Capítulo 30: Yo sí lo amaba

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Había pasado una semana y Susana seguía internada en el hospital. Su vida ya no corría peligro, pero las áreas de su cerebro que habían sido dañadas impedirían que los recuerdos nos perjudicasen.

Yo no salía de mi casa y permanecía la mayor parte del tiempo encerrada en mi cuarto. Me sentía mala e indefensa a la vez. Había dejado de comer, solo fingía que lo hacía frente a mi madre, aunque no podía engañarla. No hablaba con nadie. No había vuelto a ver a Teby y sentía que él me había arrastrado, engañándome, con el fin de hacerle daño a otra persona para nuestro propio beneficio. No deseaba seguir viviendo. No me gustaba en lo que me había convertido.

Nuestros poderes se habían incrementado notoriamente en esos dos meses de verano desde que nos habíamos conocido. Él no me había dado la información que poseía y, sin embargo, tenía las velas negras preparadas. Sabía con exactitud cómo concentrar el poder mágico y utilizó mi propio poder psíquico para incrementar su magia en contra de Susana. Ya no confiaba en él ni en nadie, ni siquiera en mí. No tenía el valor para quitarme la vida, pero no quería seguir viviendo. Qué sentido tendría mi existencia si hasta ahora sólo había provocado el mal. Incluso descubrir el pasado de Esteban nos había perjudicado. Ahora era esclava de la verdad.

Sabía de grupos clandestinos dedicados al mal y temía que por el anhelo de poder, pudiera convertirme en alguien como ellos. Ni siquiera quería convocar a mi abuela. Me avergonzaba de mí misma. Hubiese deseado ser como una gota de agua para perderme en la inmensidad del océano. Pero seguía siendo yo, Tamara, un ser especial que había desarrollado un gran poder y sabía que si seguía con vida, este se iba a incrementar. No tenía claro dónde empezaban y dónde terminaban mis límites.

Esteban había demostrado tener menos escrúpulos que yo. No le había dolido la enfermedad de su madre de crianza. Él mismo la había provocado y me había inducido también a mí a hacer ese ritual. La herida de mi mano parecía no cicatrizar y me seguía doliendo. Un pacto de sangre nos uniría para siempre. No estaba segura de qué significaba todo eso.

Esa tarde de domingo, mientras permanecía recostada en mi habitación, alguien golpeó mi puerta. Al ver que yo no respondía, entró en mi cuarto. Era Teby. Lo observé sin levantarme y mis ojos se llenaron de lágrimas. Me provocaba muchísima tristeza verlo.

—Hola, hermosa. No estés mal. Me dijo Raquel que casi no comés, no hablás, no salís. ¿Qué te pasa, princesa?

Hablé con la garganta seca:

—¿Cómo está tu mamá?

Me dedicó una media sonrisa.

—Perfectamente, no se acuerda de nada. Es feliz porque tiene un hijo maravilloso que la cuida. No tiene un turbio pasado que la atemorice y será para ella como volver a nacer. Tiene conocimientos adquiridos, algunos recuerdos, y de los recuerdos que se borraron en su mente, yo estoy sembrando falsa información. Está muy feliz, su vida será perfecta una vez que salga del hospital.

El poder oculto: El despertar de la bruja y el secreto del mago✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora