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Un paso, dos, tres, cuatro... Parón. Otra vez: un paso, dos, tres, cuatro... Y volvía a parar. Un niño pequeño con una camiseta verde y con un peluche de una tortuga verde seguía esa secuencia indefinidamente en un umbral oscuro sin el menor rastro de claridad. Miraba a sus lados asustado, sin saber qué hacía ahí. Intentó gritar, pero ningún sonido salió de su boca. Su garganta quemaba cada vez que intentaba gritar más fuerte, sin éxito. Unas sombras grises y rojas empezaron a rodearlo, soltaban escalofriantes risas mientras lo empujaban haciéndolo balancearse y caer contra el suelo.

El niño se levantó rápidamente y empezó a correr, con cada paso que daba un año más se sumaba a su apariencia, llegando a la edad en la que en el mundo real se encontraba. Él seguía caminando ya acostumbrado a esa oscuridad. Las sombras seguían ahí, riéndose, ahora ya más en la lejanía; parecía que ya no le afectaban, o por lo menos no lo hacía notar, solo les tenía miedo dentro de su mente. Pequeños puntos de luz aparecían a lo largo del camino, mostrando rostros muy conocidos para él: sus amigos. Le tenían la mano para que la tomara, y cuando lo hacía, empezaban a desparecer. Esa claridad que daban era efímera pronto se marchaba para dejar que el color negro reinara en el lugar.

Se paró en un lugar indeterminado mientras se agachaba y se abrazaba a sí mismo pasando sus brazos por sus piernas con las rodillas dobladas. Las risas seguían ahí, y parecían no querer marcharse. Sentía como si un gran peso lo estuviera asfixiando, le costaba respirar y todo su cuerpo se sentía cansado. Tenía frío y sus párpados comenzaban a pensarle, estaba cansado de resistir, de intentar luchar con unas tinieblas a las cuales sabía que nunca podría vencer. Simplemente, quería ser libre.

De repente todo su alrededor se convirtió en agua. El aire se le escapaba en forma de burbujas cada vez que intentaba nadar hacia el exterior con más rapidez, sin llegar a ninguna parte. Fue en ese momento cuando se dejó aplastar por la presión, siendo solo un peso muerto en el agua, con los ojos entrecerrados viendo como las pequeñas burbujas de aire se alejaban de él con lentitud. Cuando se estaba quedando sin aire sintió como una mano tomaba la suya y lo llevaba hasta la superficie, en donde ahora se podía ver un gran punto de luz iluminando esa oscuridad que ya no parecía tan tenebrosa.

Esa persona lo sacó de las profundidades hasta la superficie. Lo dejó sentado en el suelo mientras se levantaba. Increíblemente, el que se estaba ahogado no se sentía ni estaba mojado. Cuando miró hacia arriba para darle las gracias a la persona tampoco pudo salir ningún sonido de su boca, pero pudo ver perfectamente el rostro de esa persona: fracciones marcadas, un pelo corto marrón y unos labios finos que le sonreían. Sabía que había visto ese rostro en alguna parte, pero no lograba ponerle un nombre a esa cara que lo miraba.

Una ráfaga de viento hizo que se exaltara cuando todo ese limbo se convirtió en un sitio totalmente lleno de luz y calidez. La persona que estaba en frente a él estiró su mano con una gran sonrisa en la cara, esperando que él la tomara. Cosa que hizo, causándole un cosquilleo en todo el cuerpo. No sabía por qué, pero se sentía libre por fin.

Y despertó.

Gun despertó de forma lenta, abriendo sus ojos parpadeando varias veces con pereza, pero con la misma sensación cálida que lo había embriagado al final de ese sueño que al principio podría calificar de pesadilla. Se desperezó como pudo e intentó incorporarse sobre sus codos, cuando lo hizo, descubrió un brazo rodeándole la cintura. Miró a su lado y vio a Off echado boca abajo con la mano izquierda sobre su cintura y la otra haciendo una bola en las telas de la almohada, desde su posición podía verse lo plácidamente que el mayor estaba durmiendo.

Estuvo mucho tiempo mirándolo embobado. ¿Cuánto? Era difícil de determinar. Él lo único que sabía es que cuando se despertó apenas había una pequeña luz rojiza pasando a través de la ventana y que ya estaba iluminada toda la habitación por la claridad del exterior que entraba aun habiendo cerrado las cortinas. Gun llevaba ya tres días quedándose en la casa de Off, para sus amigos seguía en su casa y queriendo centrarse en sus estudios, por eso no pudiendo quedar mucho con ellos. La verdad era que le daba miedo que descubrieran lo de ellos dos. No solo por habérselo ocultado, sino por lo que podrían llegar a pensar. Seguramente le reprenderían por haberse enamorado de alguien que era amigo de las personas que siempre habían logrado hacerle la vida imposible, pero le daba absolutamente igual.

¿Qué apostamos? -OffGun-Onde histórias criam vida. Descubra agora