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Lo único en lo que podía pensar era en cuánto iba a regañarlo su madre. Estoy muerto, estoy muerto, estoy muerto, estoy muerto. El hambre le hacía rugir las tripas, y evidentemente con sus brazos y cola atados, no podía ir a cazar algo para cenar.

Jimin luchaba por nadar y sostener la cuerda. Era consciente de que no podía mantener mucho tiempo así a Jeongguk, a fin de cuentas era un híbrido de tiburón y necesitaba moverse para respirar. Les sería de mucha ayuda que una amable raya pasara por ahí y se ofreciera a llevarlos al buque hundido más cercano.

- Jimin, no vas a poder arrastrarme para siempre - se quejó el tiburón que se dejaba llevar por la corriente, dándole más trabajo a su captor -. ME VAS A AHOGAR.

- Un tiburón que se ahoga, wow, qué miedo - las aletas de Jimin no ayudaban mucho, eran finas y suaves... si tan solo tuviera aletas de pez vela habría dejado a Jeongguk en una zona de barracudas y nadado a la velocidad de la luz para que no lo alcanzara ni la barracuda ni el tiburón -. Por eso los humanos no los toman en serio. Mírate, un tiburón joven que no puede contra un pobre pececito como yo, p a t é t i c o.

- Hey, yo sólo quería llevarte a tu casa, no tienes que ser cruel - el mandarín juraría que dentro de ese chico vivía el alma de un cangrejo ermitaño. Todos los tiburones eran increíblemente distantes y fríos, pero Jeongukk era el escualo más chillón que haya conocido -. ¡Por favor! Mi mamá me va a entregar a las redes de pesca...

- ¡Pues que se entregue ella!

Llevaban alrededor de dos cambios de marea* cuando Jeongguk cayó en cuenta de que no sabía porqué Jimin había huido del arrecife. Lo veía tan decidido que ni siquiera se lo había cuestionado, pero ya que estaba siendo arrastrado lejos de casa ¿no tenía el derecho de saberlo?

- Bueno, entonces dime a dónde vamos.

- A donde nos lleve el océano - murmuró Jimin, que cada vez lucía más cansado, y con la llegada de la marea alta sería más difícil avanzar.

- No, ya en serio.

- ¿Me veo como alguien que hace bromas? - definitivamente el rostro enojado del mandarín no parecía muy amigable.

- Sólo quiero saber porqué estás huyendo de casa, ¿no te da miedo el mar abierto? ¿el frío? ¿los tiburones tigre? Nosotros somos los tiburones más amigables y pequeños, pero lo-

- Ya, ya. Entendí tu punto - al parecer la paciencia tampoco era un fuerte de Jimin -. Sólo quiero ser libre y vivir así. Y ver las estrellas en un lugar lejos de la costa y de los humanos, no quiero seguir huyendo de ellos y depender de ustedes, los tiburones.

Demasiado cansado de nadar por horas sin descanso, decidió descender hacia la arena. Un grupo de atunes se dispersó al verlos bajar, dejándoles espacio para poder dormir. Al tocar la arena, Jeongguk pudo sentir menos presión de las sogas, pero seguían lastimando sus aletas y brazos.

- Bueno, mi misión también es mantenerte a salvo, así que te llevaré a tu destino y volveré a casa pero POR FAVOR ¿puedes quitarme la soga? No voy a atarte ni nada, me duele.

Jimin se pensó muy bien si hacerlo o no, terminó mordiendo la soga - que a fin de cuentas estaba hecha de comida - y liberando al tiburón; Jeongguk soltó un gran suspiro, haciendo que unas cuantas burbujitas subieran a la superficie.

- Debes tener hambre - comentó Jimin, que comía la soga sin mucho interés -. Deberías ir a cazar, no quiero un tiburón moribundo estorbando.

- Oh- es que soy alérgico a los atunes.

- Por Poseidón, eres todo un caso - el mandarín no se podía creer qué clase de tiburón estaba acompañándolo ¡Un tiburón alérgico al atún! -. Estás lastimado, no vas a poder cazar ni a un cangrejo en ese estado. Espera aquí y no te muevas ¿me oyes?

UKIYO || KookMin Where stories live. Discover now