02

9.2K 746 231
                                    

Off nunca hubiera pensado que sus amigos podrían hacer un alboroto de tan poca cosa como era aquella situación. Eran las nueve y media de la noche y ya su casa se empezaba a llenar de gente, música a todo volumen, bebidas en cada mesa, juegos de apuestas, parejas dándose el lote en alguna esquina de ella... Lo que solía pasar en todas las fiestas que celebraba.

Se suponía que esa era una noche de viernes de borrachera y disfrute y él tenía que estar soportando una bronca desmesurada de Daniel y Jesús por... Tonterías, simples y llanas tonterías que ya estaban empezando a hastiarle.

—No puedo creer que le hayas invitado —repitió Daniel la frase por quinta vez en la noche—. ¡Eso no estaba en el trato, joder!

El dueño de la casa puso cara de pocos amigos y se palpó el cuello en clara señal de cansancio por esa conversación. Lo que más le molestaba era que sus supuestos amigos le estaban recriminando algo que había hecho para ganar una apuesta contra justamente ellos; lo que más mal le parecía es que le estaban diciendo a quién invitar en su fiesta, en su casa. Nadie salvo él podía decidir sobre ello.

—Yo no le veo el problema. ¿Cómo voy a conseguir enamorarlo si no me acerco a él?

—Puedes acercarte a él —habló Jesús—. Pero donde nadie te vea, ni donde puedan ver que nosotros estamos con él tampoco.

"Como si pudiera hacer tal cosa... Eso no estaba en las condiciones", pensó para sus adentros, sin decir una sola palabra ante eso. Prefirió no darle más vueltas al asunto, porque sabía que al final podría ponerse de mala leche y lo acabaría pagando con personas que no tenían la culpa de la gilipollez de esa gente.

A su lado pasaron Tay y New, New era sujetado por la cintura mientras se movían, ya con algunas copas de más encima, al sonido de la canción de Ricky Martin que estaba sonando. Porque una fiesta de Off no podía ser suya si en algún momento no sonaba la voz de uno de los hombres homosexuales más ardientes y buenos de la historia. Junto con Jesús Vázquez*, por supuesto; ese gallego lo traía loco... Qué suerte tenía su marido, el muy hijo de puta.

—Un, dos, tres. ¡Un pasito pa'lante, María! —cantaban los dos entre risas mientras el de barba los miraba con una sonrisa—. Uno, dos tres. ¡Un pasito pa'tras...!

Se quedó riendo viendo cómo se alejaban entre la gente y los muebles de la casa siguiendo con la coreografía que se acaban de inventar ignorando, como ya era costumbre, lo que sus dos otros amigos le estaban diciendo a cerca de la persona no grata a la que había invitado.

...

Un coche todoterreno aparcó delante de la casa de la cual salían un montón de luces y jaleo. Apagó sus luces y se oyó el sonido de apagado desde el interior. Y dentro, se podía distinguir una pequeña discusión entre los cinco ocupantes del vehículo.

—No creo que esto sea buena idea, yo no debería estar aquí —dijo en alto Gun, sentado en la parte trasera entre Toy y Oab—. Mejor llamo a un taxi y me vuelvo al apartamento.

Los amigos que tenía a su derecha e izquierda negaron varias veces con la cabeza. Con lo que les había costado que se subiera al coche y que se cambiara para salir por una vez en su vida no iban a permitir que se rajara nada más llegar.

—Oh, please, Gun. —Mint se volteó desde el asiento del copiloto para mirarlo a los ojos—. Te lo pasarás genial, vamos.

—Sigo diciendo que yo no debería estar aquí.

El novio de Mint, que era el dueño del coche y quién estaba al volante, seguía sin entender por qué ese chico pensaba así. Ellos eran conocidos, sí, por Mint, no era que se llevaran de perlas y tampoco es que hablaran a todas horas, pero le caía bien y no iba a permitir que desperdiciara una noche como esa solo porque no quería salir de su zona de confort.

¿Qué apostamos? -OffGun-Where stories live. Discover now