Lloré, lloré como nunca antes lo había hecho, esa vez ésas lágrimas me quemaban, sentía mi mundo derrumbarse, no podía aceptar aveces la vida que me había tocado, cada vez que intentaba levantar mi muro y que no me afectara todo se caía nuevamente.

No podía construir una vida donde condenaba a los demás, no podía estudiar porque iba haber un momento en que no podría escribir, no podría ver los acordes de mi guitarra, por más que los haya memorizado no podía, sentía que mi vida perdía sentido.

Pero sobre todo no podía amar, porque al final todos se alejaban, a todos les daba miedo y si lo aceptaban solo podía recibir lastima.

— No puedo mamá, ya no puedo más — me separé de ella y la miré a los ojos.

— Es por ese muchacho ¿Cierto?

Aveces sentía que ese don de mi madre superaba la realidad.

— ¿Como lo sabes? — las lágrimas aún bajaban por mís mejillas y no podía pararlas.

— Soy adivina — con sus manos empezó a peinar mi cabello para retirarlo un poco de mi cara.

— Mamá — de una manera obvia le pedía que aclarara mi duda.

— No soy tonta hija, el día en que lo conociste yo estuve contigo, luego cuando lo vimos fuera del consultorio, noté como él te miraba y lo nerviosa que te habías puesto — comenzó a secar mis lágrimas.

— ¿Que quieres decir con eso mamá ? — pregunte a pesar de que muy en el fondo sabía lo que quería decirme.

— El que dejaras que él te trajera a casa era un indicativo — continuó — Pero he visto que te has ido con él, y he visto lo que ha pasado cuando han llegado.

Aveces mi madre se tomaba eso de ser cotilla muy en serio, si que lo había pillado.

— ¿Estoy en problemas por eso? — pregunté mordiendo uno de mis labios que aún temblaba por las ganas de llorar.

— No corazón — sentí que tomaba una de mis manos — Explicame que es lo que sucede, ¿Que es lo que te tiene así?

— Es que él… es que él… — las palabras no salían de mi boca

— No sabe de tu enfermedad — acabó ella por mi, así que solo asentí — ¿Tienes miedo? — volví a hacerlo.

Apreté mis labios para evitar volver a llorar, aveces agradecía lo bien que me conocía mi madre, pero aveces me daba miedo ser tan transparente para ella.

— Corazón no debes tener miedo, el no te va a rechazar — negaba muchas veces con mi cabeza a lo que había dicho.

— ¿Como puedes estar tan segura?

— Una madre sabe reconocer un buen corazón, el tuyo está lleno de amor para dar pero le tienes puesto un pequeño candadito que no dejas que nadie abra fácilmente — llevó una de sus manos a mi pecho

— ¿Pero que tiene que ver eso mamá? — la verdad no entendía a que se refería.

— Ese chico tiene un aura hermosa, brilla, lo que hace ver su corazón, lo hace notar, sus acciones, su mirada es penetrante, tiene muy buenos sentimientos.

— ¿Como sabes tú eso mamá? — cada vez me confundía más.

— Hija solo confía en lo que tu madre te ha dicho, ese chico es bueno, puedes serle sincera, no se va asustar y mucho menos se va a alejar confía en mí — pasó las manos por mi cabello y me tomó el rostro.

— ¿Y si no mamá? Yo... Yo no quiero que se aleje

— Te gusta — eso fue más afirmación que otra cosa.

— No, no, no... Bueno no sé, por ahora solo somos amigos — solo sonrió un poco, lo que hacía ver que no me había creído.

Y todo me seguía pareciendo muy precipitado, no había pasado más de una semana de haberlo conocido.

— ¿Y que es lo que ha pasado hoy? Porque que llegaras en éste estado no es algo que me agrada y menos a tu hermano que ya está odiando al pobre muchacho — eso me hizo soltar una pequeña risa — Así es que debes estar siempre, sonriente.

Amaba a mi madre con todo mi ser, por cosas como esas y muchísimas más, gracias a ella todo éso había sido un poco más llevadero. En cada tropezón siempre habia estado, temia más a que me faltara ella que la vista y eso ya era decir mucho porque han visto mi temor a todo eso.

— Hemos ido a dar un paseo, en bicicleta — mordí uno de mis labios y achiqué un poco mis ojos por lo que diría.

— Si tú hermano a explotado allá bajo porque dice que ese chico es un… — lo pensó porque sabia que no diría lo que habia dicho Marcus — Tonto, por haberte hecho conducir una bicicleta.

— Es que mamá no pude decirle y lo hubiera logrado si no es por un gato que apareció de la nada — solté una pequeña risa

— Y es por ello que llegas con puntos en la rodilla — negó un poco porque sabía que no estába de acuerdo — No debes ponerte en ese riesgo.

— ¿Lo siento? — pregunté un poco divertida y ella negó varias veces con su cabeza.

El efecto que tenía mi madre en mi era increíble, pero bastaba con que ella se fuera y el aura de alegría que emanaba y me agarraba a mi, se iría y volvería a caer en la misma tristeza que me caracterizaba.

— Bien hija ¿Tienes hambre? — asentí un poco.

La verdad es que no tenía idea que hora era, se me había ido el tiempo, así que la verdad si tenía mucha hambre.

— Bien te veo abajo dentro de un rato.

Busqué entre mis cosas
- en los cajónes para ser exactos- mis medicamentos porque la cabeza me iba a explorar, y la rodilla me dolía.

Lo que me hizo recordar que Mason no me había entregado las indicaciones para mí corte en la rodilla, lo que me llevaría a tener que comunicarme con él.

La verdad era lo que menos quería en ese momento.

Había salido de casa sin nada, nisiquiera mi teléfono por lo que me dediqué a buscarlo por toda la habitación al escucharlo sonar.

Lo había dejado en el escritorio junto a mi grabadora, cuando pude conseguirlo tome mis lentes y revise.

**Llamada entrante Mason**

No no, ahora no.

Volví a colocar el tlf en la mesa y salí de mi habitación.

Dejándolo repicar.

°°°°
No me maten mis amores, se que no es lo que creían pero en el siguiente se les viene una sorpresa

Si No Veo Tus Ojos [Corrigiendo]Where stories live. Discover now