Capítulo 50: La verdad

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Caminé junto a Tamara por los alrededores del hotel hasta que las estrellas y la oscuridad comenzaron a reinar en el cielo. Empezaba a refrescar y estaba claro que ni su padre ni nuestros amigos iban a regresar.

—Mi madre se enojará, si no voy a cenar con ella pronto. Si averiguo algo sobre lo que sucedió con Sebastián, te lo contaré mañana —prometió Tamara.

Asentí con la cabeza y nos dirigimos hacia el sendero de piedras que llevaba hasta la entrada principal.

Habíamos estado conversando toda la tarde acerca de lo que Sebastián había dicho bajo hipnosis. También especulamos sobre la conversación que habrían tenido él y mi padre aquella tarde. No tenía caso seguir dándole vueltas al asunto. Todo apuntaba a que Andrés Rochi había envenenado a sus supuestos mejores amigos y se había llevado a su pequeño hijo.

Me despedí de Tamara con un beso tierno pero rápido al pie de las escaleras y me dirigí hacia el comedor. Cuando ingresé al salón, busqué con la mirada entre las mesas algún rostro conocido, pero tan solo me encontré con algunos turistas que disfrutaban de la cena.

Tomé asiento en la primera mesa vacía que encontré. Por primera vez en mucho tiempo, me sentía realmente solo. Me asustaba no saber qué pasaría con mis amigos a partir de ese momento. Sentía que nuestros destinos dependían en gran medida de lo que mi padre le hubiera dicho a Sebastián.

Un camarero me alcanzó el menú y se marchó. No necesitaba leerlo, conocía la lista de platillos prácticamente de memoria. Aun así me demoré pasando las páginas una a una. Quería hacer tiempo por si alguno de los chicos decidía bajar a cenar. Como si con mis pensamientos lo hubiera invocado, Sasha se sentó frente a mí con una sonrisa de oreja a oreja en su pecoso rostro.

—No tenés por qué tener esa cara tan larga. ¡Andrés Rochi no es un asesino! —exclamó tan fuerte que los comensales de la mesa contigua se voltearon para vernos.

—No grites y contame que pasó —añadí en voz baja para que solo él pudiera oírme.

—Bueno, resulta que el vino sí fue lo que mató a los padres de Sebastián, pero no fue tu padre el que colocó el veneno. Es más, Andrés también tomó una copa y corrió al baño para vomitar en cuanto comenzó a sentirse mal —explicó Sasha controlando el tono de su voz.

Estaba a punto de hablar, pero me interrumpió y siguió contando la historia:

—¡Eso no es todo! La botella se la había dado Amelia, la líder de su aquelarre.

—Amaia —lo corregí con un hilo de voz.

Todo comenzaba a cobrar sentido. Él no envenenaría a sus amigos, mientras que la maldad de mi madre biológica no tenía límites. Sin embargo, en ese momento aún no había nacido Cristina. ¿Por qué Andrés Rochi había decidido tener una hija con alguien que intentó matarlo?

El poder oculto: El despertar de la bruja y el secreto del mago✔️Where stories live. Discover now