" Creí que el amor estaba sobre el escenario, te echas en brazos de desconocidos, no tienes que tener miedo. Y después intentas encontrar un hogar con la gente"
|||
Hunger- Florence and the machine.
|||
Natasha despertó a la mañana siguiente sintiéndose extraña, principalmente porque ese podía catalogarse como el día en que el sueño la venció por completo, dejándola en un letargo profundo luego de recostarse junto a Steve. Parecía que la tarde anterior se había ido demasiado rápido y la habitación se había vuelto a iluminar con luz natural filtrándose por la ventana. Revisó el despertador en el buró de la izquierda, apenas eran las nueve treinta. Temprano; pero no lo suficiente para personas como ellos que iniciaban el día alrededor de las cinco a.m. Fuera debía de ser un caos. Posiblemente se habían perdido el desayuno.
Tuvo que apartarse un poco para no despertar a Steve al levantarse de la cama, él todavía parecía dormir bastante tranquilo aferrado a su cintura. Natasha mordió su labio para reprimir que una risita fuese a traicionarla, el capitán aprisionaba la estrecha cintura entre sus brazos; tal vez era esa cercanía la que lograba mantenerla cálida a comparación de las delgadas sábanas que apenas los cubrían.
Natasha levantó su mano con absoluto cuidado y con la otra tomó una almohada abultándola lo suficiente como para colocarla bajo el pesado brazo de Steve y así poder darse la vuelta. Sin embargo ella no había tomado en cuenta que él tenía el sueño ligero; cualquier movimiento podría dejarlo en alerta, ella había bajado la guardia demasiado pronto como para ponerse a pensar en si él despertó o no. De hecho, Steve se había dejado hacer por su toque muy a consciencia de que se levantaría y se iría; abrió sus ojos para buscar su silueta y allí fue que la vio sentada en el borde de la cama tratando de arreglar su pijama.
—No creí que me mentirías a la cara descaradamente, Romanoff.
Natasha oyó la voz ronca de Steve, le causó un escalofrío que le recorrió la espina dorsal y cuando giró para observarlo sobre su hombro él la estaba mirando fijamente con ojos intensos; el azul era electrizante, le erizaba la piel como la brisa helada; fue estimulante. De paso se mordió el labio para reprimir un jadeo porque el muy bastardo se veía perfecto al amanecer; su cabello desordenado, su rostro somnoliento, su sonrisa devastadora y su pecho descubierto. Lo odiaba. Odiaba que fuera tan malditamente atractivo.
Tomó en cuenta la manera en como él elevaba una ceja y se percató de que llevaba un par de segundos en silencio, así que optó por hacerse la desentendida; fingiendo no haberlo escuchado bien.
— ¿Eh? Lo siento, no te oí. Apenas estoy asimilando que es otro día. —la sonrisa de Steve se amplió en todo su esplendor.
—Que te atrapé en el acto. Querías huir, lo estabas pensando a pesar de que me dijiste que estarías aquí al despertar. —le reprochó con un toque de diversión, no podía aparentar enfado ni mucho menos cuando ella transformaba su rostro en una mueca traviesa. Además, era consciente de que Natasha no rompía sus promesas.
—Sigo aquí, no me he ido a ningún lado y tú, por lo visto, has perdido el sueño.
— ¿Estás tratando de confundirme?
— ¡Claro que no!—chilló fingiendo estar indignada—, me duele que desconfíes así de mí, Rogers, creí que éramos amigos.
Steve rodó los ojos conociendo el truco de memoria. Natasha podría significar algo impredecible la mayor parte del tiempo, incluso para él; solo no exactamente allí en ese momento. Se acercó y la tomó por sorpresa anclando sus manos fuertes en la cadera a medio cubrir de ella para atraerla de vuelta a la cama de un tirón. La hizo soltar un grito que ella ahogó cuando su rostro impactó de lleno contra el colchón; a Steve le pareció oírla murmurar un «te odio». En respuesta se atrevió a desafiarla y golpeó su trasero con una palmada suave, ese gesto obligó a Natasha a levantar la mirada con un parpadeo que denotaba asombro. Todavía más cuando él, descaradamente, sonrió de lado.
