Capitulo 27

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En el primer cumpleaños de Svetlana prepararon una fiesta

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En el primer cumpleaños de Svetlana prepararon una fiesta. Victoria se ocupó de preparar una gran fiesta, para demostrarle a ella lo importante que era para ellos, cuánto la querían en su familia. A pesar de las quejas de Mikhail decidieron abrir la casa y hacer una gran celebración sorpresa. Mikhail le dijo huraño que nadie asistiría; pero cuando las confirmaciones empezaron a llegar se puso más hosco que de costumbre. 

— Seguramente es porque quieren conocer la propiedad. — Había murmurado mientras le masajeaba las piernas en la habitación. 

— Y conocer a los extraños Gurevich. — Le había dicho ella. 

 Él gruño y pasó las manos por su vientre que tenía una suave curva.. 

— ¿Cuando dices que crecerá? — Ella sonrió encandilada con sus caricias tiernas. 

— Seis meses más para que nazca. — Le Contestó poniendo sus manos encima. 

— Si, pero para que germine. Más grande que ahora. — Pregunto mirandola con la curiosidad en sus ojos dorados. 

— Se empezará a notar en un par de meses más. 

— ¡Oh no veo la hora! — El apoyo con delicadeza el oído en su vientre. — ¿será niño o niña? 

— No lo se. — Susurro pasando las manos por sus cabellos. 

— Una niña con tus ojos océano. O niño. ¡Estoy ansioso porque salga! 

— Mañana vendrá mi hermano a almorzar. — Le dijo ella con una sonrisa. 

 El la miró con los ojos brillantes. 

— Perfecto, encontré el caballo perfecto para Mila. Es una yegua muy mansa. 

 Victoria puso mala cara. 

— No se si Ethan se sienta seguro… dice que es muy pequeña. 

— Sabe montar. Tiene talento. 

 Ella sonrió mientras él le sonreía y le hablaba del caballo árabe que había conseguido para su sobrina. Mikhail y Mila se llevaban muy bien, tanto que su hermano había comentado que cuando Mikha estaba en el lugar él dejaba de existir. Su marido adoraba a Mila a quien le enseñaba a montar, su sobrina que era una niña muy silenciosa solía hablar horas con él en ruso. 

  Habían pasado tardes con su hermano y Lara sentados en el jardín mientras ellos paseaban de la mano hablando en su idioma. Incluso le había enseñado a hablar en señas, haciendo que los ojos de su hermano brillen de frustración siempre que le comentaba algo en la mesa haciéndolo sonreír o viceversa. La debilidad de Mikhail por la niña era evidente. 

 La relación con su familia había vuelto a hacer lo que era, su marido había cambiado su forma de ser lo suficiente para que su madre no salto de los nervios si él hacía un movimiento brusco. Claro que el seguía con su impasible rostro, excepto por las escasas sonrisas que le dedicaba a Mila. 

Entre Orquídeas y Secretos ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora