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¿Has visto una ballena?

Yo sí. Tenía 8 años, iba a visitar a mi madre quién vivía del otro lado del país y la veía cada 3 meses desde los 7 años.

Yo las vi,  dos ballenas grises, una ballena madre con su pequeña ballena bebé. 

Estiré mi pequeña mano y acaricié a la cría, no era suave, era como un cactus sin espinas lleno de agua, era tan hermoso que me daban ganas de lanzarme al mar y viajar con él, verlo crecer. Los minutos más hermosos e impresionantes de mi vida.

Después acaricié a la madre.

¿Han tocado un piano acústico? 

Yo sí. 

Si no lo has hecho, intentaré describirte qué se siente, necesitas entenderlo para lo que te diré más adelante.

Dentro del piano hay un arpa, las teclas del piano al ser presionadas mueven pequeños martillos que golpean el arpa, de ahí sale el sonido.

Cuando colocas tu mano en el piano y presionas una tecla de él, una vibración viaja desde el interior del piano, acaricia tus dedos, da vueltas por tu brazo, por tus hombros y llega a tu pecho, tu pecho vibra, las vibraciones del piano viajan hasta tu interior y se quedan ahí por varios segundos, si cierras tus ojos te transportas al interior del piano y te saludan todas las notas que han sido tocada antes en él. 

Algo así me pasó al acariciar a la madre. Algo salió de ella, viajó por mis dedos, mi brazo y llegó a mi pecho, el tiempo se detuvo y mi mente no podía asimilar qué criatura tan majestuosa estaba teniendo frente a mí, las ideas en las que intentaba imaginarme cuántos países ha visto, cuántas criaturas se ha cruzado, cuántas estrellas la han rodeado y cuánto ha vivido llegaron a mí todas juntas, las ganas de llorar se apoderaron de mí, acababa de unirme por unos segundos al ser más magnifico que podré acariciar en mi vida.




Camila y sus ballenasWhere stories live. Discover now