Tan cruel como ella

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La gente que presenciaba la batalla, daba ánimos al guerrero Murdor.

-Murdor, Murdor, Murdor -La gente se animaba.

El guerrero Murdor, armado con su gran mazo de hierro puro. Agarró el mango con ambas manos, lo levantó y lanzó un fuerte golpe en dirección a la cabeza de Tristán.

El golpe fue tan fuerte que levantó mucho polvo y tierra del jardín descuidado, no se podía visibilizar nada.

La gente estaba presenciando la batalla, no pudieron ver lo que pasaba detrás del polvo en ese momento, cuando el polvo desapareció solo se vio un agujero en el suelo, pero no a Tristán.

El jardín quedó en silencio.

Aitiana tapaba su rostro con sus manos, llena de pena por el humano, mientras Veriana miraba el agujero sorprendida.

-Oye Aitiana, creo que ese enano si se murió en serio -dijo Veriana al no ver a Tristán por ninguna parte.

Un momento después, ella ve una sombra detrás del guerrero Murdor. Tristán, con su pequeña estatura, había esquivado el golpe, perdió la vista del guerrero ocultándose rápidamente a sus espaldas.

Todos vieron con mucho asombro al joven con vida.

Tristán logró ubicar una parte descubierta, sin armadura detrás de la pierna del guerrero antiguo, él pateó ese lugar con todas sus fuerzas.

Murdor sintió la patada punzante, perdió el equilibrio y cayó con su pesado cuerpo, esto causó que el polvo se levantara nuevamente.

Dejó caer su mazo, Tristán trató de levantarlo, pero no era suficientemente fuerte, apenas pudo arrastrarlo unos centímetros.

Cuando el polvo se disipó, el guerrero Murdor se levantó, vio al joven intentando tristemente levantar su mazo de hierro puro.

Murdor, todo furioso, lo agarró del cuello, lo levantó hacia arriba mostrando a su víctima. Expresó una pequeña risa antes de romper su cuello y matarlo, pero Tristán sacó sorpresivamente su espada de madera, en un movimiento rápido lo incrustó con fuerza en el ojo izquierdo del guerrero Murdor.

Gritó de dolor a los cuatro vientos, soltó a Tristán, esto estremeció a la gente que observó con terror esa acción, las hermanas también se asustaron al escuchar por primera vez, el grito del guerrero Murdor.

Veriana empezó a sonreír lentamente, cambiando su asustado rostro por una malévola sonrisa, observando a su nuevo aprendiz ser tan cruel como ella, miraba atentamente como Tristán, con una sonrisa daba el golpe final.

Murdor se encontraba tratando de sacar la espada de madera incrustada en su ojo izquierdo, al lograr sacarlo con mucho dolor, lo lanzó a un lado.

Tristán aprovechó ese momento de desesperación e intentó nuevamente alzar el mazo de hierro, su adrenalina estaba en el punto máximo, logró levantar poco a poco el mazo del suelo.

Toda la gente que al principio se reía de él, ahora se encontraban muy sorprendidos, no podían creer lo que veían con sus ojos.

-Tristán, Tristán, Tristán -golpeando sus manos en el balcón, Aitiana empezó a apoyar.

La gente escuchó el nombre de Tristán en el apoyo de su reina, ellos también gritaron su nombre.

Tristán dejó caer el mazo al suelo, encontró su espada de madera, lleno de sangre, la levantó y se acercó a Murdor, aún de rodillas, Murdor continuaba siendo más alto que Tristán.

Se acercó a Murdor, trataba de decirle algo.

-En mi ciudad tenemos respeto por ustedes los guerreros De Dragón, fue una gran batalla amigo -Tristán dio media vuelta, miró a las hermanas que observaban todo desde el balcón.

-¿Logré pasar la prueba? -preguntó muy entusiasmado mientras incrustó la espada, llena de sangre, al suelo.

Los ojos de Aitiana miraban a su amigo Murdor, aunque no le dirigió la palabra, él sabía que su reina le daba la libertad. Perdió su última batalla, eso significaba ser expulsado Jumalias, por órdenes de La Orden Oscura.

-Yo, la Reina de la Plata, primogénita del rey dragón Blanco, te declaró a ti, joven Tristán, como el vencedor de esta batalla -dijo Aitiana poniéndose de pie.

El público saltó, gritó y aplaudió por el gran espectáculo. Aitiana sonreía mientras aplaudía, Veriana bajaba su sonrisa poco a poco al darse cuenta que ahora tenía una nueva responsabilidad.

Murdor se levantó con mucho esfuerzo, su sangre cubría todo su rostro, miró apenas a Tristán, sonriente por su victoria, alzó su cabeza para ver a la Reina de la Plata.

-Debo salir de aquí lo antes posible -dijo el guerrero Murdor, admitiendo su derrota.

Se fue en silencio del jardín con su mazo, su fiel compañera de batallas, trato de acelerar su paso. Se perdió entre sombras para no volver jamás.

Las tres reinasWhere stories live. Discover now