Capítulo 41 - Por un segundo

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Por un segundo

Las alas de Idril crearon una corriente de viento tan fuerte que era difícil mantenerse en pie, sabía que no lograría estar junto a él por más de un minuto. Esperé hasta que Fëanáro se apartará de mí para buscar un nuevo escenario de combate. El dragón lanzó una bola de fuego mientras corría que pude neutralizar con mi Elladan, aunque los árboles a mi alrededor fueron reducidos a cenizas. Su intento fue fallido, la gran bestia no podía maniobrar entre el espeso bosque.

Sin pensarlo, el jinete fue a mi caza mientras que su contraparte montó vuelo. Su plan es el mismo y lo sabía, solo necesito una ventana de oportunidad. Paré en seco, di la vuelta para golpear directamente a Fëanáro en la cara, él reaccionó con velocidad cubriéndose con sus antebrazos, así inició una danza que parecía una coreografía.

Al impartir una patada logré hacerlo retroceder un paso, dándome el tiempo necesario para meter mi mano izquierda en el bolsillo de mi pantalón, acción que me distrajo por un momento. Mis ojos me advirtieron un peligro y por acto-reflejo me defendí con la mano derecha, haciéndome perder el Elladan al suelo.

Mierda, acabo de perder una enorme ventaja en esta pelea, pero no creo que se diera cuenta ya que continuó con su ataque sin perder la concentración en ningún momento, pero al ver a mi oponente supe que me encontraba en problemas, el hilo de energía que conecta al jinete con su dragón empezó a moverse de manera peculiar, supuse que le indicaba que atacará desde el cielo.

Sin pensarlo más, logré lanzar a Fëanáro al suelo para poder huir justo a tiempo, ya que otra llamarada cayó detrás de mí, escapando sin gran daño. Al girar noté que el daño era mayor que los anteriores ataques, el suelo mismo se encontraba de color rojizo como si se hubiera transformado en una braza enorme.

Tragué saliva al entender que esquivé lo que era un golpe de gracia. La imagen me dejó congelado el suficiente tiempo para que Fëanáro corriera hacía mí. Reaccioné con cierta torpeza para solo defenderme de sus golpes por un momento y la misma mecánica se repite. Mi oponente ya quiere terminar el encuentro.

No me creía con la suerte de volver a escapar, necesitaba una solución. Al sentir la próxima llamarada acercarse, tome uno de los brazos de Fëanáro, me coloqué detrás suyo para intentar someterlo, con el pie logré hacerle perder el equilibrio, aprovechando ese momento, seguí su movimiento cayendo al suelo antes que él y colocándome justo debajo de él.

En ese preciso momento, la llamarada tocó el suelo, pero la gema de mi contrincante absorbió el ataqué por completo.

-          Muy bien pensado Galdor.

Me lo dijo con un tono de respeto y asombro a mi acción. Intenté responder pero preferí lanzarlo a un lado. Me puse de pie y volví a meter mi mano en el bolsillo para sacar un pequeño objeto en forma de rombo de color transparente de apenas unos centímetros de largo. No presumí el objeto ante mi adversario, solamente quiero tenerlo preparado.

Fëanáro se levantó con un pequeño salto y corrió para atacarme. Mis ojos me ayudaron a ver todo, me sentí confiado, ya tenía la pelea ganada. O eso creí hasta sentir una corriente de aire creada por las alas de Idril que se dirigía en picada hacía mí.

Ambos coordinaron una embestida que no podría esquivar, entonces debía realizar mi última opción. Corrí en dirección a mi contrincante, no retire mi mirada de él, tome el objeto y lo lancé hacía él. Fëanáro cambió su semblante, trató de esquivar el proyectil pero su esfuerzo era en vano, el pequeño rombo apenas lo rozó en el hombro, él ignoró lo ocurrido como si lo hubiera evadido y continuó corriendo hacia mí.

Esta es mi única oportunidad y no puedo fallar, cerré los ojos por un segundo y concentré toda mi energía en ellos, al abrirlos puede ver todo en cámara lenta, su energía era más detallada y todo parecía ir conforme lo planeaba. Pero por mi vista panorámica noté que Idril se impactaría contra mí.

Tenía dos opciones, continuar con mi plan, o retirarme en ese momento para evitar que la estúpida bestia deje caer todo su peso sobre mí. Regresé la mirada a Fëanáro y ahí entendí que tenía una oportunidad y no la desperdiciaría.

Continué corriendo hacía mi oponente con mi puño preparado para destrozarle la cara, él se preparaba para hacer lo mismo y el dragón para realizarme el mayor daño posible. Lentamente todos nos aproximamos al punto de colisión, no era posible saber quién daría el primer golpe. Mi corazón se aceleró y retumbaba en mi cabeza, sentía el sudor en mi frente. No podía fracasar, era todo o nada.

Al estar cara a cara contra Fëanáro lancé mi golpe hacía el, cambié el foco de mi energía de mis ojos a mi puño para hacer el mayor daño posible, durante el proceso el tiempo parecía regresar a su velocidad normal.

Idril se encontraba a o más de un metro sobre mi cabeza, con las fauces abiertas y las garras apuntando a mí ser. Todo se definiría en ese instante, en apenas ese segundo, ganar o perder es ahí.

Cuando mi oponente trató de evadir mi golpe, sus ojos se abrieron de par en par. Admito que mi adversario es muy inteligente, notó que su cuerpo se encontraba totalmente paralizado y que no podría defenderse de mi ataque, y no solo eso, si pude herir a Finrod, podré hacer mucho daño si llego a asestar ese golpe. Ese pequeño objeto de color cristalino tenía cargado un hechizo de parálisis, y lo entendió en ese momento, pero ya no importaba, si lograba mi objetivo, el daño en el jinete será tan grande que debilitará a su dragón a tal grado que podré obtener la victoria fácilmente.

La gran conexión que hace fuerte al jinete y su dragón, será la razón de su derrota. Mi puño se encontraba a 10 centímetros de su cara junto a una carga de energía muy grande. Pero también las garras de Idril se encuentran a los mismos 10 centímetros de mi cabeza.

La moneda está en el aire, Solo pude mover mi cabeza un poco hacia mi pecho, mi brazo continuó con su trayectoria, impactando de lleno el rostro de Fëanáro, sentí como su quijada se separado de su lugar, rompiendo su mandíbula. Por un milisegundo sentí la victoria, pero al siguiente, un objeto filoso trazó una línea en mi cabeza… La garra del maldito dragón, me alcanzó.

Seguí llevando mi cabeza a mi pecho para evitar todo el daño posible. Todo se congelo por completo, Fëanáro con mi puño en su cara, yo tratando de evitar se decapitado y las garras de Idril sobre mí.

La resolución fue inesperada, Mi oponente voló un metro hacía atrás, dejándolo inconsciente. El dragón impactó el suelo con tal fuerza que la tierra se estremeció, siguió su camino por la inercia hasta estrellarse con un par de árboles detrás de mí, derribándolos en el proceso. Idril respiraba agitadamente intentó moverse pero no lograba ni levantar su cabeza.

Inmediatamente revisé la herida en mi cabeza, había sangre pero no era algo grave, mi Daimus no se activó. Por tanto… había ganado, derroté a mi oponente. Corrí hasta donde estaba Fëanáro para tratar de auxiliarlo. Lo tomé entre mis brazos y pregunté si se encontraba bien.

-          Galdor… no… no…

-          Tranquilo, te llevaré a la enfermería.

-          No…

-          No hables.

-          No… no te descuides nunca.

Sus palabras no las entendí en el momento, me confundieron mucho. En ese momento un fuerte estruendo irrumpió la escena, gire a mi derecha y un árbol fue partido a la mitad por la cola de Idril y seguía con dirección hacía mí.

Había desactivado mis ojos para golpear a Fëanáro, por lo que no vi venir el peligro inminente.

-          Mierda, estúpido dragón.

Fue lo único que pude decir antes de ser golpeado por su larga cola. Obviamente mi Daimus se activó… digan lo que digan, considero que fue un empate.

El Credo - IniciaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora