CAPÍTULO 8

445 18 7
                                    

Sí, habíamos peleado ¿Y eso qué? Millones de amigos tenían discusiones alrededor del mundo todos los días ¿O acaso no?

¿Discusiones porque se dieron besos con lengua?

Puchereando, sabía que no ganaría está batalla con mi consciencia, al igual que la mayoría de las últimas veces. Era inútil. Matt estaba confundido, al igual que yo. No deberíamos de estar haciéndonos esto el uno al otro...

Otro agotador día de clases había terminado, y debería de haber estado si quiera haciendo un mínimo de esfuerzo para poder emplear mis neuronas dentro de la clase de álgebra. En cambio, lo único que veía era a mi mejor amigo.

Entre mis piernas, lamiendo, embistiendo, haciéndome sentir en las estrellas.

Ramalazos de imágenes borrosas y discontinuas se reproducían en mi mente. Los simples recuerdos me hacían sentir avergonzada, pero cuando giraba para ver si alguien estaba observándome, como juzgandome por mi pequeño secreto, me encontraba con que todos estaban en su propio mundo.

Entonces me di cuenta.

No debería de importarme lo que los demás pensaran de mi.

Probablemente la mitad de esta clase sabía lo que había ocurrido en esa fiesta. Las noticias corrían rápido cuando estabas en tu último año, pero lo que sea que cualquiera de ellos pensará de mi probablemente no fuera real.

Solo había unas cuantas personas que me conocían de verdad.

Y ahora había alejado a una de ellas.

La campana sonó, y pude retirarme. Suspiré aliviada, sabiendo que mi sufrimiento por hoy había acabado. Tenía asuntos que atender, y podrían no ser más importantes que la clase de álgebra, pero necesitaba resolverlos para poder dejar de tener esa punzada de dolor en el costado de su cabeza.

(...)

No estaba muy segura de que era lo que esperaba una vez que llegara a casa, pero definitivamente no me esperaba a Matt de pie en mi puerta.

- Hola. -salude, sintiendo como nada corría a través de mi.

Mi corazón ya no se alteraba, o parecía querer salirse de mi pecho cuando lo veía directamente a los ojos por más de dos segundos.

Solo había paz.

- Hola. -respondio él, notablemente nervioso si es que la forma en cómo tragó saliva significaba algo.

- ¿Qué haces aquí? -pregunte.

Él tragó nuevamente antes de hablar.

- ¿Podemos pasar?

- Claro.

Intentando no tocarlo, o por lo menos hacerlo lo menos posible, me acerque al porche, subiendo por las escaleras principales antes de llegar a mi puerta y sacar mis llaves para abrirla.

Una vez adentro, me apoye contra el mostrador de la cocina, y me voltee para enfrentar a Matt. Sabía que mi mejor amigo reconocería que era una de mis señales de ansiedad, pero poco me importaba en ese momento.

- ¿Y bien? -cuestione.

- Lo lamento. -dijo abruptamente. - Está vez es diferente. En serio lo hago. Estoy harto de las estupideces de Elizabeth. Estoy harto de no poder tener la buena relación que teníamos antes. Estoy harto de todo esto, solo quiero que las cosas vuelvan a ser como antes.

- Ambos lo arruinamos.

- Escucha, cualquier persona tiene errores. Nosotros no somos diferentes. Pero lo que pasó es noche... -murmuro, mirándome fijamente. - Abby, no me puedes decir que lo consideras un error.

Apretando los labios, me dije a mi misma que debía de ser sincera. Las mentiras nos habían llevado a ese punto sin retorno, y todo había sido un caos gracias a ello durante un tiempo.

Por lo menos ahora teníamos la oportunidad de hacer las cosas bien.

- Creo que.... Creo que somos personas lo suficientemente mayores como para tomar esto con la madurez y responsabilidad necesaria. Éramos bastante consciente de lo que hacíamos y no me arrepiento, pero solo mira todos los problemas que nos ha traído el hecho de que tú y yo–

- Lo sé, lo sé. -dijo, acercándose repentinamente. No me moví. Sabía que podía confiar en él. - Abby, eres una de las pocas cosas buenas UE me ha pasado a lo largo de toda mi vida. Te has quedado allí para mí, y fuiste mi apoyo cuando a veces ni podía contar con mi propia familia. Te quedaste ahí para mí, y no quiero que eso cambie. -pidió, tragando saliva. - Por favor, no me digas que eso tiene que cambiar. -rogó.

Respirando agitadamente, lo mire a los ojos, y le respondí.

- Por supuesto que nada tiene que cambiar, tu, tonto ¿En qué momento te di una idea cómo esa? -cuestione, sonriendo aunque podía sentir lágrimas formándose en mis ojos. 

Él se rió también, abrazándome contra su cuerpo. Dios, después de tanto tiempo se sentía verdaderamente bueno. Se sentía como paz. Se sentía como llegar a casa después de haber estado perdida por un largo, largo tiempo.

Finalmente...

- Oye, Abby

- ¿Hmmm?

- ¿Puedo besarte?

Incrédula, saque mi cabeza de la curvatura de su cuello, y mire su rostro. Su semblante dudoso me hizo saber lo mucho que le había costado hacer la pregunta. Él sabía los riesgos y aún así lo dijo.

Ante mi falta de respuesta, comenzó a arrepentirse. Lo ví en su cara antes de que cualquier cosa saliera de su boca.

- ¿Sabes qué? Olvídalo, solo podemos ser amigos de nuev–

- Sí. -lo interrumpí. - Puedes hacerlo.

Sonriendo, Matt se acercó lentamente, hasta que su boca estuvo pegada a la mía. No nos movimos. No había necesidad de hacerlo. Solo era el pequeño roce que prometía millones de cosas que no podrían ser expresadas en algo tan común como las palabras.

Sabía que estaba haciendo la elección correcta. Lo reconocía en el fondo de mi corazón.

Y ahora, quince años más tarde, con un anillo de compromiso en mi mano derecha, no podía estar más segura de que había tomado el camino adecuado.

Fin

Mi Primera Vez Con Mi Mejor AmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora