Capítulo 8 - Descubrimiento

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  • Dedicado a Andrea V. Deloera
                                    

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Descubrimiento

Acaso acababa de mencionar al credo. ¿Tiene algo que ver con el libro rojo? Intente preguntarlo, pero el mareo aun me aturdía. Huor se comenzó a impacientar. Cuando logré dar unos cuantos pasos, me pidió que lo acompañara. Al salir de la habitación blanca, me encontré dentro de un enorme edificio de paredes de cristal y muy bien iluminado, nosotros nos encontrábamos en el segundo piso. Se encontraban diversas habitaciones, dejando un espacio en el centro de la edificación que se levantaba por varios pisos. El pasillo era amplio y con un barandal de metal. Huor comenzó a hablarme mientras caminábamos.

-          Supongo que en este momento debes tener muchas preguntas. No te preocupes, se revelarán a su tiempo. Este va a ser el lugar donde vas a entrenar en las tres disciplinas básicas; fuerza, agilidad y magia. Lo harás con la tutela de grandes maestros en sus respectivas áreas. Pero antes de todo eso, debemos saber cuál es tu don nato y su respectiva clasificación, de esa manera podremos crear un programa para resaltar todo tu potencial. También es necesario que tengas conocimientos de nuestra lengua original. Permanecerás aquí el tiempo que sea necesario y será durante tu tiempo libre… que en tu caso es mucho. No puedes descuidar tu vida humana, tienes que asistir a la universidad y convivir con tus amigos y familiares, no podemos levantar ninguna sospecha de que te encuentras aquí. Por el momento y hasta que se te indique lo contrario, tienes prohibido usar tus habilidades fuera del credo y por último se te asignará una habitación privada donde puedes descansar entre tus entrenamientos… ¿Alguna pregunta?

¡Una pregunta! Tengo un mar de cuestionamientos. Pero él hablaba como si ya supiera que voy a aceptar todos sus términos y condiciones.

-          ¿Clasificación de habilidades?

-          No te preocupes por eso en este momento, lo aprenderás en el entrenamiento.

Huor me llevo a un elevador que tomamos y subimos al último piso. Un incómodo silenció llegó a nosotros. Traté de preguntarle algo pero él inmediatamente me interrumpió.

-          Sé que vas a aceptar todo lo que te proponemos porque la curiosidad te está matando. Además, la idea de vivir en un mundo que cuenta con cosas que creías meras fantasías, es algo que te intriga mucho. Quieres salir de la monotonía de tu vida y descubrir quién eres en verdad.

-          Insisto… ¿está leyendo mi mente?

-          No, soy muy bueno leyendo a las personas, su lenguaje corporal y la simbología es una de mis fascinaciones. Es algo que puedes aprender si es que tú lo quieres.

Llegamos al último piso, Huor comenzó a caminar, yo me detuve en la orilla del pasillo, asomándome por encima del barandal.

-          No te recomiendo que hagas eso.

En el instante una enorme llamarada casi me quema todo el rostro, sino fuera por su advertencia tendría serias quemaduras.

-          ¡Qué demonios fue eso!

-          Seguramente los que pueden controlar el fuego están practicando, o es la hora del almuerzo para los dragones.

¿Manipular el fuego?, ¿dragones?, no puede estar hablando enserio. Temerosamente me asome una vez más y mi sorpresa fue inmensa al ver a dos dragones recostados devorando un gran trozo de carne, se encontraban tres pisos más abajo que nosotros, su gran tamaño intimidaría a cualquiera. Uno de ellos dirigió su mirada hacia mí, y sin pensarlo otra vez, lanzo otra llamarada en mi contra. De un salto lo pude evitar. Se escuchó una carcajada de Huor.

El Credo - IniciaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora