— Él ha sido el que ha acelerado todo. 

— ¿Por qué? — Oksana la miró indignada. 

— Al parecer creen que he perdido la razón después de aceptar arreglar el jardín del señor Gurevich. 

— ¿De Mikhail? ¿De verdad aceptaste? — Oksana negó suavemente. — No tendrías que haberlo hecho. 

— ¿Por qué? 

 Oksana negó suavemente y dejó de cortar las plantas para mirarla. 

— Mikhail Gurevich asesinó a un hombre Víctoria. — Le dijo como si se hubiese vuelto loca. — La verdad es que no se qué es lo que pasó ahí pero tiene prohibido pisar tierra que esté bajo el imperio ruso. Y además vive hace diez años ahí arriba en Bishop y jamás ha sido visto más que lo justo y necesario. 

— ¿Y por eso yo debo casarme con un hombre porque él es un hombre extraño? 

 Oksana la miró perpleja. 

— Tienes razón. ¿Que tiene que ver Gurevich contigo? Tú le estás haciendo un trabajo como cualquiera, nadie le haría un escándalo porque Lara le haga sus cuentas ¿O si? 

— A eso me refiero. — Victoria la señaló dándole la razón. 

— Aquí pasan cosas raras. — Suspiro indignada. — Esa mala costumbre de meterse en la vida de los demás. — Dio una palmada como matando un bicho. — Hay que aplastarlos como moscas. — Hizo un mohín triste. — ¿Te casaras con ese hombre? 

— No tengo otra opción ¿O si? 

— ¿No piensas hacer nada para evitarlo? 

— No tengo idea de nada. 

 Oksana negó suavemente. 

— Me meteré en problemas ¿Sabes? — Sonrió desafiante. — Pero ahora que recuerdo mi padre ya no puede castigarme. — Ambas sonrieron cómplices. — Un carruaje te esperará en la salida del pueblo a las cinco de la mañana del lunes. Te llevará donde le pidas. No me lo digas, es mejor que no tenga tanta información. ¿Tienes dinero? Puedo darte…

— No acepte hacer el jardín de Gurevich gratis. 

— Muy bien. — La alabo. 

Cuando el reloj marcó las cuatro de la mañana del lunes Victoria se levantó de la cama

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Cuando el reloj marcó las cuatro de la mañana del lunes Victoria se levantó de la cama. Ya estaba preparada, con un vestido de viaje marrón oscuro, el cabello estaba trenzado y atado en su nuca. Saco de debajo de la cama un bolso lleno y tomó su bastón. Necesitaba toda la ayuda posible. No le era imposible subirse sola a un caballo pero si le costaba y le llevaba tiempo. Asique bajó rápidamente y despacio las escaleras hasta el establo. Resolvería como bajar una vez que haya llegado a su destino. Cuando llegó el carruaje ya estaba ahí y ella se dio cuenta de que había tardado más tiempo del que habría querido preparando el caballo y subiendo. Le hizo señas al cochero para que la ayude a bajar y soportó impasible mientras el hombre la tomaba de la cintura y la ayudaba a bajar. Camino apoyándose en el bastón y acepto la ayuda del hombre para subir pues sus piernas le temblaban debido a las caídas que había tenido cuando había tratado de subir sola al caballo. 

Entre Orquídeas y Secretos ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora