Capitulo 4.

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El día había pasado lento para Guillermo, quería que pronto llegara la hora de salida, que todos sus compañeros se fueran a sus casas. Paso la tarde trabajando, tenía que mantenerse ocupado o se volvería loco, estaba en eso cuando abrieron la puerta de su oficina, levanto la vista y lo vio parado en la puerta con una mano en el bolsillo y la otra en el plomo, lo miraba fijo, cuando sus miradas se encontraron Samuel sonrió de lado.

-       Guillermo – era la segunda vez en todo este tiempo que lo llamaba por su nombre, eso le encanto al de las mejillas abultadas – ven a mi oficina con una copia del informe que me diste – cierra la puerta al salir.

Apenas se va Guillermo vuela del escritorio, prepara el informe en una carpeta similar a la de la mañana, se tuvo que controlar para no ir corriendo al despacho de su jefe. No estaba bien, se estaba comportando como un adolecente, estaba caminando por la cuerda floja sin arnés ni maya de seguridad, si se descuidaba iba a caer y esa caída iba a doler mucho, no solo le rompería los huesos. Samuel era su jefe, el mismo que le había dicho que estaba confundido, no sabía sus preferencias ni gustos, que pasaba si esta tarde descubría que solo era mera curiosidad, no iba a ser el primer hombre en tener duda de su sexualidad, un miedo se alojo en el pecho de Guillermo, todo dependía de lo que pasara esta tarde camino a casa pero una cosa tenia clara, debía ser cauteloso por su bien, tenía que pensar con la cabeza fría, su amigo le dijo que tuviera cuidado. Sostuvo la carpeta contra su pecho, respiro profundo y camino con decisión hasta el despacho de su jefe, llamo a la puerta y tras escuchar un “adelante” abrió la puerta y entro.

¿Qué era lo que había pensado antes de entrar en la oficina de su jefe? ¿Con que tenía que tener cuidado? ¿Por qué debía ser cauteloso? Todo se fue a la mierda al dar un paso dentro de esa espaciosa y elegante oficina, verlo ahí tan concentrado, con la frente arrugada, la mano rascándose la barba de tres días, como lo miro sobre la pantalla del ordenador, como le sonrió de esa manera que solo su ya ni tan odioso pero muy sexy jefe, le correspondió la sonrisa, le mostro la carpeta y camino rápido hasta el escritorio, se lo tendió para luego sentarse.

-       Veamos Guillermo – tres; saco del cajón su carpeta, la abrió y miro a su ayudante – esa quiero que la uses tu – le da un lápiz – quiero que me ayudes a analizar el proyecto y a elegir a la gente que participara – baja la mirada para leer el primer párrafo – veo que separaste el proyecto en los diferentes departamentos de esta empresa – se queda admirando la forma de pensar de este chico.

-       Lo hice principalmente porque así era más sencillo administrar los recursos, si se invierte recursos por departamento todo es más rápido y sencillo para analizar, si algo está fallando pues solo tiene que filtrar y ver –se encoje de hombros como si fuese algo tan obvio, no había tartamudeado ni se puso nervioso, sabía que estaba bien lo que había hecho. Samuel sonrió sincero después de escucharlo atento, volvió a mirar el informe.

-       Bien primer departamento, Recursos Humanos – saca su lápiz  - creo que yo pondría a Estefanía Rodríguez – lo mira.

-       Me parece bien – anota el nombre a un lado de la hoja impresa, de Luque hace lo mismo y avanza varias hojas

-       Siguiente departamento Contabilidad y Finanzas, con este debemos tener cuidado, se que tienes un amigo en Contabilidad y Finanzas – lo miro fijo – y se que el te ayudo para encontrar el fraude millonario de hace un tiempo atrás – vuelve a mirar la pagina – yo iba a poner a Susana Smith –vuelve a mirarlo esperando una respuesta.

-       Yo pondría a Alejandro Bravo, es más listo con los números que cualquiera en ese departamento, no es porque sea mi amigo –frunce el ceño – creo que se lo merece, después de lo del fraude solo se me felicito a mi pero el que se dio cuenta que los comprobantes y las facturas no cuadraban con lo que decía las cartolas bancarias, que se cobraban mas cheques de los que había en los talonarios, creo que no se arrepentirá de ponerlo a él a cargo –se le queda viendo, Samuel vuelve a sonreír.

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