— ¿Mikha? — Susurró suavemente. 

 Oírla decir su nombre lo excitaba. Al contrario del acento ruso ella no decía su nombre con la jota en el medio sino que remarcaba la K. Mordió su pezón erecto juguetón y volvió a subir por su pecho. Ella se entregó a él como si fuera algo natural, tan dulce, tan inocente que lo desarmó. Lo beso abrazándolo y pasó sus pequeñas manos por sus costados. Lo sorprendió cuando sintió su mano en su pene y se lo introdujo suavemente en su interior. Giro en la cama arrastrándola y cuando ella quedó arriba él la instó a moverse y se deleitó acariciando sus nalgas. Le hizo el amor de manera lenta y dulce, saboreando sus jadeos y gemidos. 

Victoria se apoyó en su pecho después de varios minutos de silencio, pasó la mano por sus cicatrices siguiendo el camino, apoyó la barbilla en su pecho y lo miró

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Victoria se apoyó en su pecho después de varios minutos de silencio, pasó la mano por sus cicatrices siguiendo el camino, apoyó la barbilla en su pecho y lo miró. Él estaba con sus ojos cerrados, una mano acariciaba su espalda perezosamente y la otra detrás de su nuca. Estaba relajado y tranquilo. 

— ¿Como te hicieron estas? — Susurró. 

 Él se tenso y no contestó, la mano que acariciaba la espalda voló a su nuca y se perdió detrás. 

— ¿Aún no? — Susurró ella. Él no contestó. — ¿Me lo dirás algún día? 

— No. 

— Puedes confiar en mí. — Le dijo alegre. 

— Estoy cansado. — Se levantó rápidamente. 

— ¿Dormiremos en tu cama? — Preguntó incorporándose. 

— Buenas noches. — Le dijo saliendo rápidamente y cerrando la puerta. 

 Ella abrió los ojos al sentir el ruido de la llave. Se sintió herida y enojada. Le costó conciliar el sueño. Al levantarse en la mañana, después de darse un baño una doncella entró a la habitación y espero que ella salga del agua, le tendió una toalla y espero en la esquina. 

— Ya te puedes retirar. — Le dijo incómoda. 

— El señor Gurevich me ordenó vestirla. 

 Su cara se puso roja de ira y miró a la joven furiosa. 

— No necesito ayuda, retírate. — Le dijo señalando la puerta. 

 Abrió los ojos sorprendida cuando la muchacha seguía ahí sin moverse. 

— Él lo ha ordenado. — Dijo la joven asustada. 

— Pues yo también mando en esta casa ahora y te ordeno que te marches. — Le dijo arrastrándola hacia la puerta.

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Entre Orquídeas y Secretos ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora