CAPÍTULO VI

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Vancouver, Canadá
Junio 20, 2015
11:47 p.m.

| Nhoa |

Las luces de la carretera pasan rápidamente como destellos de estrellas que se quedan atrás, mentiría si dijera que no me encuentro un tanto nerviosa mi trabajo nunca ha sido realizar entregas, pero esos nervios se apaciguan un poco al tener a Dalton al lado.

Tuve que comunicarme con él para solicitar su compañía, aunque el castaño se encontraba de viaje lo cual es muy extraño ya que ni mi padre, ni mi hermano han solicitado algún trabajo, él estuvo de acuerdo en acompañarme lo cual agradezco.

La entrega se va a llevar a cabo en un puerto a cuarenta y cinco minutos alejado de la ciudad, un buen lugar para hacer este trabajo, pero el hecho de que el receptor haya pedido ver a uno de los grandes no me trae buena espina.

La camioneta se estaciona cerca del lugar y nos disponemos a bajar de ella, veo como de las otras dos camionetas bajan cuatro hombres de cada una, con Marco y el chico que venia manejando son diez en total.

— A llegado la hora — anuncia Marco tomando la delantera caminado hacia el lugar donde se encuentran varios contenedores.

— Aun no están aquí, esto es extraño — susurra Dalton a mi lado.

— Apuesto a que van a hacer una aparición de película — digo, mientras el gemelo ríe a la par mía.

Ambos venimos vestidos de negro con chalecos antibalas, él carga una Ametralladora Ligera, 5,56 mm, M249 colgada a un costado al igual que los demás hombres, mientras que yo solo cargo mis dos berettas 92 enfundadas a mis costados y mi daga.

Marco, Dalton y yo nos quedamos enfrente, mientras los demás están a una distancia considerable. Estoy consiente de que también hay francotiradores qué fueron enviado por Marco para inspeccionar la zona.

Es cuestión de minutos para que dos camionetas negras blindadas arriben hasta donde nos encontramos, de ellas bajan varios hombres, aunque no son muchos a comparación de nosotros y eso es más extraño aun.

Uno de ellos es el primero en dirigirse hacia nosotros es un tanto intimidante, irradia seriedad es joven más de lo que imagine, pero hay algo en el que se me hace familiar quizá sea ese color ámbar de sus ojos que estoy segura ya había visto antes o su cabello color carbón.

— Buenas noches Sr. Dankworth, — Marco es el primero en hablar.

Y ese apellido estoy segura de que poder conocerlo, pero mierda qué mi memoria parece dejar de funcionar en los momentos menos oportunos.

— Buenas noches — saluda — pedí hablar con uno de los grandes, ya sabes negocios.

Y es aquí donde tengo qué hacer mi aparición, doy un paso al frente y me dispongo a hablar.

— Vengo en representación de ellos —  a la mierda mi estúpido saludo — y creo que mientras menos tardemos, más luego podremos irnos.

— Tienes toda la razón, — él me lanza una mirada de arriba hacia abajo con una sonrisa en el rostro — Es un gusto poder conocerte.

— No compartimos ese gusto, el dinero así podremos darte el cargamento. —  lo apresuro.

Estar aquí me esta poniendo los pelos de punta, irme es lo único que quiero.

— Sí, — Hace una seña con su mano a sus hombres — solo que antes me gustaría explicar el motivo por el cual estoy recurriendo a ustedes.

Dos hombres se posicionan a su lado con una maleta cada uno.

Sonrisas Quebradas |  Dankworth Donde viven las historias. Descúbrelo ahora