Cuando subieron al carruaje Svetlana los miro.
— Ya que no te gustan las mentiras voy a tener que decírtelo para que veas que me merezco que me hagas parte de tus cosas. — Ella deletreó su nombre en lenguaje de señas. — Tenemos el mismo padre. No sé qué fue lo que te dijo Ilya y voltee la mirada para no saber. Supongo que debías saberlo para hablar cuando no esté en la habitación.
Viajaron en silencio en el carruaje y Svetlana miró admirada a su hermano. Podía ver la tensión en Ilya, pero su hermano sí que sabía disimular y contenerse. Más que importante era. Lo único que había llegado a leer era que un hombre tenía información. Decidió no saber pues no quería problemas con su silencioso pero buen hermano.
El viaje se le hizo eterno a Mikhail. En cuestión de minutos sabrían donde estaba Victoria. Hacía tres semanas que estaba desaparecida y aunque habría creído que utilizaría el dinero en el primer lugar donde se encontraba ella había sido precavida. Sabía por Ilya, su fiel Ilya que ella se había ido a Surrey primeramente y que ahí se acababa la única pista que tenía la familia.
Sacar dinero de un banco a otro era un engorroso asunto pero no imposible.
— Southampton. — Dijo Ilya con seguridad. — Ella se encuentra en Southampton. Y según el mapa coincide Señor Mikhail.
Él miro el mapa que le mostraba Ilya confundido.
— ¿A donde quería irse? — Murmuró perplejo.
— No hay nada ahí más que agua y puertos. — Murmuró Ilya y el lo miro al darse cuenta de que quizá esa era la idea.
— Prepara mis cosas. — Ordenó Mikhail cambiándose para salir.
— ¿Que va a hacer cuando la encuentre?
— No lo se.
Le dijo y salió de la habitación.
Al subir al carruaje suspiro. Ilya se quedaría a cargo de su hermana y la casa así que iba realmente solo a buscarla.
No sabia por que lo hacía, y se negaba a pensar más allá de eso. Le preocupaba que este sola. Estúpida familia, pensó que la habían orillado a hacer eso. Ponerse en peligro así marchándose en un viaje tan largo sola. Sabía que a ellos le preocupaba por su discapacidad. Odiaba esa palabra, ella no era discapacitada. Y le molestaba saber que las personas la consideraban inferior por tener un problema en la pierna. El viaje se le hizo eterno.
Tardó tres días en llegar y estaba hosco y sucio cuando llegó a la primer posada. No estaba ahí, debió suponerlo se dijo. No lo iba a hacer fácil, busco en las demás posadas hasta que en la más alejada el posadero le confirmó que una viuda se hospedaba ahí con su descripción.— La señora se sienta todas las tardes en el banco al sur de la bahía. — Le dijo mirándolo preocupado.
Ni siquiera se cambió, se dirigió directamente a verla. Al verla sentada sola sintió como la paz volvía a su tenso cuerpo. Su cabello volaba al viento y su bastón estaba apoyado a su lado.
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Entre Orquídeas y Secretos ✓
RomanceLa vida para Mikhail Gurevich había perdido el encanto hacía muchos años, cuando había sido desprovisto de alma, familia, tierra y nacionalidad. Pero conocerla a ella le había impactado, con sus suaves ademanes, sus ojos azules y sus flores. El...