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Esta vez yo estuve en la consulta con Samantha y, por supuesto, con Dylan. Todo salió bien, aunque tiene que tomar algunas pastillas más para terminar de fortalecerse ella. Además de eso, estamos bastante ansiosos porque hoy anunciaremos nuestra relación a su familia. Ahora seremos cien por ciento oficiales.

―Solo van a estar mis padres, Amanda y Leonard ―dice para tranquilizarme. Aunque creo que es más para ella estar tranquila―. Estaba pensando que nuestras familias pueden conocerse cuando nazca el bebé. Así tu abuela lo conoce de una vez. ―agrega, acariciando su vientre.

―Hablas como si yo fuese el padre ―le digo mientras manejo por las ajetreadas calles de Nueva York.

― ¿En serio? Lo siento ―se disculpa, avergonzada.

―No te preocupes. Siento que va a ser confuso para él si me llama tío, ¿no? —me burlo y nos reímos, pero su risa se apaga cuando me estaciono frente a su casa. Se le nota bastante nerviosa―. Todo saldrá bien, además es muy probable que ya lo sospechen —agrego, tomando su mano.

―No es eso, Jer. Es que... mi hijo ya tiene un padre y es Dylan, aunque no esté.

—Lo sé y te dije que no pienso ocupar su lugar. En ningún aspecto —le recuerdo—. Mejor, entremos.

Me bajo del carro y abro su puerta, ayudándola a salir. Ella abre la puerta de su casa y Amanda la abraza apenas la ve.

―Hola, Jeremy ―me saluda Leonard y nos abrazamos, palmeándonos la espalda―. Sus padres ya están en camino, deben llegar en cualquier momento.

Leonard y Samantha se abrazan y yo no sé cómo saludar a Amanda. Ella se acerca y besa mi mejilla, sonriendo levemente.

―Tengo que contarte algo ―le dice Amy a Samantha.

―Ay, ¿qué será? ―pregunta la menor.

Ambas toman asiento en el sofá y se ponen al día con sus vidas. Leonard me tiende una cerveza y yo le doy un largo sorbo debido a lo nervioso que me encuentro.

―Deja el miedo de lado, los señores Grayson te adoran. Has estado para Samantha mucho más de lo que yo, su mejor-mejor amigo, he estado ―aclara, haciéndome reír por la forma en la que marca territorio—. Además, me alegra que ya no seas su "mejor amigo" y yo vuelva a tomar posición.

― ¿Cómo van las cosas con la muchacha que te gusta? ―pregunto.

―Pues bien. Decidimos vivir juntos y prácticamente tengo una hija, así como tú —responde él, chocando su hombro con el mío.

― ¿Cómo yo? ―pregunto, confundido.

―Claro, el pequeño Dylan será como un hijo para ti ―dice y me guiña un ojo―. He estado en el lugar que tú vas a estar, es inevitable.

―Siento que seré más como un tío ―admito—. Me da miedo que Dylan crea que ocuparé su lugar.

―Bueno, si eso llega a pasar, voy a aclarándote de una vez que yo seré su tío favorito. Así que no te conviene ―se burla para animarme, palmeando mi hombro. Nos reímos unos instantes y me mira con seriedad―. Gracias por devolverle la felicidad a mi Sam, Dylan lo comprenderá. No te preocupes por él.

Sonrío sin mostrar los dientes, pero contento. El timbre suena y me tenso de inmediato, causando que Leonard se burle de mí.

―Uh-oh, alguien está nervioso por aquí ―se burla Leonard, riéndose.

Samantha abre la puerta y aparecen los señores Grayson: mis suegros. Ese pensamiento me genera una corriente en el cuerpo y no puedo evitar acercarme a saludarlos con una sonrisa en el rostro.

Solo pido un día más © SPUDM #1 |EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora