»Capítulo 23«

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  SAMANTHA

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  SAMANTHA

―Hola Rick, tengo listos todos los documentos que me pediste. ¿Algo nuevo para mí? ―pregunto al entrar a la oficina.

―Gracias Samantha, hasta ahora no ―dice tomando los documentos de mis manos para dejarlos en el escritorio―. Habrá algunos viajes pronto, ¿crees poder venir o le digo a Leonard?

Me quedo en silencio porque no tengo una respuesta, tengo que pensármelo. Es mi trabajo, debo hacerlo, más bien Rick se está excediendo de buen jefe al preguntármelo.

«Ya ha pasado un mes, Samantha. Tienes que continuar con tu trabajo

―Vale, entiendo. Piénsalo y me dices. En dos semanas es el primer viaje. Iremos a Panamá ―me informa, pero luego se lo piensa mejor y niega con la cabeza―. Mejor irás conmigo a Argentina dentro de un mes. Jeremy vendrá con nosotros, así estarás más cómoda.

Le doy una afirmación de cabeza y salgo de su oficina. Me recargo de la puerta y suspiro, cerrando los ojos. Sigo mi camino a mi departamento y tomo asiento frente mi escritorio. No tengo nada que hacer. Tal vez deje que Jeremy almuerce con Amanda y yo voy a casa temprano. Sí, eso voy a decirle.

Tomo mi celular y les escribo un mensaje de texto a ambos. Ellos serán una linda pareja, lo sé. La sola idea me hace sonreír; sin embargo espero que no me dejen de lado. Soy el Cupido de la futura relación.

Mi sonrisa decae al ver que tengo un nuevo mensaje.

Mensaje de Leonard: Hola, Sam, ¿crees que podamos salir? Ya sabes, como en los viejos tiempos. Sé que te afecta vernos, me di cuenta en la comelona. Pero eres mi amiga y te extraño mucho. Saludos.

Me recargo en mi puesto sintiendo una presión en el pecho. Tiene razón, no puedo hacerle de lado siendo él mi mejor amigo. Sí, son muchos recuerdos y duelen, pero algún día pasará... ¿cierto?

Mensaje para Leonard: Está bien. ¿Ya mismo te parece?

Me dice que sí. Salgo de la empresa y subo a mi carro para ir a su casa, todavía sopesando si es buena idea para mi salud mental. Cuando llego, me recibe con pantalones holgados y una camiseta blanca que se pega a su cuerpo, extiende sus brazos y me acerco a abrazarlo con fuerza. No me pasa desapercibida su sonrisa pues tiene un toque de familiaridad que extrañaba tanto.

―Hola Sam, ¿qué te apetece hacer? ―pregunta, dejándome entrar a su casa. Observo el sofá de color avellana que está frente a su televisor de pantalla plana y mis ojos pican por las lágrimas. ¿Cuántas veces no nos divertimos los cinco aquí? ― Yo voy a pedir pizza mientras lo piensas, ¿te parece?

―Podemos ver un maratón de Harry Potter ―sugiero―. ¡O de Marvel!

―Sabes que prefiero DC Comics ―responde y yo ruedo los ojos.

Solo pido un día más © SPUDM #1 |EN EDICIÓN|Where stories live. Discover now