Emmaline le sirvió un té a la joven que lloraba silenciosamente. 

— Toma. Estás helada. — Le dijo tendiéndole la taza. 

— Yo no quería que le pase nada. — Dijo llorosa. 

 La mujer le acarició el cabello con paciencia. 

— Estoy segura que no querías esto. ¿Qué fue lo que le pasó?

— Estuvo cuatro días en el bosque, desabrigado, lastimado y sangrando. Por mi culpa. 

— No lo hiciste tú ¿Verdad? 

 Svetlana negó enérgica. 

— Entonces no te culpes. Disculpame. 

 Emmaline salió de la habitación y se dirigió a hablar con su marido. 

— Sergei. — Asintió cuando el fiel sirviente la saludo. — ¿Podemos hablar a solas? 

 El hombre se fue rápidamente. 

— Estuvo vagando durante cuatro días en el bosque helado, además de estar golpeado. 

— Ya comencé con las indicaciones para calentarlo. ¿La joven? — Le pregunto señalando la habitación contigua. 

— Está asustada. Dice que vendrán a buscarlos. 

— Primero nos ocuparemos de esto. 

— Mandaré una nota para disculparnos por no asistir al cumpleaños de Oksana. 

 Él la tomó de la mano. 

— Gracias. 

Mikhail sintió como todos los dolores volvían a su cuerpo, las marcas en sus muñecas quemaban como antaño, los latigazos ardían y él podría jurar que sangraban. Se despertó asustado y con dolor se sentó en la cama. Observó la estancia, elegante y sobria, unisex ni demasiado femenino ni masculino. Se estiró hasta encontrar la camisa y se la puso ocultando sus marcas incluso de el mismo. 

  La casa silenciosa le pareció tan pacífica que un incluso la luz que entraba por la ventana le parecía hermosa. Sus heridas ya no dolían y estaban casi curadas, los moretones estaban ya amarillentos y apretó los labios al darse cuenta de que había estado bastante tiempo inconsciente. Miro la puerta mientras se ponía los zapatos, le parecía extraño que Ilya no esté en ese momento con el. Jamás lo descuidaba o lo dejaba semidesnudo en la habitación de alguien que ellos jamás habían conocido más que superficialmente. 

  Se puso a buscar el saco cuando la puerta se abrió. 

— Mi señor. — Le dijo su fiel sirviente.

— ¿Donde estabas? 

— Arreglando las cosas con la señorita Svetlana. 

 Él lo miró y esperó una explicación. 

— Al parecer la señorita está acostumbrada a montar y pasear sola por los grandes jardines imperiales, pero aquí debe abstenerse a sólo dar vueltas en el jardín de la casa donde somos invitados. 

— Ya podrá hacerlo cuando nos vayamos a casa. — Le dijo molesto. 

— Me ha llegado información de que están buscándolo. 

— Explicate. — Mikha se tomó la muñeca izquierda en su espalda y miró a Ilya. 

— A Mikhail Gurevich lo buscan unos pares rusos, al no encontrarlos en casa han estado preguntando por usted. El señor Kuznetsov le ha salvado el pellejo diciendo que era su invitado y que estaba en la casa de su hermana Larissa haciéndole una visita extensa. 

Entre Orquídeas y Secretos ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora