Me quede parado fuera del edificio, pero sin dejar el pequeño techo arriba de mi. Llovía como los mil demonios, y yo no tenia ni chamarra, ni un condenado paraguas.

"¡Harry!"

"Por todos los cielos, ¿es en serio?" Gemí por lo bajo.

"Escuche eso."

"Que buen oído tienes." Rodé los ojos. Lea sostuvo su paraguas fuera del techo, una vez que camino hacia mi.

"Vamos." Me sonrió tranquila. ¿Cómo podía estar tranquila, cuando se veía tan ridículamente perfecta en esos esponjados pantalones de pijama rosa?

"¿Vamos?" Ladee mi cabeza confundido.

"Se que no tienes paraguas y yo si. El edificio de tu dormitorio esta a solo unos metros del mío y esta lloviendo."

"Estoy bien." Me encogí de hombros, sin llegar a ser grosero. A pesar que su compañía no significaba lo mismo para mi, no significaba que seria maleducado.

"¿Qué harás entonces? ¿Te quedaras aquí parado toda la tarde hasta que deje de llover?" Rodo los ojos. Un mechón rubio caía sobre sus ojos y tuve que apretar mis manos para evitarme de acercarme demasiado como para quitar aquel mechón.

"Eso parece." Asentí serenamente. Lea no tomo por sorpresa, cuando una de sus manos se coló debajo de mi brazo derecho, acerando su cuerpo al mío antes de empujarme hacia la lluvia, no sin antes colocar el paraguas sobre nosotros.

"Oh, cállate y camina." Quería resistirme, pero hacia mucho frio y el calor de su brazo contra el mío, se sentía increíblemente bien.

Caminamos debajo de la lluvia resguardándonos con el paraguas durante largos minutos. Lea caminaba mas lento de lo acostumbrado para no salpicar el agua del suelo y yo lo hacia, para poder estar mas tiempo junto a ella de esta manera. Nos estábamos tocando de una manera prácticamente informal, pero era mucho mas de lo que había tenido en semanas. Era todo lo que había estado extrañando.

Estábamos acercándonos cada vez mas a las escaleras que daban a mi dormitorio, cuando Lea se apretó mas a mi en silencio.

Una vez que llegamos al pequeño techo de mi edificio, Lea hizo el paraguas de lado una vez mas.

Dei haberme despedido. Debía haber entrado sin mirar atrás. Debí obligarme a mover mis pies lo mas lejos posible de ella. Pero no pude.

Como el idiota que era, me quede ahí parado, como si estuviera paralizado y simplemente la mire. Ella me miraba de regreso. Sus exóticos ojos me miraban intensamente. Nuestros rostros estaban muy juntos. Nuestras manos se rozaban. Nuestras respiraciones se mezclaban. Éramos uno solo.

"¿Quieres subir? La lluvia esta mas fuerte." Susurre roncamente, después de interminables minutos. Lea mojo sus labios con lentitud y sin quitar la mirada de mi, asintió en silencio.

"Vamos." Dije pasando saliva pesadamente. Lea volvió a asentir, pero cuando di un paso hacia atrás para entrar, Lea me detuvo. Con ambas manos tomo mi camiseta y bruscamente me acerco a ella, hasta que nuestros labios impactaron en un dulce golpe.

Y en ese momento, nada importo.

No importaron las veces que sentí mi corazón golpear el suelo cuando la veía con otros. No importaron todos esos hombres. No importaron las caricias que compartió con otros. No importo el tiempo que nos habíamos mantenido a distancia. En ese momento solo importábamos ella y yo.

Mis manos se aferraron a su cabello, mientras las de ella me abrazaron por el cuello. Sus labios se abrieron para mi y en silencio nos besamos durante varios minutos. Ahí en la puerta de entrada de mi dormitorio, donde todos y nadie nos podía ver.

preludio [h.s.]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt