»Capítulo 24«

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DYLAN

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DYLAN

― ¿Hoy es el día, entonces? ―pregunto. Jeremy afirma con la cabeza―. Estoy nervioso.

―Lo sé, hasta yo lo estoy. ¿Sabes lo que vas a decirle? ―pregunta.

― Claro que lo sé, solo espero no quedarme en blanco cuando llegue la hora.

―La hora ya ha llegado, Dylan ―me recuerda, palmeando mi hombro.

Lo observo unos segundos y puedo apreciar un toque de tristeza en su mirada. Desvía la vista rápidamente y toma las llaves de su carro.

―Jeremy ―llamo. Él detiene sus movimientos y me observa, encogiéndose de hombros―. Gracias, hermano.

―No estoy listo para esto ―admite.

―Ninguno lo está ―le recuerdo―, pero es el ciclo de la vida, ¿no? Vivimos rodeados de pérdidas, tú mismo lo dijiste. Vas a superar esto.

―Eres mi mejor amigo, Dylan ―dice, mirándome.

Una patada en el estómago duele menos a comparación de lo que veo: sus ojos cristalizados. Me acerco para abrazarlo, palmeando su espalda. El abrazo es fuerte pero se siente terrible porque así son las despedidas.

Tú también eres mi mejor amigo, pienso.

―No me olviden, por favor ―pido cuando nos alejamos.

―Imposible ―ironiza en una broma triste y nos reímos.

Jeremy abre la puerta y nos trepamos a su carro. El viaje a casa de Samantha se hace un poco largo debido al silencio que nos rodea. Observo por la ventana, notando que luce como un buen inicio de fin de semana: está nevando y ya hay decoraciones de Navidad por todas partes. Las personas se ven felices, caminando sin saber que hay muertos en busca de paz que los acompañan.

Luce como un buen día para partir del mundo.

―Llegamos ―anuncia Jeremy, sacándome de mis pensamientos.

La puerta de mi antigua casa se abre apenas salimos. El aire abandona mis pulmones al observar a Samantha. Es tan hermosa incluso con esa tristeza que lleva en el semblante.

―Hola Jer ―saluda y se acerca a abrazarlo. Cuando se alejan, me coloco a su lado y sonrío cuando sus vellos se erizan ante mi presencia―. Hola Dylan.

―Hola cariño ―digo e intento acariciar sus cabellos, pero es un tacto que solo siento yo.

― ¿Iremos al cementerio? ―pregunta Sam, observando a Jeremy.

―Si ella quiere ir allí ―digo al notar que él me mira.

―Solo si tú quieres ―le dice.

—Creo que es el mejor lugar —musita, cabizbaja.

Jeremy maneja hasta el cementerio, no sin antes pasar por unas flores para mí tumba. Al llegar, tomamos asiento en la grama cubierta de nieve y Sam deja las flores en su sitio.

Solo pido un día más © SPUDM #1 |EN EDICIÓN|Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora