Casi año nuevo. Capítulo 14.

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– ¿Ally irá con sus padres? –Lauren asintió.

–Amelia se irá mañana a Chicago –se refería a la enfermera de Taylor.

– ¿Entonces no nos veremos? –pregunté algo desalentada.

–Sí, sólo que no podremos estar en nuestras sesiones de besos –sonrió dulcemente haciéndome reír también.

–Eso puede esperar –dejé un beso en sus labios.

–La Nana quiere hablar con nosotras mañana –recordé.

–Cielos –suspiró.

–Lo sé –la abracé de nuevo y puse mi rostro en su cuello.

–Todo salió de maravilla anoche –el papá de Lauren dijo entrando en la cocina con una sonrisa.

Era 31 de diciembre y nuestras madres habían decidido hacer una cena.

–Todo gracias a Lauren y a Camila –miré a Clara con una sonrisa quien a mi lado cortaba las zanahorias mientras yo pelaba unas patatas.

–No hubiera podido hacer nada sin Joseph y Camila –apareció Lauren por la puerta de la cocina junto a Taylor quien iba sobre la espalda de su hermana con una gran sonrisa en sus labios.

–Parece que hoy mi pequeña amaneció con buen humor –Clara se acercó a Tay después de que Lauren la sentó sobre un taburete frente a la barra.

–Lauren me despertó con cosquillas –miró a su hermana.

–Tus medicamentos –la ojiverde le acercó unas píldoras y un vaso con jugo de naranja.

– ¿Y Amelia? –mi mamá preguntó.

–Se fue hoy en la mañana –respondí como si eso me concerniera.

– ¿Ni siquiera dijo adiós? –preguntó Michael.

–Se despidió antes de irse pero tú seguías dormido, Camila bajó de la habitación de Lauren y yo salía de la cocina cuando la vimos –explicó Clara.

– Ahora Camila se queda a dormir con Lauren –parecía que Chris se lo decía a si mismo llamando la atención de todos al entrar con aquello saliendo de su boca. Miré a Lauren y se encogió de hombros sin saber que sucedía con él.

–Buenos días cielo –la mamá de Lauren besó la mejilla del chico.

–Buenos días ma –se acercó al refrigerador y sacó un cartón de leche –Buenos días tía –sonrió a mi mamá.

– ¿Y los demás no existimos acaso? –Michael dijo serio.

–Buenos días a todos –Chris miraba a su padre retadoramente.

–Tienes que atinarle a mi boca –Taylor rompió el silencio que se formó y vi como Lauren lanzaba aros de cereal a la boca de su hermana.

– ¿Y Sofí mamá? –pregunté lavándome las manos.

–En casa con tu padre, ellos llegaran más tarde –asentí sin decir nada más.

–Es raro ver todo esto vacío de nuevo –Lauren dijo al entrar a la enorme bodega acompañada por Taylor y por mí.

–No entiendo porque tenemos esto junto a nuestra casa –Taylor estaba en su silla.

– ¿No lo sabes? –Lauren preguntó luego de ver a unos chicos recogiendo el lugar.

– ¿Qué tal si vamos al parque y nos cuentas ahí? –intervine obteniendo una mirada por parte de ambas quienes sonrieron.

Luego de ponernos unos abrigos y subir a la camioneta de Michael, Lauren condujo al centro de New York para comprarse un café y un chocolate caliente a Taylor y a mí.

Estaba nevando y hacía bastante frio pero en medio del parque al que Lauren nos había llevado se encontraba un enorme árbol que evitaba que las bancas a su alrededor se llenaran de nieve.

–Ahora sí, cuéntanos –dijo Taylor.

–Hace muchos años la parte de la ciudad en la que ahora vivimos fue un área militar –comenzó Lauren e intrigadas escuchábamos –Precisamente donde se encuentra nuestra casa estaba la base de los pilotos.

– ¿De esos que manejan las aeronaves? –ella asintió.

–Ese lugar fue atacado hace unos 80 años y quedó abandonado pero entonces un millonario pensó en construir primero varios edificios. Muchas personas le ofrecían dinero a cambio de terreno, se dio cuenta de que ganaría más vendiendo los simples terrenos que construyendo edificios para luego venderlos.

– ¿Y cómo es que papá consiguió esa casa? –Taylor le preguntó a su hermana.

–Junto a todas las lujosas casas era el único lugar sin habitar, en realidad ni siquiera había una casa, era un terreno lleno de tierra acompañado por ese “almacén” que en realidad es donde guardaban las aeronaves. Papá era un niño cuando él y Alejandro iban a jugar ahí –la miré sorprendida.

– ¿Mi papá? –pregunté. Lauren asintió con una sonrisa.

–Ellos jugaban ahí después de clases y fue cuando mi abuelo se dio cuenta del lugar pues nuestros abuelos vivían más lejos y se preguntaban el por qué siempre mi papá llegaba tarde a casa. Mi abuelo compro el terreno pues habían amenazado a su hijo y a mi tío de llamar a la policía la próxima vez que los vieran jugar ahí.

– ¿Le compro a papá y al tío Alejandro un espacio lleno de tierra simplemente para que jugaran? –Taylor parecía asombrada. De nuevo, Lauren solamente asintió.

–Cuando el abuelo murió le dijo a mi padre que el lugar era todo suyo, así que comenzó a trabajar duro para poder construir una casa ahí y lo consiguió. Mamá intentó muchas veces convencer a mi papá para que esa bodega desapareciera pero siempre dijo que no –la ojiverde bebió de su café y nosotras de nuestro chocolate.

En silencio las tres miramos hacia el frente viendo como la nieve caía y una enorme maquina retirando la nieve de las calles.

Me gustaba saber un poco más de los Jauregui pero al mismo tiempo sabia más de mi propia familia también. Además pasar tiempo con Lauren y con Taylor, era fabuloso.

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