— ¿Puedes adelantarte y pedirlas? — asintió — Muy bien, ya te alcanzo.

Me levanté, necesitaba irme de ahi lo más pronto posible, necesitaba mis pastillas y evitar encontrarme con alguien que ya conociera mi caso.

Pero nada más salir del pequeño cuarto donde me habían atendido tropecé con alguien.

— ¿Camila qué haces acá? ¿Estás bien? — el doctor Spencer.

No, no, no, todo se iba a ir a la fregada si Mason se acercaba y preguntaba que sucedía - gritaba por dentro.

— Doctor por favor, se lo ruego luego le explico ¿Si? — prácticamente rogué.

— ¿Pero que sucede? — lo veía ansioso y preocupado

— Tuve un pequeño accidente, mañana vengo con mi madre, haremos unas consultas pero por favor mañana le explicó ¿Si? Debo irme — lo dejé con la palabra en la boca y alcancé a Mason que se encontraba en recepción.

Esperaba y eso no me ocasionara más incidentes, problemas con mi madre y hermano , y más problemas con ésta enfermedad, porque estoy segura que ese desmayo, y esos puntos que veía en mi campo visual no eran nada normal.

— ¿Estás bien? — preguntó él a tan solo verme llegar.

— ¿Por qué todo el mundo pregunta eso? — espeté.

— ¿Como que todo el mundo?

Había sido un poco tosca, ya me estaba alterando, el dolor de cabeza aún se mantenía y estaba segura que lo pasaría mal nada más llegar a la casa.

— Nada, solo vámonos ¿Si? Necesito descansar — asintió y me ayudó a avanzar hacia la salida.

— Yo puedo — me quejaba porque lo tenía muy cerca y me hacía sentir extraña.

Estaba aterrada, no podría ocultar éso por mucho tiempo. Y ése accidente es solo el principio para un caos si no digo la verdad.

— Déjate ayudar ojitos — me resistía la verdad y ese apodo me sacó de balance.

— ¿Ojitos? — pregunté un tanto atónita.

— Si, son hermosos por si no lo sabías, y tienen un lindo brillo — si supiera.

Cuando ya no se pudiera reflejar la luz en ellos ya no serían hermosos, pensé. Cuando ya no puedan ver dejarán de gustar, y cuando te enteres puede que no los mires como los ves ahora – decía internamente.

Mi mente aveces me jugaba malas pasadas, aveces podía estar bien, y otras volver a sentir una profunda depresión. Con tan solo él haber dicho eso me recordó todo, y comencé a sentirme como lo hacía la mayoría del tiempo.

Estaba entrando en la fase de tristeza de esa enfermedad, nuevamente.

Ya no dije más, deje de ver a mi alrededor, dejó de importarme el qué dirán o el que pensarán. Cuando menos lo pensé ya estaba en la camioneta de regreso a casa.

No soportaba esos momentos, sentía que estaba loca, necesitaba un psiquiatra además de un oftalmólogo.

¿Por qué lo decía?
Porque aveces me provocaba sacarme los ojos para acabar con todo eso, y no tener que fingir ni ocultar nada.

¿Por qué temía tanto al rechazo?
Me sentía miserable al tener este tipo de sentimientos, si es que así se podían catalogar.

¿Por qué de tantas a mí me tenía que pasar esto?

¿Por qué no podía ser igual a Marcus?
Haberme saltado una Generación y no tener que padecer de ella.

No era normal, era una enferma más del montón que pronto quedaría liciada y no gracias a un accidente, sino gracias a un padre ausente, que nisiquiera tuvo las agallas de quedarse a velar por su hija.

¿Quién más que él para comprenderme y aconsejarme a vivir con ella?
¿Quién?

Me habia perdido en mis pensamientos y por un momento olvidé a mi acompañante.

— ¿Te sucede algo? — preguntó al notarme distante

— No, no pasa nada — me excuse.

— Borraste esa sonrisa que cargabas desde que llegamos al parque, aún con ese corte en la rodilla m sonreias ¿Que ha sucedido? — era inevitable que no se llegará a notar mi cambio de ánimo, no es que lo ocultara muy bien.

— Solo me duele un poco la cabeza, y también la rodilla, además no sé cómo reaccionará mi hermano y mi madre — traté de disimularlo todo desviando la conversación.

— Si quieres puedo pasar a explicarles todo.

— NO — respondi muy rápido y casi gritando.

— Esta bien, está bien, no quieres que pase a tu casa lo pillo — Rió sutilmente por mi apresurada respuesta

— No es eso — trate de excusar mi rápida respuesta.

— No quieres que conozca a tu hermano entonces — eso si, si Marcus me veia llegar con él en ése estado se armaría la de troya.

— Bueno… — dije así un tanto calladita.

— Es eso, no pasará nada — trataba de convencerme

— No, Mason y lo digo en serio — ser cortante aveces funcionaba

— Ya estamos llegando y mira supongo que ese es el auto de tu hermano — señaló el auto que se está aparcando frente a mi casa.

Rayos no, no podia ser.

— Me bajaré y te vas por favor, no quiero líos en este momento — dije cuando ya se había estacionado y comenzaba a quitarme el cinturón.

— Pero Camila…

— Dije que no, por favor — abrí la puerta y baje del auto como pude.

Podia decir que en cuanto cerré la puerta llame la atención de mi hermano que sacaba todas sus cosas del auto.

— ¿Camila? — preguntó él con los ojos muy abiertos — ¿Pero que te ha pasado?

— Nada Marcus, ya todo está bien — me termine de acercar al él.

Trataba de no mirar atrás porque sabía que Mason no se había ido, no había escuchado la camioneta marcharse.

— ¿Como vas a estar bien? — se acercó a mi y me toma del rostro inspeccionandome — Mira en el estado que has llegado.

— Fue solo un pequeño accidente.

— ¿Accidente cómo? — intentaba sacarme todo de sopetón y aún estábamos en la acera frente a la casa

— En una bicicleta — le dije con temor

— ¿Pero como vas hacer eso? Tu no puedes manejar una bicicleta ¿Estás loca? — de repente vi desviar su mirada de mis ojos y solo veía detrás de mí.

Instintivamente cerré los ojos porque lo que imaginaba era exactamente lo que iba a  suceder.

— Fuiste tú — señaló detrás de mí y me vi obligada a voltear — Tu la hiciste montar en una bicicleta, ¿A caso sabías que no puede?

Mason solo lo miraba confundido y cuando iba a hablar mi hermano lo interrumpió.

— Ella no puede manejar esas cosas, ella…

Nooooo.

°°°°
Cha cha chaaannn
Marcus en Multimedia

Si No Veo Tus Ojos [Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora