Capitulo 12.

13.4K 1K 291
                                    

Samuel estaciono el automóvil en un aparcamiento algo solitario, lo que le acababa de decir el menor, fue algo fuerte, se había ido por su culpa, no por Borja, no por la oferta de trabajo, por él, tenían que hablar, aclarar las cosas, pero primero que nada, Samuel tenía que hacer que volviera a la empresa.

-          ¿Cómo que te fuiste por mi culpa? – lo miro acomodándose en el asiento para quedar frente a su ex ayudante o por lo menos poder mirarlo a la cara. Guillermo fijo la mirada al frente, lleno de aire sus pulmones y se tomo su tiempo para decir todo lo que tenía que decir- ¡Habla ya gilipollas! – Samuel se estaba desesperando, pero se arrepintió de inmediato cuando vio que Guillermo fruncía el ceño y se encerraba más en su caparazón – Guillermo… -hablo más calmado – necesito saber que te hice, que fue lo que paso para que tomaras esta decisión – termino de hablar mirando el perfil del otro esperando la maldita respuesta.

-          Ese día en la fiesta de Borja – sin mirarlo aun – vi como te besabas con esa mujer, la rubia alta que apareció en la oficina el otro día – paso sus manos por sus rodillas alisando el pantalón – se que no tenemos ningún compromiso Samuel, se que lo que teníamos era algo superficial, pero quiero que sepas que acepte por que se suponía que éramos hombres libres,  que tú eras un hombre libre, soltero, nunca te pedí ser tu amante, no en ese sentido – trago saliva, la verdad era que quería decirle “me rompiste el corazón idiota” “me termine enamorando y ahora sufro por tu culpa” “no quiero ser el otro”, iba a seguir hablando pero una mano se apoyo en la de el frenando ese nervioso movimiento que ya estaba desquiciando al otro.

-          Guillermo, puedo explicarlo - ¡hijo de puta!, esto fue demasiado, ¡explicarlo! Guillermo giro su cabeza con el ceño fruncido aparto la mano de un manotazo, la ira comenzaba a subir hasta ponerle los mofletes colorados.

-          ¡Qué hijo de puta eres Samuel! – grito, las lagrimas amenazaban con salir pero no le iba a dar en el gusto a Samuel, no lo iba a ver así, jamás - ¡te vas a casar con ella! A casar Samuel, me hiciste tu amante sin siquiera decírmelo – lo estaba sacando todo afuera, lo apunto mirándolo furioso - ¿me lo quieres explicar? ¿Qué mierda me vas a explicar? - vio como el otro lo miraba en silencio, no decía nada, Guillermo se soltó el cinturón y bajo del auto comenzando a caminar para salir del aparcamiento.

-          ¡Guillermo! – lo escucho gritar, la puerta del deportivo cerrarse con fuerza, un fuerte agarre en el brazo, un tirón, unos ojos marrones mirándolo suplicante y algo mas – No sé porque te estoy siguiendo, no sé por qué te estoy frenando, debería dejarte ir, volver a casa donde me espera mi prometida –suavizó el agarre pero no lo soltó, tenía que escucharlo – pero necesito que me escuches – los ojos se Samuel estaban fijos en los de Guillermo, así le creería, así lo perdonaría, no sabía porque le importaba tanto que su ex ayudante lo perdonara – Katrina es mi prometida, pero créeme que desde que empezamos nuestra relación, la olvide por completo, solo tú estabas en mi cabeza por eso no te dije nada, olvide por completo el compromiso con ella, Guillermo… -le tomo las mejillas y se acerco lo suficiente para que sus labios se rosasen – ella se fue por meses por su trabajo y tu llegaste y –fue interrumpido.

-          Y viste lo divertido que es follar con un tío - lo empujo, tenía que irse, no podía seguir viéndole la cara a Samuel, era jodidamente doloroso, hablaba de su prometida tan natural, acababa de decir que la tía se había ido por meses y que él fue su forma de pasar el tiempo hasta que ella volviera, ya no lo quería escuchar - ¡que te den por culo Samuel de Luque! – se giro para marcharse, pero de nuevo lo detenían pero esta vez lo abrazaban por detrás, ya no solo dolía, quemaba, los brazos de Samuel, la cercanía de su cuerpo contra el suyo, no solo era doloroso si no que quemaba, era como acido carcomiendo la piel del pelinegro hasta llegar a los huesos, cerró los ojos.

Boss Donde viven las historias. Descúbrelo ahora