaba más que claro que era así. Lo más probable era que mi padre haya intervenido de alguna manera si luego de contarle lo que había pasado el hombre había sido despedido.

Observé la televisión un segundo.

Me pregunté por qué eso antes no me había importado en lo más mínimo y ahora sí. Me hacía sentir levemente incómodo.

—¿Eres bueno? —me preguntó, la miré enseguida olvidándome de mi reciente descubrimiento.

—Bueno, lo soy en muchas cosas, pero en qué específicamente—. Volteó sus ojos.

—En remo.

Asentí.

—Sí, muy bueno, tanto que mi equipo ganó los últimos cuatro años —y era verdad. Por lo menos podía decir que no había sido un inútil en ese lugar.

Arrugué mi frente cuando volví a pensar en esa época. En verdad por mi culpa habían despedido a ese hombre y a mí ni siquiera me había importado.

Cuando un cojín impactó en mi rostro parpadeé confundido y observé a Laura reír.

—Hey —me quejé y tomé el cojín.

—Deja de pensar en lo que no puedes cambiar—alcé una ceja.

—¿Qué? Eres alguna clase de gurú y no me lo habías dicho —le arrojé el cojín y lo agarró en el aire. Me miró tensa.

—A decir verdad sí —dejé de reír al ver su seriedad—, en el futuro quiere ser una oradora motivacional además de profesora.

Incliné mi cabeza hacia un lado pensando. Sonreí. Claro que podía verla delante de cientos de personas, hablando, motivando, enseñando. Sonreí aún más.

Un Sorprendente VeranoWhere stories live. Discover now